Mujeres del siglo XX

En México, más del 67 por ciento de las mujeres no hablan de su sexualidad abiertamente | Fotografía: Archivo.

Los siguientes fragmentos que enseguida comparto, vienen de seis mujeres mexicanas, cuyos testimonios forman parte de la compilación realizada a inicios de la primera década del siglo XX, de 208 entrevistas hechas a igual número de mujeres.  Estas entrevistas merecieron la edición de cuatro volúmenes que llevan por título “Mujeres Mexicanas del Siglo XX”, con la colaboración de la Universidad Nacional Autónoma de México y otras seis Universidades del país, siendo autor del proyecto y director de la obra, el maestro Francisco Blanco Figueroa y la coordinación general de la Editorial Edicol S.A. de C.V.

       Hace más de un lustro que este interesante material llegó a mis manos y me propuse compartirlo entre jóvenes académicas que supuestamente se interesan en temas de género… y confieso que no tuve mucho éxito.  Ni qué decir de algunas amigas maestras de distintos niveles, cuyo tiempo dedicado a la preparación de materias, o a las evaluaciones e informes que con rigor deben presentar periódicamente, confesaban que “casi no les queda tiempo para la lectura” (y actualmente, me parece que puedo prescindir del “casi”).

       Así las cosas, he optado por hacer mis propias re-lecturas y también compartir todos estos fragmentos-chispazos que se encuentran de manera impresa en los inapreciables libros que día a día parecieran encaminarse, no al baúl de los recuerdos, sino irremediablemente a la guillotina, a la hoguera o a algún centro reciclador.  Es un modesto reconocimiento, entonces, a los valientes y sinceros testimonios de estas mujeres que seguramente –algunas-, todavía se encuentran afanadas “diseñando” la “otra revolución”.

Retos del feminismo

         “El feminismo empezó a tientas su segunda época en los años 70.  Hoy tenemos la experiencia, pero nos falta examinarla.  Algunas propuestas del feminismo ya se han incorporado a los movimientos centrales de las sociedades y de la globalización como la exigencia de democracia, de equidad en las relaciones de poder, de coparticipación en la toma de decisiones y en la conducción de los grandes procesos económicos y políticos.  Durante demasiado tiempo las mujeres de México aceptamos la marginación porque se imponía la dominación masculina a través de muchos órdenes.  Pero ahora ha cambiado la estructura fundamental de las sociedades y las nociones mismas de poder y de desarrollo, por lo que las mujeres podemos, al fin, desplegar toda nuestra capacidad de imaginación y acción hacia el futuro”, menciona Lourdes Arizpe, maestra en Antropología Social e Historia.

Portadoras de cambios

      “Considero que las mujeres hemos avanzado más que los hombres en términos de valores, de aprecio a la persona.  Son las condiciones materiales, las nuevas formas de existencia social las que están determinando estos cambios de actitud.  El hecho de que la mujer tenga que salir a trabajar es el principio del cambio.  Cuando las mujeres aportan económicamente al mantenimiento del hogar, se modifica la relación de pareja y se construye la posibilidad de una relación más igualitaria y de una familia menos autoritaria”, dice Rosa Albino Garavito Elías, que cuenta con una maestría en Ciencias Sociales.

La Iglesia en el próximo milenio

     “Un común denominador de las universitarias de nuestra organización (Federación de Mujeres Universitarias de México), es que cada día nos volvemos más feministas porque vemos la necesidad imperante de actuar en favor de nuestro género.  Claro que no todas lo aceptan abiertamente, debido a que fue un movimiento satanizado (sobre todo por la Iglesia) en sus orígenes.  Hay que luchar con las armas de la razón.  A mi hija le explico: ‘Ser feminista es defender a la mujer para que no sea discriminada por su pertenencia a un género; es una actitud vital que dejará de tener razón de existir cuando el machismo termine, cuando la sociedad sea verdaderamente igualitaria y se haya liberado de toda marginación por sexo.’  Ése será el fin del feminismo y será grandioso”, afirma Patricia Galeana, maestra en Historia de México.

Construir más que adornar    

     “La cuota que paga una mujer al ingresar en un nicho masculino es injusta: aparte de poseer talento, inteligencia y capacidad, tiene qué ser fotogénica, demostrar fuerza y soportar miles de ojos que esperan un error para corroborar la tesis milenaria de que las mujeres no pueden desempeñarse adecuadamente en un puesto de poder.  La participación femenina en la toma de decisiones es indispensable.  A nadie parece importarle que representemos el 52 por ciento del padrón electoral.  Mis logros se deben al trabajo, no a la suerte; por ello trato de impulsar a las jóvenes que se esfuerzan por ganar un lugar y empezar a demandar las condiciones adecuadas, tanto en el gobierno, como en la iniciativa privada, para el mejor desempeño y la valoración de nuestro trabajo”, menciona Rosario Green, maestra en Economía y Subsecretaria General en la ONU en 1994.

Feminismo en los genes                  

     “Las mujeres en México aún actúan con miedo, se autolimitan, arrastran un ancla ancestral demasiado pesada.  Conozco a trabajadoras que piensan en su crecimiento personal y no dejan de sentir culpa por abandonar a su familia.  Si ellas son líderes y el peso de la costumbre social todavía las asfixia, imaginemos al resto de la población femenina.  A pesar de esta conducta, existe un feminismo de actitud que es hereditario.  Las nuevas generaciones traen en la sangre los avances del proceso.  Aún no lo saben, pues no han encontrado el tope de crecimiento en estructuras laborales; es decir, la carreta no se les ha trabado.  Hasta en la televisión el papel de la mujer ha dado un pequeño giro; al menos, ya no siempre se muestra como un ser completamente pasivo.  La cultura va gestando su propia transformación.  El gran desafío de la mujer hoy, es equilibrar el espacio público y privado para generar las condiciones propias y desempeñar con eficiencia su nuevo papel”.  Esto lo señala Teresa Incháustegui, con estudios de Maestría en Sociología. 

       A más de veinte años de haber aparecido este esfuerzo editorial, dedicado al pensamiento de mujeres mexicanas del siglo XX, me resulta importante que reconozcamos con respeto y gratitud a quienes continúan “abriendo brecha” en el todavía azaroso camino del feminismo contemporáneo.  Y vaya para ellas (y ellos, obviamente), mi abrazo sincero desde este medio.