La revolución morada-verde

Marcha del 8M en Morelia. (Foto: ACG)

Las mujeres de todo el mundo están indignadas por todos los agravios de una sociedad de clase, es decir una sociedad donde el machismo es una forma de sometimiento de la mujer con diferentes maneras de sometimiento y la forma del patriarcado que es sinónimo de opresión.

Con el desarrollo material de la sociedad primitiva surgió la división social del trabajo y paralelamente la división sexual del trabajo. En este sentido por la función biológica reproductiva de la mujer, el nuevo papel que se le asignó fue la procreación y los quehaceres del hogar y el cuidado de los hijos, es necesario precisar que de acuerdo a las investigaciones antropológicas las mujeres tendrían en las comunidades primitivas los mismos derechos y la misma fuerza física de los hombres, además las mujeres no tenían un hogar específico lo que significa que podrían tener relaciones afectivas y sexuales con todos los hombres de la comunidad sin ninguna censura de carácter moral porque las condiciones de la producción y reproducción de la vida material y el dominio de la naturaleza como fuente de la satisfacción de las necesidades primarias solo se podrían hacer en comunidad; la división social del trabajo no existía hasta que apareció el excedente material y la propiedad privada sobre los medios tanto de trabajo como de producción y como consecuencia las clases sociales.

Por lo tanto, a la mujer le ha tocado jugar el rol de formar parte de la propiedad privada del hombre porque como ya se indicó se le asignó el papel de un medio más de la producción y reproducción de la vida material y espiritual de la sociedad en las diferentes formas o modos de producción donde existan clases sociales.

Una de las principales funciones de las mujeres a desempeñar es la formación y el cuidado de la familia, en especial de los hijos, como futuros trabajadores o trabajadoras, de esta manera históricamente la mujer ha jugado el papel de servidumbre, ha sido oprimida y explotada bajo la violencia explícita o implícita que en términos sociales y políticos no ha tenido ni voz ni voto en la vida familiar, social, política y pública; pero sí un papel fundamental en el proceso de la producción social y más específicamente en la sociedad burguesa o del capitalismo ahora global.

El incremento de la violencia hacia las mujeres entre muchas causas es su incorporación de manera formal o informal al mercado de trabajo, en especial las que pertenecen a la clase trabajadora, amplios sectores de ella han abandonado la función principal del cuidado del hogar, aunque todavía lo hacen en una doble jornada.

Sin embargo, el papel de la mujer y su liberación plena pasa por la socialización de los trabajos domésticos y el cuidado de la familia, hijos y ahora de los adultos mayores.

En este sentido los movimientos feministas y las conquistas laborales y sociales no solo son insuficientes, sino que por la crisis del capitalismo global vienen siendo aniquiladas.

Mucho se tiene que decir sobre este problema social, principalmente por las mujeres y sólo ellas pueden encontrar las alternativas de lucha para su liberación, sobre todo en el aspecto de la conquista de la igualdad económica, social, política y sobre todo de sus derechos reproductivos.

Hoy las mujeres son violentadas, asesinadas con crueldad y desaparecidas ante la mirada indiferente de los poderes del Estado; la batalla es muy desigual, larga y sin descanso, pero ya dijeron ¡basta! Por lo que están indignadas como lo demostraron el pasado 8 de marzo.

También existen diferentes formas de feminismo y de lucha, pero su liberación no se podrá alcanzar sin la liberación del conjunto de la sociedad clasista y el aniquilamiento de la sociedad burguesa de este agónico capitalismo global.

Por lo pronto la movilización del pasado 8 de marzo es una parte importante de lo que se puede llamar la revolución morada-verde que es la síntesis por la liberación y los derechos sociales y reproductivos de las mujeres.