REPERCUSIONES: El General Lázaro Cárdenas

Recuerdo muy bien que de regreso de Uruapan hacia Salamanca, lugar donde yo trabajaba en la Comisión Federal de Electricidad, justamente en la bifurcación de la carretera Uruapan-Zamora, una “guare” intentaba convencerme le comprara unos tamales de capulín (que realmente son muy sabrosos) y al mismo tiempo, que me indicaba que ahí estaba “Tata  Lázaro Cárdenas”, que recargado sobre un kiosco, seguramente esperaba,  recargado sobre un muro de piedra a alguien, seguramente para ofrecer una ofrenda  a quien había sido su fraternal  amigo, Francisco J. Múgica.

Al instante me estacioné a un lado de la carretera,  baje del automóvil y cruce hasta llegar a donde él se encontraba, solamente para saludarlo. Hecho el saludo, regresé al “auto” y más tardé en encender el motor y apagarlo nuevamente para regresar  y saludarlo de nuevo como lo hacemos quienes profesamos un rito masónico.

Tomó sus manos (por cierto grandes y callosas) con la mía y al  preguntarme a qué me dedicaba le informe que de origen era de Morelia, que había egresado de la carrera de ingeniería en  la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica del Instituto Politécnico Nacional y que trabajaba en la Central Termoeléctrica de Salamanca, en el Estado de Guanajuato.

Me acuerdo muy bien de lo que mi padre me contaba y se quedaron  impresas en mi memoria, sus manos, gruesas, macizas y callosas que estuvieron, por un momento, en mis manos.

Prácticamente y desde mi niñez, mi padre me relataba lo que el General había hecho en su larga carrera militar y lo realizado como autoridad suprema de los Estados Unidos Mexicanos, defendiendo siempre  a los más desprotegidos y desde luego, los intereses de la Nación.

¡Ya sabemos de la expropiación petrolera, de su enfrentamiento con fuerzas gringas en la etapa de la segunda guerra mundial, cuando evitó que fuerzas americanas traspasaran la frontera con los Espantados Unidos. Allí, en ese cruce de caminos, actualmente está instalada una estatua de bronce del  General de División y uno  (o el mejor  sin duda) de los presidentes más estimados hasta el presente nuestro!

Siendo yo estudiante del primer año de Ingeniería de la Escuela Superior e Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME), inauguró los cursos del año de 1959, en el área de Zacatenco en el año de 1959, por el rumbo de Los Indios Verdes,  en lo que se le conoce como el IPN de Zacatenco.