DEBATAMOS MICHOACÁN: Género y derecho

Aun cuando existen ideales de generosidad, estos se ven agravados por la hegemonía del neoliberalismo que nos ha hecho hedonistas e individuales, en búsqueda del placer, los valores líquidos, y el egoísmo. (Imagen: especial)

Comparto con las y los lectores de Cambio de Michoacán, las reflexiones presentadas en el fin de cursos del doctorado en Género y Derecho que se compartieron durante la entrega de diplomas. Dicho documento constituye un acicate para hacer transformaciones en la vida cotidiana de la sociedad.

“Vivimos la crisis de los derechos humanos, me lastima el descuido y desinterés por la vida inocente de niños y niñas que son utilizados en el mercado neoliberal como trabajadores, negándoles la infancia, la inocencia y la ilusión de una vida mejor, pese al diseño de política pública actual. Igualmente, grupos en condición de vulnerabilidad; los pobres y marginados, que viven en precariedad.

Aun cuando existen ideales de generosidad, estos se ven agravados por la hegemonía del neoliberalismo que nos ha hecho hedonistas e individuales, en búsqueda del placer, los valores líquidos, y el egoísmo.

Las grandes ciudades han dejado de lado la comunalidad, por el individualismo, donde la mayoría de los habitantes se sientes culturalmente desarraigados y viven alienados, donde la convivencia, fraternidad y participación social, transitó a una sociedad de espectáculo, simulación y entretenimiento.

La dimensión espiritual que se vivió hace quinientos años en el modelo del Buen Vivir; hoy, hay una indiferencia por cultivar los valores y virtudes sociales; la lógica del corazón y la compasión respecto de todos los seres vivos, está centrada en la indiferencia, y los medios de comunicación muestran la violencia sin pudor ni escrúpulos.

La madre tierra, derivado del modelo económico está en riesgo, y con ella, los seres vivos y la humanidad; se abusó de la tierra para producir, hoy sufre de contaminación de agroquímicos, el aire está contaminado, el agua está sucia, los bosques viven mucha presión por sus recursos y lo que importa es el valor del dinero, pero no el valor de las personas.

Frente a esta situación, no podemos perder los deseos de seguir luchando en sociedad, no podemos sentirnos impotentes de mostrar una salida liberadora y mantener las esperanzas de un cambio. No debemos de perder la fe en la capacidad de regeneración de una nueva forma de vida.

En conjunto todas estas situaciones nos deben impulsar a desarrollar un nuevo estado de conciencia, que genere una actitud de madurez y sabiduría que nos permita encontrar nuevos caminos, como el trabajar en cuestiones ecoeducativas de respeto a la madre tierra, a la naturaleza, pero también para el fortalecimiento del trabajo de la sociedad haciendo de las relaciones de género espacios sin opresión, sin violencia, para la convivencia y la Paz social.

En este sentido, alcanzar la igualdad de géneros consiste en el acceso afectivo al ejercicio de los derechos de las mujeres y los hombres y su diversidad en condiciones equitativas, libres de discriminación y de violencia, que eviten vulnerar la dignidad humana.

No obstante las aspiraciones sociales a la justicia social, hay que decirlo, desde la infancia los cuerpos de las mujeres enfrentan una desigualdad sistemática que tiene su origen en la desvalorización histórica en relación con los cuerpos de los varones, lo que impide el acceso a oportunidades, recursos, servicios y, tomar decisiones de manera autónoma, libre y consciente en sus familias, en las escuelas, el trabajo, instituciones, políticas, esto también incluye el ciberespacio, y en general, en todo lugar donde conviven y desarrollan.

No obstante, el problema se potencia cuando el trato desigual contra la mujer se da por sus características de origen étnico, el género, la edad, la discapacidad, su condición: social, económica y de salud, la religión, opiniones, su estado civil entre otras. La discriminación por alguna de estas razones atenta contra la dignidad humana de las personas y anula los derechos y libertades de las personas, colocándolas en una situación de vulnerabilidad, marginación y de mayor riesgo de conformidad con el sitio que hablemos.

Así, la niñez, adolescencia, juventud y las mujeres ven limitado el ejercicio pleno de los derechos humanos y enfrentan, barreras para el desarrollo de sus habilidades, capacidades y aspiraciones, por ello, la importancia de adquirir la formación del Doctorado de Género y Derecho, que busca contribuir a la construcción de sociedades más justas y pacíficas que se caractericen por el respeto, el reconocimiento de los derechos humanos y la convivencia armónica, donde las personas como integrantes del tejido social tengan la posibilidad de identificar, prevenir y resolver situaciones de desigualdad, discriminación y violencia de género, ello, con el fin de alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres.

En estos dos años de trabajo digital, estamos preparados para seguir con la lucha social de impulsar: a.- el pleno reconocimiento de la igualdad de género como un derecho humano indispensable para promover sociedades justas e incluyentes; b.- dar sentido y valor a la dignidad humana, la igualdad y la diversidad: social, cultural y sexual, como del ejercicio responsable de los derechos humanos; c.- lograr que los seres humanos establezcan relaciones libres de violencia y discriminación, con base en el diálogo para construir una cultura de Paz.

Hoy, quienes egresan de los posgrados de Ecoeducación y Género y Derecho, pueden incidir en distintos espacios para actuar sobre los diversos patrones estructurales, sociales y culturales que obstaculizan la igualdad de género, con miras a construir relaciones igualitarias y libres de violencia en distintos contextos: escuelas, familias, comunidades y la sociedad en su conjunto. Todos, todas, todes, luchemos por la igualdad en un mundo de unicidad y simbiosofía, luchemos por la felicidad”.

El discurso fue escrito por la doctora Elvia Higuera Pérez, misma que dio voz a los compañeros Aimé, José Antonio y Gerardo.