Los ideales están vivos y vigentes…

"El mejor homenaje, es trabajar y luchar, para hacer realidad los anhelos de justicia, igualdad, de alto a la violencia", refirió Xuchitl Vázquez Pallares

Tener memoria histórica es tener raíces firmes, identidad, certeza en el presente y capacidad de crear un mejor futuro.

Es por esto, que es importante el recordar y rendir homenaje a los grandes hombres.

Mi padre me enseñó que los homenajes son compromiso. Como mexicana, como hija de Natalio Vázquez Pallares, honro al gran sembrador de ideas e ideales. Sembrador de conocimiento, defensor de las comunidades indígenas, de los bosques, de todos los recursos naturales y energéticos, de la democracia, de la soberanía y de la paz.

El mejor homenaje, es trabajar y luchar, para hacer realidad los anhelos de justicia, igualdad, de alto a la violencia en todos los ámbitos, y lograr la paz anhelada por los pueblos de todo el orbe, es compromiso ineludible en estos tiempos.

 Hace 90 años en 1933, se forjó no solo una gran amistad, sino el compromiso conjunto del General Cárdenas y Natalio Vázquez Pallares, por trabajar y luchar por hacer realidad el proyecto de nación producto de la Revolución Mexicana, cuyos anhelos están vivos, están vigentes.

 Agradezco a Cuauhtémoc Cárdenas, el haber aceptado  nuestra invitación  para ser orador principal, en el homenaje a Natalio Vázquez Pallares, el pasado domingo 26 de marzo.

Nadie mejor que él, que le conoció muy de cerca, compartieron luchas, ideales y anhelos, de un México con justicia, soberanía, democracia e igualdad.

Les compartimos a continuación el discurso del Ing. Cuauhtémoc Cárdenas:

Conocí a Natalio Vázquez Pallares a través de la relación de amistad y política que mantuvo con mi padre.

Así empezamos a tratarnos y a desarrollar una amistad y una identidad que se prolongó hasta que él faltó hace cuarenta y dos años.

Coincidimos acompañando a mi padre en recorridos por diferentes partes del país, lo que daba la oportunidad de escucharlo en largas y amenas pláticas, en conocer cómo, desde muy joven, desde Coalcomán, venía el conocimiento con mi padre, cómo había vivido la rebelión cristera en su tierra natal, cómo había sido su participación en la formación e impulso de las Juventudes Cardenistas que tomaron parte en la campaña política de 1933-34, en la formación del FESO (Frente de Estudiantes Socialistas de Occidente) en la Universidad de Guadalajara. Mucho platicábamos de los problemas del país y de los desvios de diferentes administraciones de los objetivos y caminos de la Revolución.

Conocí los artículos que, siendo él diputado de la XL Legislatura federal, publicó en 1952, en defensa del petróleo nacionalizado, rechazando con energía la suscripción de contratos riesgo, artículos que mucho disgustaron al gobierno de ese entonces y mostraron una vez más la solidez de su patriotismo.

Con interés seguí la jornada democrática de 1961-62 en la que Natalio, junto con Emilio Romero y Enrique Bravo, encabezó la Unidad Revolucionaria, buscando abrir democráticamente al partido oficial en la elección de gobernador de 1962, que tropezó con la cerrazón del gobierno federal y llevó a que Michoacán tuviera por seis años una administración altamente antipopular y fuertemente represiva a cualquier asomo democrático. Fue ese gobierno el que arbitrariamente interfirió la vida interna de la Universidad Michoacana y cuando se dio el allanamiento, la toma militar del Primitivo y Nacional Colegio de San Nicolás.

Y estamos, por cierto, frente al Colegio, corazón de la Universidad Michoacana de la que, muy joven, Natalio Vázquez Pallares fue rector.

Durante su rectorado y promovida por él, el Congreso local expide una nueva Ley Orgánica para la Universidad, buscando que su actividad se correspondiera de manera directa con la propuesta educativa del gobierno de Lázaro Cárdenas: la educación socialista.

