Paro cívico nacional para que triunfe la revolución democrática rosa

Plancha del Zócalo capitalino durante la marcha en defensa del INE del 26 de febrero del 2023. (Foto: especial)

Un nuevo triunfo democrático resultó la jornada del pasado 26 de febrero en lo que los organizadores llaman la primavera rosa y así fue como decenas de miles de personas salieron a defender la democracia, el INE y el voto libre como parte de las conquistas democráticas del verdadero pueblo de México. El balance es positivo, nunca en la historia política y democrática del país en una sola jornada se habían manifestado y movilizado tantas personas bajo pocas consignas, este hecho ya quedará como histórico.

La jornada por la defensa de la democracia es un duro golpe al gobierno autoritario y despótico de López Obrador y su 4T y el inicio de una nueva fase política para el país, en los tiempos en que la democracia es necesaria pero insuficiente para resolver todos los problemas nacionales, pero apenas es el comienzo de una larga batalla que va más allá como se ha dicho en este espacio de la elección  presidencial del 2024, porque está en juego el proyecto nacional que indudablemente tendrán que definir la mayoría de los mexicanos.

Si bien es cierto, que le tocará a la Suprema Corte de la Nación determinar la constitucionalidad del Plan “B”, esta determinación estará en función de la insurgencia y movilización ciudadana y prueba de ello fue la jornada del 13 de noviembre del año pasado que obligó al PRI votar en contra de la reforma constitucional en materia electoral.

También, no es suficiente continuar con las movilizaciones y concentraciones como la del pasado 26 de febrero, si no es necesario otros métodos de lucha como un Paro Cívico Nacional para que los ministros de la Suprema Corte de la Nación invaliden el Plan “B”.

Por ello, la tarea inmediata es preparar esta nueva jornada y que sea en un día laborable para parar las actividades económicas del país porque las pérdidas económicas van a ser menores al costo de la pérdida de la democracia y la consumación del régimen político autoritario y despótico de López Obrador de la 4T.

Los organizadores y oradores de la primavera rosa llamaron a confiar en la decisión de los ministros de la corte, sin embargo, los ciudadanos no deben de confiar ni un instante en el tribunal constitucional del país por lo tanto no se le debe de dar un voto de confianza al mismo y solo confiar en la capacidad de la movilización como ahora se ha hecho hasta los más conservadores analistas políticos afirman que este conflicto se definirá en las calles.

Los efectos de esta verdadera insurgencia ciudadana por la defensa de la democracia entre los seguidores de López Obrador y la 4T han quedado inmóviles y argumentan que los verdaderos organizadores fueron los panistas y priistas, en cierta manera el argumento tiene algo de verdadero; pero aquí hay un fenómeno que hay que  analizar, qué es el carácter político  de los convocantes y la disposición de los ciudadanos a la movilización, este hecho es contradictorio, además hay que tomar en cuenta la composición social de la movilización que en una buena parte las personas que salieron a movilizarse pertenecen a la clase media y media alta que refleja su repudio a la política de López Obrador, por lo tanto esta jornada en defensa por la democracia por su contenido  fue también antigubernamental. En este sentido las masas pueden pensar y seguir a direcciones políticas conservadoras o de derecha como el PAN y el PRI, pero movilizarse hacia la izquierda, porque en estos tiempos contemporáneos el régimen democrático es incompatible con el capitalismo global, es decir que hoy los gobiernos no pueden satisfacer las demandas sociales y ciudadanas y por lo tanto la lucha por la democracia de manera inconsciente cuestiona al capitalismo global, por ello los convocantes a la jornada del pasado domingo únicamente quieren echar abajo el Plan “B” y encaminar la movilización a la elección del 2024, es decir “cambiar todo” para que todo siga igual.

Es por ello que tampoco se puede confiar en los convocantes a las jornadas en defensa de la democracia.

Por lo pronto, por una parte, la definición está en manos de la suprema corte y por otro lado depende del Paro Cívico Nacional que hay que preparar antes del 18 de marzo, en que López Obrador pretende movilizar a su cautiva base social.

Por último, la izquierda social y los trabajadores deben participar en este movimiento y levantar un programa alternativo con todas sus reivindicaciones y participación en una táctica de unidad de acción para que triunfe, no la primavera sino la revolución democrática color de rosa.