Malas noticias para todos

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU ha señalado que el Informe representa un código rojo para la humanidad. (Foto: especial)

¿De qué otra manera podría catalogarse el informe que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU hizo público el 9 de agosto pasado? Ahí están los datos construidos con la colaboración de más de 14 mil estudios científicos referentes a esta problemática. ¡Son malas noticias!

Desde hace décadas los científicos han advertido, a partir de sus estudios, que de no hacerse algo al respecto por los gobiernos del mundo, el calentamiento global será causa de disturbios climáticos y grandes sufrimientos para la humanidad. México podría perder hasta el 12 % de su Producto Interno Bruto, el impacto será brutal.

Han sido ignorados. El pragmatismo y el inmediatismo, que prevalece como criterio de cálculo en las altas esferas del poder mundial, los ha llevado a desoír la alarma contenida en las advertencias y las recomendaciones. La lentitud histórica con la que se han construido los consensos internacionales contrasta con el deterioro de la salud planetaria. Los acuerdos han quedado solo en el papel, en acciones marginales y en los nombres glamurosos de foros y reuniones.

Mientras el calentamiento global avanza los gobiernos de las naciones, si acaso tibiamente, adoptan los conceptos del discurso ambiental en políticas públicas desarticuladas, carentes de recursos, que terminan claudicando frente a los problemas locales que contribuyen al cambio climático.

El inmediatismo económico que glorifica las ganancias ahora a costa del futuro, forma parte de la doctrina de los gobiernos, que ven en las previsiones del futuro un escenario para el cual ni están preparados ni buscan atender porque no están dispuestos a cuestionar los procesos no sostenibles de amplios sectores de la economía, de los cuales toman recursos para apuntalar sus carreras políticas.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU ha señalado que el Informe representa un código rojo para la humanidad. Que antes de lo previsto, en alrededor de 20 años se habrá alcanzado 1.5 °C más de calentamiento. No nos sorprende que el informe indique que en todos los rincones del planeta el clima se ha modificado de manera notoria, baste echar hoy un vistazo al comportamiento de los patrones climáticos en nuestro estado y en el país y la devastación imparable de la naturaleza.

Preocupa que entre las previsiones se indique que los cambios en marcha, ocasionados por la actividad humana, serán irreversibles por miles de años, porque en previsiones previas se consideraba que estos podrían ser revertidos a través de intervenciones oportunas. ¡No sólo nos alcanzó el futuro, ya nos rebasó!

La peor noticia es que muy poco se está haciendo para evitar la catástrofe. Contener la ruta destructiva que hemos seguido no será nada fácil. Se necesita repensar toda la economía y para ello muy poco se ha invertido en investigación científica y nuevas tecnologías para producir en condiciones de sostenibilidad. La urgencia de un cambio paradigmático no puede posponerse.

Una de las acciones urgentes que se desprenden del informe es el abandono, lo más pronto posible de los combustibles fósiles y llegar a cero emisiones de CO2, el problema es que las tecnologías no están disponibles para que todas las economías del mundo puedan hacerlo. La asimetría de las economías tendrá que ser amortiguada con la cooperación internacional, si no es así el cambio tardará más tiempo.

Aún así, las naciones no están destinando los suficientes recursos para la investigación científica que deba soportar y orientar nuestro tránsito hacia la economía sostenible. Es decir, ¿con qué tecnología se modificará la industria, la agricultura; con qué pensamiento social deberemos caminar hacia el futuro para evitar la crisis civilizatoria que se asoma?

Al paso de los años, ante los efectos de las migraciones humanas por causas climáticas, la desaparición de bosques y selvas, las sequías recurrentes, la pérdida de cultivos y la consecuente crisis alimentaria, estaremos obligados, o bien,  a una transformación paradigmática vertiginosa de la existencia humana, o nos motivará otra vez a una acción inmediatista y desarticulada de la perspectiva global. ¿Estaremos en condiciones para responder a semejantes retos?

El informe debería activar los resortes del gobierno de la república  ̶analizarlo detenidamente̶ , después de todo México fue parte de las 195 naciones participantes que lo aprobaron, para derivar antes que discursos acciones decisivas de política pública para intervenir en los retos locales que nos corresponden.

El tránsito hacia el uso de energías verdes y la cero emisión de CO2 debe comenzarse ya; la protección de bosques y aguas tiene que abordarse con energía, con vigor en la aplicación de la ley; deben replantearse las estrategias de monocultivos no sostenibles; tienen que diseñarse alternativas ecológicas para toda la producción de alimentos; es imprescindible la educación con perspectiva sostenible en todos los niveles de la educación; urge replantearse el modelo de cuidado y administración de las aguas nacionales; debe abandonarse la absurda política de austeridad que ha tenido efectos letales en el sector ambiental.

Son malas noticias las que nos comunica el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU, pueden ser peores si no hacemos nada en lo inmediato. Todos los gobiernos del mundo deben derivar de estos compromisos puntuales. Esperemos que el de México esté a la altura de semejante desafío.