Al respecto, conviene recordar que cuando se discutía el Plan Sexenal, plan de gobierno para el periodo 1934-1940 que se avecinaba, la diputación, en aquel momento recién elegida, presentó una iniciativa en cuya exposición de motivos se expresaba: “No será una escuela socialista determinada dentro del conjunto de las que actualmente se disputan los campos de especulación y de acción en el mundo, la que inspirará las orientaciones de nuestra educación. Nuestro socialismo, el socialismo de la Revolución Mexicana, tiene su doctrina inmediata en los principios relativos de la Constitución General de la República…”

Lázaro Cárdenas, por su parte, unos meses antes de asumir la presidencia, declaró: “…la principal acción de la nueva fase de la Revolución es la marcha de México hacia el socialismo, movimiento que se aparta por igual de las normas anacrónicas del liberalismo clásico y de las que son propias del comunismo que tiene como campo de experimentación a la Rusia soviética. Del liberalismo individualista se aparta, porque éste no fue capaz de generar en el mundo sino la explotación del hombre por el hombre, al entregar, sin frenos, las fuentes naturales de riqueza y los medios de producción, al egoísmo de los individuos. Del comunismo de Estado se aparta, igualmente, porque no está en la idiosincrasia de nuestro pueblo la adopción de un sistema que le priva del disfrute integral de su esfuerzo, ni tampoco desea la sustitución del patrón individual por el Estado-patrón”.

En algún momento, Natalio expresó que “había que ‘nacionalizar el marxismo’, que para él significaba ‘sumergirnos en la historia y geografía mexicanas; recobrar la tradición de luchas de las masas populares y de sus grandes conductores; aprender de sus gestas victoriosas como de sus derrotas’ …también insistía en ‘la defensa del patrimonio nacional y la lucha por reformas estructurales’”.

Y quiero pensar que ese socialismo, de profunda raíz mexicana, fue el que adoptó e impulsó Natalio Vázquez Pallares en su actividad pública.

En pláticas con él, recuerdo que frecuentemente hacía referencia al artículo 3° constitucional, diciendo que en él se encontraba la mejor síntesis del marco en el que debieran desarrollarse el país y la sociedad. Ese texto establecía que la educación que imparta el Estado “tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la patria y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y la justicia:

I. Garantizada por el artículo 24 la libertad de creencias, el criterio que orientará a dicha educación se mantendrá por completo ajeno a cualquier doctrina religiosa y, basado en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios. Además:

a) Será democrático, considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.

b) Será nacional, en cuanto -sin hostilidades ni exclusivismos- atenderá a la comprensión de nuestros problemas, al aprovechamiento de nuestros recursos, a la defensa de nuestra independencia política, al aseguramiento de nuestra independencia económica y a la continuidad y acrecentamiento de nuestra cultura.

c) Contribuirá a la mejor convivencia humana, tanto por los elementos que aporte a fin de robustecer en el educando, junto con el aprecio por la dignidad de la persona y la integridad de la familia, la convicción del interés general de la sociedad, cuanto por el cuidado que ponga en sustentar los ideales de la fraternidad e igualdad de derechos de todos los hombres, evitando los privilegios de razas, de sectas, de grupos, de sexos o de individuos”.

Con esa ideología y estos principios condujo su vida Natalio Vázquez Pallares. Y así lo encontramos solidarizándose con la lucha de los trabajadores electricistas de la Tendencia Democrática, encabezados por Rafael Galván, en la defensa de sus derechos. Así, fue solidario con el movimiento popular de Michoacán que apoyó mi pretensión de llegar al gobierno del estado en 1974 y, desde luego, me acompañó en las campañas por el Senado y por la gubernatura en 1976 y 1980. Su solidaridad fue para mi, certeza de que el rumbo era el correcto.

Recordaremos a Natalio Vázquez Pallares, y lo recordarán generaciones futuras, como un luchador infatigable, firme revolucionario, michoacano con profundo apego al terruño y nicolaíta de corazón, presente siempre en los esfuerzos liberadores del pueblo mexicano”.

Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano. 

vazquezpallares@gmail.com