Preservadores…

En un futuro no muy lejano, las guerras serán no por el petróleo, sino por el agua. (Foto: especial)

 Ya en otras ocasiones hemos tocado la importancia del agua, como un bien de seguridad nacional.

En un futuro no muy lejano, las guerras serán no por el petróleo, sino por el agua. El país que tenga agua limpia será el más rico del orbe. De ahí el que muchos se opongan a la construcción del tren Maya, ya que acabará con importantísimos yacimientos del vital líquido.

A pesar de que todos sabemos que sin agua no hay vida, no la cuidamos. Es prácticamente imposible encontrar un rio, un lago, un mar no contaminado.

Estamos acabando con la vida.

Desde el viernes pasado, en el sur de la Ciudad de México se suscitó un conflicto justamente por el agua.

Estoy hablando de San Gregorio Atlapulco, pueblo originario. El vocablo Atlapulco significa “donde revolotea el agua” o “en las tierras del fango”.

Se tiene conocimiento que existe desde el período preclásico superior. Sus habitantes son de procedencia teotihuacana y migrantes chichimecas.

Debido a su ubicación geográfica, desde tiempos ancestrales se dedicaron y aun actualmente, lo hacen, a la producción de hortalizas y el conocimiento y cultivo de plantas medicinales.

 Han preservado el conocimiento ancestral en el uso y siembra de las chinampas, con orgullo y agradecimiento, por este saber sobre el manejo y cuidado de la tierra y el agua.

Atlapulco era muy importante por ser productores de alimentos, tras varios intentos de invasión por parte de los mexicas, finalmente en 1430 se unió a Tenochtitlan.

Atlapulco sobresalía por sus tlacuilos; personas dedicadas a escribir y guardar los acontecimientos de la región. Un legado de estos personajes son los relieves ubicados en el cerro llamado Xilotepec, estos relieves se encuentran en la cima justo debajo de las cruces que vislumbran al pueblo. Actualmente les llaman “La malinche” y/o “Juan Tamborilero.”  Los relieves se encuentran en muy mal estado, ya que han sufrido vandalismo y erosión. Durante la Colonia, los españoles intentaron exterminar las creencias y conocimiento de los pueblos, destruyendo todo, intentando imponer su religión para acabar con la resistencia indígena.

Es de suma importancia el hecho que fuera Atlapulco reconocido por sus Tlacuilos, pues eran estos los preservadores del conocimiento, (del náhuatl: tlahkwiloh, “pintor, ilustrador”). Personas hábiles en el dibujo, ​ a quienes desde niños se les educaba en el Calmécac, ​ para que tuviesen un conocimiento profundo de su lengua, cultura, costumbres, matemática, astronomía, religión, política, y arte. Todo este conocimiento de la vida de su sociedad, lo escribían con glifos, rebuses, retratos, mapas, etc. Se encargaban según su especialidad de los anales, genealogías, mapas, fijando límites en los diferentes señoríos, la distribución territorial, los libros de las leyes, ritos y ceremonias; también existían filósofos y sabios que se ocupaban de pintar acerca de las ciencias de su conocimiento, incluyendo la mitología. Asimismo, llevaban los registros de la diversidad biológica.

El glifo de Atlapulco está plasmado en el códice Mendocino o Mendoza enviado a Carlos V por Antonio de Mendoza Virrey de la Nueva España, quien desempeño este cargo en los años 1535 a 1550, con el fin de dar informes sobre las tierras “conquistadas”.

Su fiesta patronal es el 12 de marzo; día de la muerte de San Gregorio Magno quien es un Santo, Doctor y Papa de la Iglesia Católica. Coincidentemente, durante la época prehispánica, justamente alrededor de esa fecha, se realizaban rituales y fiestas en honor a Chicomecóatl (náhuatl: Chicomecóatl, siete serpientes, chicome, siete; coatl serpiente).  Diosa mexica de la subsistencia, en especial del maíz, principal patrona de la vegetación, y de la fertilidad. Por supuesto se veneraba también a Tlaloc.

Es importante conocer la historia de los pueblos, para poder entender su presente.  Esta tierra de Tlacuilos, hombres y mujeres memoria, preservadores de la tierra y del agua, lucha por sus derechos.

