Tropezar de nuevo

La estrategia de que a los electores lo que pidan con tal de asegurar el voto ha llevado a los candidatos a construir verdaderos galimatías en sus propuestas ambientales. (Foto: especial)

Domina entre la clase política una creencia poco amigable con las cuestiones medio ambientales. Se ha quedado en la visión tradicional de considerar a la naturaleza como inagotable cuerno de la abundancia, otorgándole el papel de objeto del deseo mercantil y desligándola por completo del destino común.

No sorprende entonces que la mayoría de los aspirantes a puestos de elección popular se sientan tan incómodos al tener que dar respuesta a asuntos que hace tiempo se consideraban de respuesta inmediata a través de procesos administrativos. Por ejemplo, los electores cuestiona  sobre el agua y los aspirantes ya no pueden responder a la vieja usanza ofreciendo una solución inmediata y administrativa.

Los ciudadanos cuestionan sobre la relación entre ganancia aguacatera o de frutillas y los niveles estancados de pobreza de la mayoría de los michoacanos. Cuestionan, como nunca antes, sobre la manera en que se está estableciendo la relación entre desarrollo, medio ambiente y bienestar. Y para esto no hay una respuesta alternativa por quienes aspiran a conducir los destinos públicos de todos. En sus respuestas solo atisban la administración del conflicto mas no su solución.

La estrategia de que a los electores lo que pidan con tal de asegurar el voto ha llevado a los candidatos a construir verdaderos galimatías en sus propuestas ambientales. Lo mismo otorgan a unos la certeza de que los negocios aguacateros seguirán creciendo mientras en otra plaza se comprometen a parar el desorden y la expansión ilegal de cultivos aguacateros y de frutillas. Lo mismo les ofrecen buscar la nominación de origen de este fruto (que traerá como consecuencia una expansión desenfrenada de cultivos en áreas boscosas) mientras que en otra plaza afirman que irán por la veda en la tala de bosques y cambio de uso de suelo.

Ofrecen garantías de acceso al agua a unos y a otros, es decir, a grandes huerteros que han monopolizado el agua de las montañas que a los pobladores que la perdieron desde que aquellos se instalaron en su entorno.

Bien decía Albert Einstein “Los problemas de hoy no pueden resolverse si aún pensamos en la manera en que lo hacíamos cuando los creamos”. Los palos de ciego que están dando la mayoría de los candidatos radica en que buscan soluciones con la misma lógica del pasado que nos llevó a la crisis actual.

Hasta ahora en nuestro país los grandes temas de la política pública se abordan por compartimientos. Hay una secretaría o una dirección para cada tema específico o especializado. Y puede el titular de la secretaría de desarrollo económico asegurar, en apego a sus facultades, que la cuestión ambiental no es su problema y disculparse por no intervenir.

La realidad, sin embargo, nos está advirtiendo de tomar otras rutas para la comprensión del problema. La cuestión del agua no es sólo un asunto de la secretaría o dirección correspondiente, es asunto económico también, y es la vez un asunto de derechos humanos, de gobernanza política y más.

Si los candidatos se empeñan en generar agendas a partir de temas aislándolos en su enfoque estarán exhibiendo discursos inconsistentes y posteriormente políticas públicas contrapuestas.

No debieran tropezar con la misma piedra. Hoy se reconoce en el mundo que la economía, el medio ambiente y la prosperidad social están amalgamadas. De tal manera que un desequilibrio ambiental afecta a la economía y a la prosperidad social.

Las preocupaciones ambientales que dominan el ánimo de los ciudadanos han llegado para quedarse y para expandirse en términos de conciencia y de participación. Abordarlas a plenitud y no parcialmente supone exhibir  las implicaciones que cualquiera de los problemas tiene. Lo ambiental es económico, es educativo, es del derecho, es de condiciones de vida de la población, es cultural, es de gobernanza, y como tal debe abordarse.

Bien harían en recurrir a la perspectiva de la sostenibilidad para ofrecer opciones acordes a los tiempos que nos marca el cambio climático y fenómenos como la tala ilegal, el cambio de uso de suelo, el acaparamiento del agua y la creciente inconformidad social.

Michoacán necesita una gobernadora o gobernador y representantes populares atentos a no tropezar de nuevo y buscar caminos alternos para el desarrollo que no pasen por la destrucción de la naturaleza. Michoacán necesita ser sostenible o no llegaremos demasiado lejos y en ello tienen responsabilidad prioritaria los gobernantes.