DEBATAMOS MICHOACÁN: Racismo

Abordar el tema del racismo no es un asunto anticuado, o bien, ya resuelto; al contrario, es vigente y continua sometiendo y controlando a los cuerpos que no responden a las dinámicas de un modelo económico y en general de cuestiones sociales y políticas. (Foto: especial)

Abordar el tema del racismo no es un asunto anticuado, o bien, ya resuelto;  al contrario, es vigente y continua sometiendo y controlando a los cuerpos que no responden a las dinámicas de un modelo económico y en general de cuestiones sociales y políticas.

Es decir, el racismo no es solamente un mecanismo de opresión, una cuestión de invisibilizar al otro, de estigmatizarlo, prejuiciarle, violentar, excluir o bien discriminar a una minoría social (personas negras, originarias, con discapacidad, viviendo con una orientación sexual diferente a la heterosexual, o con una identidad de género o expresión de rol de género no alineada a su cuerpo, o bien la capacidad económica, los estudios, la salud, la precariedad, etc.), el racismo requiere no quedarse en el tema del prejuicio de las personas a actuar contra el otro, sino que se requiere que existan las instituciones y las estructuras operativas y sociales para legitimar dicha ideología.

En este sentido, el racismo es una forma de jerarquizar a la sociedad, de identificar desde lo biológico el papel social que debe de tener una persona en función de la blanquitud de su cuerpo, del color de su piel: blanca continente europeo, negra, africano; roja (bronce), americano; amarilla, continente asiático, así ya dividía Kant en el siglo XVI a los colores de la piel, teniendo la supremacía el color blanco, y desde ahí la creación del hombre blanco occidental como modelo hegemónico incluso en la masculinidad. Hoy, Bolívar Echeverria habla acerca de la negritud y la blanquitud y de la americanización y frente a lo eurocéntrico.

Así, el racismo se instala a partir del proceso de colonización realizado por lo eurocéntrico, como un elemento fundamental para la formación del capitalismo; es decir, el racismo se colocará en la posición religiosa, étnica, de piel, incluso en el consumo de productos, de prácticas sociales, de los deportes: rubing, tenis, juegos invernales, golf, versus, futbol, beisbol, box, .

El racismo no es solo color de piel, el racismo es un instrumento que utiliza diversas marcas para sostener el poder y el saber, frente al ser, de esta manera el racismo será múltiple, sistémico, interdependiente, encontramos racismo en las creencias religiosas (testigos de Jehová, protestantes, católicos, etc.), en los cuerpos (características físicas y mentales, discapacidad, edad), racismo étnico por la región (norte global, sur global). Los marcadores del racismo permiten identificar a los grupos inferiores.

El racismo es una jerarquía institucional estructural de poder: de superioridad (como expresa Enrique Dussel y Ramón Grosfoguel del ser humano, del que existe, del europeo) de inferioridad ( del ser que es subhumano, o no humano, que existe solo como subordinado, sometido, controlado) sobre la línea de lo humano, es decir la asimetría entre el hombre occidental blanco, heterosexual, empoderado, con estudios, dinero, sin gota de sangre originaria, sin discapacidad, sexualmente activo y  los otros; para que haya racismo se requiere que se generen políticas públicas que afecten a una población.

Desde esta posibilidad, el poder cuenta con estructuras para hacer pelear a lo subhumano o no humano, en cuya pelea está implícito la movilidad social que buscan y en la cual concentran su pensar en llegar a ser humanos, es decir existir. El poder racial hace pelear a los dos grupos (subhumanos y no humanos), haciéndoles pensar que uno es mejor que el otro.