VIVILLADAS: Fraudes bancarios

La práctica tecnológica es una gran herramienta, tiene sus virtudes, pero también se ha convertido en una trampa. (Imagen: especial)

Es común que en épocas electorales de los únicos fraudes que la sociedad escucha hablar son referentes a estos acontecimientos, pero la vida social representa mucho más que la lucha por el poder, que la batalla entre grupos que desean mantener o lograr la hegemonía; nos referimos a la guerra por la vida misma, por el bienestar familiar que es lo más cercano que tiene la gente. En medio de la pandemia que aún no vencemos, donde el uso del internet y las redes sociales ha sido determinante y de gran apoyo , también han proliferado los estafadores que aprovechan su habilidad tecnológica y/o de comunicación directa para lastimar  a ciudadanos que han trabajado toda su vida, que han logrado un cierto patrimonio o algún aliciente laboral para que los malos con la mano en la cintura, o más bien en el teclado, acaben con esa felicidad o con esa opción  anhelada por muchos años o por un buen tiempo.

Ha sido común conocer de manera directa o indirecta a personas que han sido engañadas por estos ladrones cibernéticos, que con gran destreza son capaces de vaciar cuentas bancarias, destrozando ilusiones y robando la tranquilidad.

La práctica tecnológica es una gran herramienta, tiene sus virtudes, pero también se ha convertido en una trampa, en un peligro para individuos  que suelen tener poco manejo de ella, normalmente en este rango están las personas cuya juventud ha quedado atrás, que por desgracia y por la condición ya descrita, son las más proclives a caer en las garras de estos sujetos sin escrúpulos, sin corazón.

Entre llamadas o mensajes  telefónicos de cualquier celular, entre sobresaltos que provocan al indicar que hablan de parte del banco porque se han hecho compras con su tarjeta, que su cuenta y aplicación está por ser bloqueada porque tiene alerta de fraude,  de mal uso o bajo cualquier pretexto que haga temblar al cuentahabiente, es posible sacar la información que tanto desean los pandilleros que se hacen valer de hábiles internautas o voces de damas o caballeros con pulcritud al hablar ; las personas que de manera limitada hacen manejos del celular, de la computadora y por supuesto de sus aplicaciones bancarias , que por lo común actúan  de buena fe, caen en las redes de estos atracadores, por más que las recomendaciones siempre son no proporcionar datos o claves personales por teléfono a nadie, menos cuando no se ha solicitado un servicio personalizado.

Hay una fiebre de engaños, manipulaciones, robos, sobornos, estafas, y todo lo que esto conlleva; entre secuestros virtuales,  chantajes u orientaciones de supuestos “ejecutivos” de las instituciones financieras destrozan vidas, hogares o paz familiar, tal como se ha comentado. Una vez sucedida la estafa, poco o nada se puede hacer, porque los bancos no se hacen responsables, ellos son buenos para cobrar seguros que muchas veces no se conocen,  no hacen por sus clientes, por eso se dice que los bancos nunca pierden; a pesar que en las aplicaciones siempre hay una inscripción donde preguntan si se está de acuerdo o se reconoce tal transacción o movimiento. Uno puede notificar  al respecto, te bloquean la cuenta y la aplicación pero sobre el dinero robado difícilmente lo regresan por las buenas al cliente. Las agencias bancarias están respaldados por distintos seguros ante eventualidades pero lo clientes están desprotegidos.  Aunque pueden existir milagros.

Por favor, es necesario seguir insistiendo en lo peligroso de contestar números desconocidos, en seguir la jugada a personas que llaman diciendo que tienen a algún hijo, hija,  un sobrino, o al padre o la madre; no se debe hacer caso de llamadas donde señalen que están haciendo mal uso de la tarjeta o de que hay ciertas alertas y se bloqueará la cuenta. Nada de eso, es mejor colgar y en el número de la propia tarjeta dirigirse al banco para corroborar alguna acción, debemos  insistir en no dar claves, ni llaves web, ni los famoso números NIP, nada, aunque se reconoce reconocer que a pesar de que se ofrezca amplia difusión, se puntualice en el banco sobre medidas de seguridad los ciberatracadores, tienen una labia , una vivacidad que ya la quisiera cualquier político, más en tiempos electorales.

Si alguien cae en la garra de esos lobos insensibles, deberán llamar al banco central de inmediato, asistir a  la institución a la brevedad, aunque al pedirles relación de hechos y en ofrecer dictámenes poca solución favorable ofrecen pues se deben a su patrón; no obstante hay algunas dependencias que pueden orientar , ayudar o presionar a los bancos a favor del cliente, como el caso del Instituto de Protección al Ahorro Bancario (IPAB), la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUCEF)  y hasta la propia Auditoria Superior de la Federación, en el departamento de finanzas, que pueden obligar al banco, por medio de una denuncia del afectado a que se otorgue información precisa sobre a qué cuenta, cuentahabiente y lugar  se destinó determinada cantidad de dinero mal habido. Aunque es posible que sean trámites engorrosos debe hacerse la lucha, por supuesto esperando que las mencionadas dependencias realmente estén al servicio de los clientes y no de las instituciones como muchas veces llega a suceder.

Por otro lado, debe hacerse valer el seguro para el cliente bancario de manera obligada, ya que  las financieras tienen  obligaciones,   pero si las tienen no las reconocen,  desean todo para allá y nada para acá,  se defienden como gatos bocarriba,  a  los empresarios  poco les interesa el estado de stress o preocupación de su “querido y estimado” cliente, que cuando lo van a atrapar  le dicen maravillas pero cuando lo tienen cautivo se desentienden de él;  nada quieren soltar  pues van  a las de ganar, ganar,  y tampoco es justo.

La cámara de diputados tiene en mente un proyecto que ha vuelto desequilibrados a algunos analistas, el de registrar cada uno de los celulares, con nombre y datos biométricos, muy personales, muchos han puesto el grito en el cielo, pero aseguramos que si  caen en las garras de los estafadores estarían más que agradecidos con la medida, que parece una locura, pero más loca se vuelve la gente cuando pierde su patrimonio, cuando resulta que tiene la cuenta vacía.

John Ruskin, escritor y sociólogo inglés, señaló: “Un caballero no se deshonra convirtiéndose en menestral o jornalero; pero se deshonra convirtiéndose en truhán o estafador.” Edgar Allan Poe, escritor, crítico y periodista estadounidense sentenció: “El hombre es un animal que estafa, y no hay otro animal que estafe fuera del hombre”. Una vez más el humano denigrando a la naturaleza. Entre los ladrones y los banqueros acaparadores e insensibles. ¿Habrá alguna diferencia?