“El agua es del pueblo y para el pueblo”, se lee en una manta a la entrada del pueblo. Una serie de obras comenzadas hace días en las tuberías por parte del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) fueron el detonante de la movilización de los habitantes de San Gregorio, pues consideran que se trata de obras para desviar el agua de su territorio.

San Gregorio, Milpa Alta, son tierras en donde estuvo Zapata y dejó sus enseñanzas.

Es inevitable remitirnos a la historia; en 1911, Emiliano Zapata, lanzó el Plan de Ayala, en el que proclamó, tras el no cumplimiento de Madero del ideario revolucionario, la lucha armada como único medio para obtener justicia y la devolución de las tierras comunales, invadidas por las haciendas, a sus dueños originarios.

Por su ubicación estratégica, Zapata instalo su cuartel en estas tierras, ya que por su cercanía con el estado de Morelos, podía tener comunicación continua con los zapatistas concentrados en  ese estado,  y también era estratégica la altura  del terreno, para  la vigilancia de los movimientos de  tropas de Venustiano Carranza  que  estaban apoderadas de la capital., ya que desde este punto, se puede ver buena parte del sur del valle de México.

En este cuartel, Zapata ratificó el Plan de Ayala el 19 de julio de 1914. Los habitantes de la región recuerdan con orgullo, el que este hecho histórico haya ocurrido en sus tierras, como se constata en el museo creado en el cuartel.

 La vida lleva a uno por caminos maravillosos. Me tocó conocer San Gregorio, valorarlo y amar su historia, debido a que los ancestros de mis hijos, Raúl Y Natalia por la vía paterna, eran de San Gregorio, parte de sus raíces surgen de esas tierras. Incluso uno de sus ancestros; Camilo Nieto fue lugarteniente del General Zapata.

Gracias a eso conocí el amor que los lugareños tienen a la tierra, a el agua, su vida.

 Actualmente la escasez de agua afecta a todos los continentes. Cerca de 1.200 millones de personas, casi una quinta parte de la población mundial vive en áreas de escasez física de agua, mientras que 500 millones se aproximan a esta situación. Otros 1.600 millones, alrededor de un cuarto de la población mundial, se enfrentan a situaciones de escasez de agua, por la falta de infraestructura para llevarla hacia los diversos lugares.

Las comunidades indígenas, se enfrentan a la falta de agua en sus comunidades, pues sus bosques han sido talados de manera irracional, desecando las tierras, acabando con los mantos freáticos. También a causa de la minería a cielo abierto, que acaba y contamina todo; aire, tierra, agua, mantos freáticos.

Otro problema muy grave es la acción indebida de las instituciones correspondientes, al permitir el cambio al uso del suelo, convirtiéndose en aliados de inmobiliarias, las cuales la mayor de las veces perfora enormes pozos, dejando a los pobladores sin agua.

Los pueblos originarios, son preservadores de nuestra raíz, de nuestra cultura de nuestra historia.

Así lo compruebo a diario, en la lectura de la historia, al observar a los indígenas en su lucha por sus territorios, por sus usos y costumbres, por su lengua, por su cosmovisión.

 Así lo constaté una vez más el domingo pasado, al asistir a la premiación del concurso de nacimientos tradicionales, en la CDMX, organizado por la Secretaría de Cultura a través de FONART. Los participantes eran en su mayoría indígenas, preservadores de la cosmovisión originaria, a través del arte. Había también no indígenas, pero todos, amantes y preservadores de las técnicas ancestrales.

La mayoría de los ganadores eran nahuas de Guerrero, Purhépechas de Michoacán, y Mazahuas del Estado de México. Estados donde hay mucha violencia e inseguridad, pero no obstante ello, la fortaleza del espíritu encuentra como manera de expresión y comunicación el arte.

Pensé son los Tlacuilos actuales. Preservadores de la raíz y conocimiento ancestral.

La valentía distingue a quienes tienen conocimiento. Los cuales a través de la historia se les ha perseguido por ser un peligro al poder.

Termino con una cita de un manuscrito anónimo de Tlatelolco (1528), citado en La visión de los vencidos, de León Portilla.

“Y a tres sabios de Ehécatl (Quetzalcóatl), de origen texcocano, los comieron los perros. No más vinieron ellos a entregarse. Nadie los trajo. No más venían trayendo sus papeles con pinturas (códices). Eran cuatro, uno huyó: solo tres fueron alcanzados, allá en Coyoacán”.