¿Dónde están?

Zócalo de la Ciudad de México. (Foto: especial)

Son periodos críticos en el mundo y en nuestro país, nadie podría negarlo, creo que nadie a menos que viva en un planeta distinto al nuestro, donde no esté existiendo una invasión militar en la Europa Oriental, donde no estén precios inflacionarios que están rompiendo récord de hace más de 20 años, donde la violencia y la impunidad no son parte de una estructura social decadente y enferma, donde la ignorancia fanática no define lo público y en donde seguramente todo lo que sucede en nuestro día a día solo pudiera ser visto a través de la imaginación inquisidora del más loco de ese universo; sin embargo nuestra realidad nos toca cada segundo como el mismo aire que respiramos, la frecuencia cardiaca de nuestra vida se encuentra en arritmias constantes, bajo la insignia de una esperanza que radica en una flama de una vela que a duras penas resiste vientos otoñales.

Entre un México impostor que se define a diario como asesino, mediocre, apolítico, desconfiado e insensible, surge la duda del país que deseamos ser, del país que vislumbraba Octavio Paz, surge la duda de la patria que resiste en cada mexicano trabajador, emprendedor, respetuoso, libre, sin importar su procedencia o identidad. Esta patria grita desde su agonía una pregunta que coincide con su pasado: ¿Donde están?

¿Dónde están los académicos y estudiosos mexicanos que tenían una categoría de conocimiento  por encima de cualquier político moderno?

¿Dónde están los activistas movidos por su propia naturaleza y necesidad, sin látigo, sin líderes, sin intereses, más que el propio bienestar humano?

¿Dónde están los políticos, aquellos que son una voz social, y en el que su objetivo personal se basa en el servicio y la administración de lo público, esos mismos que fueron asaltados por los impostores  “del bien común”, aquellos que hablan del pueblo como si fuese una totalidad homogénea pero que apenas en ellos es una extremidad de la cual pueden disponer a plenitud?

¿Dónde están los periodistas que mueren con la verdad, que visibilizan la imprudencia, la estupidez, la falta de escrúpulos, la incapacidad de los servidores públicos? Algunos sé que están muertos, pero el resto se vuelve ajeno, no se dan cuenta que en ellos la libertad de expresión se vuelve humana.

¿Dónde están mis periodistas, los que fueron usurpados por agentes de noticias, por empresas privadas de publicidad?

¿Dónde están los empresarios, la promesa de la libertad económica, los dueños de medios productivos que otorgarían salarios que potenciarían la vida digna de las familias, que serían sensibles con el medio ambiente, que serían un medio para el desarrollo del mundo y no de sus consorcios?

¿Dónde están los mexicanos críticos, los exigentes, los que heredaron una patria llena de luchas que tuvieron como resultados los principios de libertad, reconocimiento civil y  democracia, los que saben que las transformaciones las hace una nación no un gobernante?

Ya no tenemos tiempo, ya no hay forma de postergar la crisis, está ya llegó y necesitamos que el siglo XXI genere al crítico que amolde el México de nuestro presente.

Eppur si muove