DEBATAMOS MICHOACÁN: Tolerancia

La cuestión positiva de tolerar nos permite reconocer el valor, o algo valioso del otro que es diferente de nosotros. (Imagen: especial)

Durante varios años he trabajado el concepto de la Tolerancia, un concepto construido a la par de la intolerancia. Lo mismo ha sido leyendo la Declaración de los Principios de la Tolerancia de la UNESCO, que realizando una revisión de diferentes libros que me han aportado importantes señalamientos para la comprensión de diferentes alcances del concepto, entre ellos menciono “La tolerancia” de Ivón Cepeda Mayorga, que realizando conferencias, trabajo colaborativo, aprendizaje dialógico, que orientando mi diálogo.

Comparto con ustedes la siguiente reflexión; la tolerancia, como concepto surge a partir de la lucha por la libertad de creencias como expresión entre los siglos XVI y XVIII. Pero hoy en la llamada posmodernidad y la aceptación de una cultura diversa, el concepto debe nuevamente que ser interpretado a la luz de las diferencias sociales, culturales, sexuales, históricas, y desde luego económicas y políticas.

El concepto como tal, nos plantea dos acepciones, una, de carácter negativa y otra positiva. En tanto que la primera nos remite a una forzada indiferencia centrada en aceptar lo ofensivo, a soportar una cuestión más política, es decir a dar una dadiva al diferente; la cuestión positiva nos refiere mediante una reflexión crítica de reconocer como valor las diferencias de la persona, del ser humano, un posicionamiento más ético, sin desigualdad, sin injusticia, sin opresión.

La cuestión positiva de tolerar nos permite reconocer el valor, o algo valioso del otro que es diferente de nosotros y nos permite igualmente aceptar que aun en las diferencias, ambos, la mismidad y la otredad tienen los mismos derechos humanos.

Coloquialmente, Tolerar es entendido como soportar, sufrir o sobrellevar, o bien como aceptar y respetar, reconociendo posturas que no compartimos, pero de las cuales no excluimos a sus seguidores.

Así la palabra tolerancia puede entenderse como la neutralidad objetiva o de justicia por parte de los actores políticos, o bien, como la actitud moral y política de establecer formas de respeto y de convivencia entre individuos o grupos diferentes en sus creencias y prácticas, hoy la diversidad nos ofrece una gran variedad social, cultural, política, religiosa y sexual, imposible no considerarla para la convivencia y paz social, un instrumento que construye sobre la horizontalidad del diálogo. 

A efecto de establecer el binomio tolerancia/respeto, requerimos de revisar cuales actitudes o acciones se pueden tolerar desde lo ético (la moral pública): 1.- el sujeto reconoce que es particular y distinto de otros grupos sociales o personas (las personas indígenas, adultos mayores, personas con discapacidad) 2.- sujeto que se deja que otros decidan sobre las vidas de quienes son objetos de diferencia frente a la homogeneidad esto es, se da una tiranía de la opinión pública (comunidad trans). 3.- se tolera algo que es molesto pero que permitirá fortalecer a la mayoría (tolerar la diversidad sexual, los matrimonios igualitarios, la adopción homoparental) 4.- el sujeto activo cuenta con los mecanismos para evitar o prohibir el hecho que le molesta (nadie puede mofarse de la diversidad sexual, o discriminar, hacerlo constituye un delito). 5.- el sujeto activo, en el ejercicio de su deseo de ser reconocido, el Estado reconoce sus diferencias e incluye desde la normativa, las estructuras operativas y desde luego el diseño de la política pública (se requiere de una trasnmodernidad), pero también es reconocido por la sociedad, y en conjunto sociedad y Estado permiten la inclusión y el respeto a la dignidad humana de la persona.

Existen también tres grados de tolerancia que nos permiten saber qué posición tenemos frente a las diferencias: 1.- grupos diferentes conviven en un mismo espacio sin llevar ninguna relación, se ignora (ghettos, barrios) 2.- los grupos diferentes conviven con mecanismos de no tocar o abordar los temas que los separan (Católicos, Testigos de Jehová) y el 3 grado, permite la convivencia entre los grupos aun cuando sean diferentes, pero existe el cuestionamiento y la crítica constructiva, la escucha, el diálogo. 4.- una sociedad que comprende la diversidad social, cultural y sexual, que vive los derechos humanos y las libertades, que incluye y respeta la dignidad humana de las personas cualquiera que sea su situación.

La tolerancia negativa, que está atada al discurso político, esto es aquel discurso normativo, que sólo expresa la tolerancia per se, sin expresar porque es importante, lo que lleva a las personas a pensar que la tolerancia es aceptar por dádiva, sin que con ello se dé cuenta; y por el otro lado, la tolerancia positiva que agrega valor a la persona, al humano y que a partir de ahí desde lo ético se plantea la importancia de reconocer al humano, a la persona, en las mismas condiciones que cualquier otra ente social. De esta manera la tolerancia se ancla en ambos sentidos a lo político y a lo ético.

En la historia de la humanidad, pero principalmente en el periodo de la Ilustración, del siglo XVI a XVII, se dio el movimiento de reforma y contrareforma que llevaron 30 años, de 1618 a 1648, estas acciones se generaron por la importancia de interpretar la Biblia de una manera diferente, por ello surge el protestantismo, el calvinismo y el anglicismo.  Y en esto debemos ser claro, fue Martin Lutero, quien impulso la tolerancia para interpretar de diferente manera la Biblia al clavar sus Noventa y Cinco Tesis en la Catedral de Wittenberg en 1517, en protesta a la venta de indulgencia de la Iglesia Católica.

Hoy en los tiempos posmodernos, prevalece la cultura de la diversidad, no puede ser de otra manera, la tolerancia negativa que abreva de lo político, debe de ayudar en las bases de los valores y principios a tomar las cuestiones éticas para hacer de la tolerancia el piso para el reconocimiento del valor de la persona y el ejercicio del diálogo.

Se requiere de continuar trabajando en procesos de igualdad y justicia social, sin opresión, es decir, en reconocer la equifonía, equivalencia, equipotencia, (voz, valor y poder) de las personas, de igual manera de impulsar la redistribución de la riqueza, el reconocimiento y la representación de aquellos que han sido excluidos y sobre todo , sin opresión, es decir, sin invisibilidad, estigma, prejuicio, violencia, exclusión, discriminación y en ocasiones la misma muerte como es el caso de los feminicidios y los crímenes de odio por lgbtttiqfobias. Recordemos que el diálogo se logra cuando en los extremos de la horizontalidad, la mismidad y la otredad tienen ese poder expresado en el valor de la persona y la voz que permite la intercomunicación.