Riesgos por clima espacial, tema de seguridad nacional: investigadores

Presentan Guía de Recomendaciones de Clima Espacial en México generadas por especialistas del Campus Morelia de la UNAM

Investigadores de la UNAM explican la trascendencia de los fenómenos solares sobre la Tierra. | Fotografía: Agencia Comunicación Gráfica

Morelia, Mich.- El Sol se encuentra en un periodo de máxima actividad, en medio de “huracanes solares”, lo que debe alertar tanto a la ciencia como a los organismos encargados de la Protección Civil y de prevención de desastres, señalaron especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México, al advertir que el fenómeno registrado el pasado 10 de mayo derivó en implicaciones a sistemas tecnológicos y satelitales que pudieron tener una mayor consecuencia, lo que mostró la relevancia del fenómeno como un asunto de seguridad nacional.

En una rueda de prensa para presentar la Guía de Recomendaciones de Clima Espacial en México, los especialistas indicaron que el fenómeno solar se ha registrado en 1859, lo que se llamó “el gran evento”; en 1921 y en el año 1989, en Quebec, Canadá, considerado el de mayor impacto al haber provocado un gran apagón en la nación norteamericana además de daños en sus sistemas de comunicación.

La Guía tiene como objetivo monitorear y alertar sobre la ocurrencia de eventos de actividad solar que pudieran afectar el territorio nacional, con el fin de que las autoridades gubernamentales y la sociedad en general conozcan las medidas a seguir en caso de actividad espacial que pueda afectar la vida cotidiana.

El estudio del impacto de tormentas solares ubica al país como un pionero en la construcción de tecnología propia y aportes desde hace más de diez años de estudiar el fenómeno, lo que ha hecho que el Instituto de Geofísica de la UNAM esté integrado al sistema nacional de prevención de desastres y de protección civil, destacó Juan Américo González Esparza, jefe de la Unidad Michoacán del Instituto y encargado del Laboratorio Nacional de Clima Espacial (Lance), quien indicó que desde 1958 no se habían registrado auroras boreales sobre cielo mexicano, fenómeno que el 10 de mayo pudo presenciarse en la mayor parte de continentes y países y que fue un reflejo de las “severas” explosiones que ocurrían en el Sol y que pudieron ser advertidas por los astrofísicos mexicanos y advertir de sus posibles consecuencias al haber descubierto sobre la superficie solar unas manchas que alertaron a la ciencia y que se sabe son indicativas de tormentas solares.

Otros investigadores que participaron en la rueda de prensa fueron, Pedro Corona, responsable del campo magnético terrestre y del espacio cercano a la Tierra, además de ser también el responsable de Gestión de la Calidad; Julio César Mejía, supervisor de observaciones del radiotelescopio MEXART, y María Sergeeva, investigadora a cargo del desarrollo de estudios de la atmósfera alta sobre la región de México y desarrollo de instrumentos e infraestructura científica para el monitoreo de clima espacial.

La Guía que se presentó en días anteriores en la Ciudad de México, el 26 de junio, señaló González Esparza, fue conformada conjuntamente con el Lance, el Instituto de Geofísica, el Sistema Nacional de Protección Civil y el Centro Nacional para la Prevención de Desastres, la Agencia Espacial Mexicana y el Instituto Federal de Telecomunicaciones, la Comisión Federal de Electricidad y el Centro Nacional de Energía.

Para destacar la importancia de la Guía, González refirió la ocurrencia hace un mes de una tormenta geomagnética “severa, que produjo auroras boreales en una parte muy importante del territorio nacional”. El fenómeno interesa no sólo por el espectáculo de las auroras, dijo, sino porque la actividad solar tiene efectos importantes ya que cuando las tormentas solares impactan el entorno espacial de la Tierra, “afectan cinco sectores tecnológicos estratégicos para la sociedad, los satélites, las telecomunicaciones, los sistemas de posicionamiento global, la navegación aérea y las redes de energía eléctrica”.

El Sol, dijo, tiene un periodo cíclico estimado en once años. “En el mínimo (de actividad), donde está prácticamente dormido, no ocurren explosiones, este mínimo ocurrió en diciembre del 2019, y empezó el Sol a despertar y sabíamos que en el periodo del 2024 y 2026, íbamos a estar en el máximo de actividad solar, estamos en la época de huracanes solares, después nuevamente la actividad solar va a empezar a decaer y vamos a llegar a otro mínimo en el 2030”.

Al estar justo en el momento en que la actividad solar va a tener su máximo, agregó, las tormentas solares como la del 10 de mayo, “pueden volver a ocurrir”, de ahí el llamado a estar alertas. El 8 y 9 de mayo, señaló, “ocurrieron una serie de tormentas solares que produjo un tren de nubes de material solar que se dirigieron hacia la Tierra, y estas nubes ocasionaron las auroras boreales. Lo que resultó sorprendente es que este tren de tormentas solares produjo que las auras boreales no se limitaran a zonas altas, donde son fenómenos comunes en países como Finlandia, Noruega, Groenlandia”, sino que llegó a latitudes bajas, hasta México.

Los investigadores del Instituto de Geofísica y del Lance ubicados en el Campus Morelia de la UNAM, fueron reiterativos ante preguntas de algunos medios en que no hay ningún efecto en la Salud humana de estas tormentas y las mismas solo se circunscriben a efectos en tecnologías, sin daño alguno para los seres vivos, así como tampoco su registro implica el que haya influido sobre las corrientes de calor tan intensas que se han vivido o que bien alienten otros fenómenos como ciclos o inclusos terremotos.

Los impactos de estas tormentas solares, al igual que la ocurrencia del fenómeno mismo, como los sismos, no se pueden predecir, explicaron los expertos, sino solo queda la previsión y por ello la importancia de haber desarrollado un trabajo previo tanto en equipamiento tecnológico como en el estudio de los fenómenos del Sol, astro que se encuentra desde el 2024 y hasta el 2026 en su máxima actividad y con una curvatura de actividad mínima que se prevé ocurra hasta el año 2030.

Los antecedentes

En 2015, el Grupo de Trabajo de Clima Espacial en México se dio cuenta de que había pocos datos disponibles en nuestro país para lograr un monitoreo adecuado de los efectos de la actividad solar en el entorno de nuestro planeta y, en particular, sobre nuestro territorio. Por esta razón, en 2016 se creó el Laboratorio Nacional de Clima Espacial, como una colaboración entre la UNAM y la Universidad Autónoma de Nuevo León, con el objetivo de desarrollar redes de instrumentos propios para registrar y estudiar los efectos del clima espacial sobre nuestro territorio.

Desde entonces, el Laboratorio Nacional de Clima Espacial ha logrado desplegar una gran cantidad de instrumentos en todo México, lo cual permitió registrar, por primera vez con datos propios y de manera integral, los efectos de la tormenta geomagnética severa del 10 de mayo de este año, que ocasionó inclusive que se pudieran observar esa noche auroras boreales en regiones a bajas latitudes y en 18 estados de nuestro país, incluyendo Michoacán.