La misión de don Pedro Casaldáliga

Recientemente y con profundo pesar, nos enteramos de la muerte biológica del Obispo español Pere (Pedro) Casaldáliga, conocido como el Profeta Vivo de los Pobres, quien desde hace 52 años vivió su pastoral en la remota diócesis de Säo Félix de Araguaia, en el Matto Grosso brasileño.  Nacido en 1928 en Balsareny Cataluña, de padre y madre campesinos, se ordenó sacerdote de la orden claretiana en 1952, iniciando su trabajo social en las zonas fabriles de su región de origen; posteriormente, en Guinea y en 1968 llegó como misionero al Matto Grosso, en plena dictadura militar.

Seguramente por conocer de cerca las historias de hombres y mujeres sencillos que desde siempre se han dedicado no sólo al cultivo, sino también a la defensa de la tierra, el compromiso adoptado al recibir el sacramento del sacerdocio, llevó a don Pedro a tomar opción por los pueblos campesinos de Brasil que han vivido acosados, sometidos y despojados por los grandes latifundistas durante décadas.

En 1971 fue nombrado Obispo de San Félix y en su primera carta pastoral, deja plasmado ese compromiso que llegó a ser el impulso vital en su existencia: “Una Iglesia de la Amazonía, en conflicto con el latifundio y la marginación social”.  El texto resultó uno de los primeros en la larga lista de libros que escribió (13 de poesía), revelándose también como un sensible literato, modesto y humilde. Desde la Amazonía brasileña, don Pedro Casaldáliga se opuso al régimen militar que protegía al latifundismo, e incluso tuvo discrepancias con el Vaticano cuando se negó a abandonar su férrea defensa a los campesinos sin tierra y a los indígenas en Brasil.

Por este compromiso de vida, don Pedro vivió bajo una amenaza constante de los asesinos pagados por latifundistas; pero su ejemplo ayudó a crear amplias redes de solidaridad mundial que permitieron fortalecer el trabajo de él y de otros auténticos pastores latinoamericanos que han abrazado la causa de los pobres… y la Teología de la Liberación, tan perseguida por la Congregación para la Doctrina de la Fe, brazo de la Iglesia católica radicalmente conservadora.

El Obispo Casaldáliga formó parte de los fundadores de la Comisión Pastoral de la Tierra y del Consejo Indigenista Misionero, organizaciones clave en la lucha para la reforma agraria en Brasil.  “Fue de los generadores, desde su práctica con las personas oprimidas y excluidas, de la espiritualidad y la Teología de la Liberación.  También desde su experiencia de defensa de la selva y de los territorios indígenas, aportó a la ecoteología.  Señalaba que dentro de esta visión de globalidad, descubrió por fin que la Tierra es nuestra única casa.  Y no hay modo de salvarnos nosotros, si no salvamos el planeta”, escribió Víctor M. Quintana, Investigador docente de la UACJ, en artículo periodístico reciente en un diario nacional.

Apenas en 2017 y luego de que el Vaticano diera a conocer la Encíclica Papal “Laudato Sí”, don Pedro Casaldáliga escribió, “a manera de introducción fraterna” en la Agenda Latinoamericana Mundial, algunas reflexiones compartidas con José María Vigil (Panamá), que reproduzco en este espacio por considerarlas un llamado a la conciencia universal.

“A pesar de que la conciencia ecológica crece en el mundo, podemos decir que todavía no hay voluntad política en las sociedades ni en sus gobiernos, ni movimiento suficiente en la opinión pública para el cambio que necesitamos.  Se puede decir que, mayoritariamente, seguimos siendo deudores de la vieja visión, la que causó el problema.  Todavía está ahí, activa y hegemónica.  Y tiene razón la Asociación Ecuménica de Teólogos/as del Tercer Mundo (EATWOT): mientras sigamos viendo el mundo con esa vieja visión, no dejaremos esta cómoda y suicida actitud de depredar la naturaleza por un idolatrado supuesto ‘crecimiento económico’.

“Lo ha dicho también la Laudato Si: hace falta una ‘conversión ecológica’.  Una conversión que llegue a ser una verdadera ‘revolución cultural’, matiza el papa Francisco, y propone como eje operativo ese nuevo concepto que ha suscitado tan buena acogida, la ‘ecología integral’, aunando lo social y lo político, lo cultural y lo personal, todas las dimensiones de la realidad, interrelacionadas y articuladas.

“Nuestra Agenda quiere sumarse a este clamor mundial, creciente, aunque todavía insuficiente.  Se suma al grito de los teólogos y teólogas del Tercer Mundo, especialmente de aquellos países que ya están sufriendo los efectos del calentamiento planetario con miles de refugiados climáticos. ¡El grito de la Tierra al unísono con el grito de los pobres!.  Y se suma también al clamor de la Madre Tierra, al de las selvas mutiladas, los bosques calcinados, los ríos contaminados, las montañas horadadas, los animales acorralados en su hábitat invadido y las especies en extinción… como consecuencia de las ambiciones desmedidas y egocéntricas de una especie que se ha autoproclamado diferente, superior, dueña de la creación, y que mira al resto de la Naturaleza como una simple despensa de ‘recursos naturales’ al servicio del ‘desarrollo económico’.

“¡Urgente conversión ecológica! Descubrir que es una antigua manera de mirar el mundo la que nos está acercando al desastre, al ecocidio, al suicidio en definitiva.  Mientras mantengamos la vieja visión reduccionista, dualista, antropocéntrica, utilitarista, desencantada, ignorante de las dimensiones profundas de misterio… seguiremos depredando la naturaleza y destruyendo nuestro hábitat…”.

Más recientemente, a finales de julio del presente año, junto con otros 150 obispos brasileños, Don Pedro Casaldáliga firmó una carta abierta con críticas al presidente ultraderechista Jair Bolsonaro.  En la misiva, se alude a la incompetencia del mandatario y su incapacidad para gestionar la crisis sanitaria del coronavirus, que ha dejado casi 100 mil muertos en Brasil, entre ellos varios centenares de indígenas.

Voz del profeta de los pobres, voz del poeta que luchó, igual que San Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, que el jesuita Ignacio Ellacuría y otros pastores de la Fe, que fueron sacrificados por su compromiso hacia los más pobres, el obispo Pere Casaldáliga es de los que vivirán para siempre.