ECOS LATINOAMERICANOS: Mutaciones ideológicas

El problema es que hay elementos peligrosos en estas nuevas “posturas ideológicas”. (Foto: especial)

La incertidumbre sigue permeando en la arena internacional. El conflicto desatado por Rusia en Ucrania se ha prolongado mucho más de lo que los analistas suponían, y sus consecuencias, tanto políticas como económicas continúan repercutiendo globalmente; por un lado la reputación internacional del régimen de Vladimir Putin continua en descredito, a lo cual se suma la presión de EUA y la Unión Europea para evitar el consumo de bienes materiales rusos que permitan la operación de la industria militar comandada por Moscú, no obstante, lo anterior ha tenido un precio muy alto, la energía consumida tanto por la industria como por el ciudadano corriente de Europa, ha incrementado su costo tremendamente, repercutiendo en la vida diaria de los europeos, sin mencionar que aún falta ver las afectaciones invernales venideras.

Al mismo tiempo, China continúa expandiendo su influencia internacional, reafirmado su visión “marxista” como eje ideológico. Por muy criticable que pueda ser dicho discurso político, es innegable que la República Popular China gana cada vez más presencia en las naciones periféricas, frente a un lento retroceso de la influencia política-económica estadounidense. A su vez, EUA continúa con severas divisiones internas que cada vez siguen polarizando más y más las preferencias políticas, mismas que también son afectadas por las consecuencias económicas de la pandemia del COVID-19, lo cual les ha permitido a actores como Donald Trump mantenerse en el tablero de juego.

Como si eso fuera poco, muchas naciones, especialmente aquellas en vías de desarrollo, están cuestionando severamente sus sistemas políticos, optando cada vez más por liderazgos pragmáticos y anti-establishment, los cuales muchas veces esbozan posturas ideológicas muy radicales, aunque al mismo tiempo difusas y ambiguas. El ejemplo más reciente de esto ultimo es Italia, con un vuelco a la extrema derecha, pero que tiene características políticas contemporáneas, que, aunque bien pueden asemejarse con las del fascismo del periodo entreguerras, no son exactamente las mismas.

Como el ejemplo italiano, hay muchos más. Hoy en día las ideologías centrales de la llamada guerra fría, liberalismo-capitalista y comunismo-marxista, tienen múltiples cuestionamientos, y están siendo sustituidas por “nuevas ideologías”, que más bien parten de la practicidad y en algunos casos del nacionalismo antiglobalizador. Latinoamérica no ha sido omisa a este fenómeno, el crecimiento de movimientos que pregonan una “tercera posición” o que directamente mezclan en sus discursos elementos del fascismo con el liberalismo, o el nacionalismo con el socialismo comunitario, el anarquismo con el capitalismo, y hasta el fascismo con el marxismo, es un fenómeno cada vez más notorio.

Pero independientemente del origen, el fenómeno anterior demuestra que ya no hay una tendencia dominante a la cual seguir, ahora cada nación parece adoptar lo que considera “correcto” para su desarrollo político, lo cual no es malo en estricto sentido para la región, justamente la guerra fría impidió un desarrollo exitoso de proyectos nacionales de origen latinoamericano, y las naciones de nuestra región tuvieron que plegarse a los intereses político-ideológicos ya fuera de EUA o la Unión Soviética, por lo tanto no es negativo que surjan nuevos proyectos ideológicos que encuentren su raíz en Latinoamérica.

El problema es que hay elementos peligrosos en estas nuevas “posturas ideológicas”, y es que algunas de ellas tienen severas criticas tanto a las instituciones tradicionales como a la propia democracia. Lo cual puede abrir la senda hacia futuros autoritarismos. Aunque es pronto para visualizar lo mencionado, los defensores de los fundamentos democráticos e institucionales en la región deben estar atentos para procurar que los nuevos proyectos políticos logren tener el mínimo indispensable para sostener modelos democráticos, aunque sea de manera básica.

Pero lo anterior solo será posible si se suscitan dos factores políticos de manera simultánea: el primero de ellos es que las élites políticas de las naciones democráticas estén a la altura para contener la tentación autoritaria mediante la realización de políticas eficaces que permitan hacer frente a las actuales problemáticas económicas, energéticas y de salud pública; la segunda premisa es que tanto las instituciones de dichos países deben tener la capacidad de adaptarse y dar soluciones claras y concisas que incrementen la confianza de los ciudadanos en los procesos institucionales. Sin estos dos factores será muy difícil que puedan afrontarse los nuevos retos políticos sin caer en el autoritarismo.

No debe haber inconveniente con el surgimiento de nuevos proyectos políticos, así como tampoco con las ideologías, sin embargo, debe haber un mínimo de reglas para asegurar la estabilidad y desarrollo socioeconómico, dichas reglas deben procurar que estos proyectos e ideologías respeten el principio de la democracia, así como también el ejercicio del poder mediante elementos institucionales.