Debatamos Michoacán: Colonialidad del poder

La Perspectiva de la Colonialidad del Poder, se encuadra en el contexto de la caída del Muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría del siglo XX (Foto: Pixabay)

Durante el siglo XX, se generaron diversas teorías sobre las cuestiones del poder, pero cuatro de ellas, son las teorías originadas en el suelo latinoamericano que cruzaron en sentido contrario la Gran Frontera, es decir, la frontera que divide el mundo entre el Norte global y el Sur global y alcanzaron impacto y permanencia en el pensamiento mundial.

De esta manera tenemos la Teología de la Liberación, la Pedagogía del Oprimido, la Teoría de la Marginalidad que fractura la Teoría de la Dependencia y, más recientemente, la Perspectiva de la Colonialidad del Poder, preparada por Aníbal Quijano, filósofo peruano, que compartió con Rita Segato, Ramón Grofoguel, María Lugones, entre otros.

La Perspectiva de la Colonialidad del Poder, se encuadra en el contexto de la caída del Muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría del siglo XX.

Desde la posición teórica de la colonialidad, nos expresa Ramón Grosfoguel, que para abordar las problemáticas que tenemos como sociedad, debemos de considerar no solo el que vivimos en un sistema económico, sino que vivimos en una civilización que tiene como uno de sus componentes un sistema económico, pero ese sistema económico está atravesado por una multiplicidad de jerarquías de poder que no se agotan en la economía.

Entre las jerarquías de poder globales tenemos aquellas que son raciales, de género, sexuales, epistémicas, pedagógicas, artísticas, estéticas, lingüísticas, espaciales, ecológicas, medicales, raciales, de medios de comunicación, y este entramado de jerarquías de poder globales forman parte de una civilización, por ello, no podemos solo considerar la economía para resolver los problemas sociales.

Es decir, atender lo económico, no resuelve en sí mismo la problemática, porque si la gente se organiza para luchar contra las cuestiones económicas o contra el capital, pero no considera y continúa reproduciendo el racismo, género, sexismo, desprecio de los saberes, eurocentrismo, cristianocentrismo, cartesianismo y todos los problemas de esta civilización, termina corrompiendo la lucha contra el capital. Esta breve reflexión la hice en días pasados como disertante en el marco del Diplomado “Educación ambiental y sustentabilidad; historia y agentes de cambio en Michoacán. Hacia la formación, capacitación y actualización y profesionalización”, que organiza la Facultad de Historia de la UMSNH, la Secretaria de Medio Ambiente, y el Consejo Estatal de Ecología.

Por ello, el socialismo del siglo XX se entendía que si se resolvía lo económico se resolvía lo demás y el problema es que no solamente no resolvieron lo demás sino que no resolvieron lo económico porque si tú te organizas o “luchas contra el capital reproduciendo racismo, sexismo, eurocentrismo, cristianocentrismo, cartesianismo y todos los problemas de esta civilización, se termina corrompiendo la lucha contra el capital que fue lo que pasó con el socialismo del siglo XX que terminó siendo capitalismo de Estado e incluso la construcción de un imperio, en este caso del imperio soviético, que practica un imperialismo hacia su periferia y terminó corrompiéndose en un capitalismo de Estado que termino al final con los obreros levantándose contra el supuesto Estado obrero” (Grosfoguel).

Por ello, si queremos ir más allá y plantearnos una lucha radical contra la civilización que tenemos o el sistema mundo que vivimos, debemos pensar no solamente en lo económico, sino en una lucha antisistémica e interseccional; antisistémica porque debemos de luchar contra todas las formas de opresión, es decir, si luchamos contra el capital, debemos de organizarnos para impulsar una lucha que sea antisexista, antirracista, antieurocentrica, anticristianocéntrica, anticolonial, antidiscriminatoria, etc.

En este sentido nos precisa Grosfoguel “Si estamos luchando contra el patriarcado cristianocéntrico, que es el que se globaliza a través del mundo por medio de 400 años de expansión colonial europea, entonces es necesario organizarse de manera interseccional para que en esa lucha contra el patriarcado no se reproduzcan las lógicas, otras lógicas de dominación que forman parte de este sistema”.

La lucha social que se podría emprender estará dada no solo en echar abajo el modelo económico, sino el sistema civilizatorio en que vivimos, es decir, el sistema mundo. De esta manera se propone visibilizar esta realidad a partir de reconocer que vivimos no solo en un ambiente económico, sino en una civilización que es abrazada por un “sistema-mundo capitalista/patriarcal occidentalocéntica/cristianocéntica moderno-colonial”. De esta manera se hace visible lo que en la otra conceptualización se hace invisible.

Pese a esta posición, se requiere de una reflexión sobre cómo se encuentra el poder en el mundo; para Frantz Fanon, él le determina como la división entre los afortunados y los condenados de la tierra que no es otra cosa que una división racial.

Fanon, confirma que es necesario dividir el mundo entre zonas de ser (el humano existe, está) y zonas de no ser (el humano no existe, no está). La mayor parte de los humanos en ese sistema-mundo, en esta civilización, están en la zona del no ser, es decir, son sujetos cuya humanidad no es reconocida como tal; frente a una minoría del mundo que está en la zona del ser cuya humanidad es reconocida.

Dentro de esa zona del no ser hay opresión, no se dan privilegios, y hay conflictos; en esa zona se viven diferentes conflictos de clase, raciales, sexuales, de opresión nacional, conflictos de todo tipo. Lo que no se vive en la zona del ser, es la opresión racial, es decir, ahí se vive privilegio racial.

Eso quiere decir que el yo, el yo imperial, capitalista, patriarcal, que es el yo dominador imperialista, capitalista, etc. oprime a esos “otros” (proletarios, mujeres, jóvenes, queer, nacionalidades, en la zona del ser cuya humanidad es reconocida). Como dice Bouventura de Sousa Santos, la manera en que se gestionan los conflictos en esa zona es por métodos de regulación y de emancipación y de reconocimiento de códigos de derechos, laborales, derechos de la mujer, derechos humanos, etc. y reconocimiento de discurso emancipatorio como igualdad, libertad, autonomía, etc. Un ejemplo las manifestaciones por los derechos humanos al salario, al trabajo, nunca serán reprimidos por la policía, todos y todas tienen el salario reconocido y la posibilidad de acceso a un trabajo.

Suceden cosas diferentes en la zona del no ser, toda vez que su humanidad no es reconocida, por ende, todas sus formas de pensar, de existir, espirituales, de actuar y de ser, son consideradas inferiores, por lo que las personas son inferiorizadas.

Eso hace que las estrategias de descolonización en una zona y otra, sean diferentes. En la zona del no ser el sistema atiende los conflictos de manera diferente a la zona del ser. En la zona del ser se usan regulación y emancipación y en la zona del no ser utilizan violencia y desposesión.

Eso plantea experiencias muy diversas y plantea igualmente la necesidad de teorías críticas diferenciadas que den cuenta de las experiencias histórico-sociales diferenciadas entre zona del ser y zona del no ser. Tú no puedes entender lo que se vive en la zona del no ser con las teorías críticas que se producen desde la zona del ser y viceversa. Parte del conflicto entre los oprimidos de cada una de estas dos zonas es cuando desde la zona del ser se habla de deconstruir las identidades, no luchar desde identidades, etc. En los contenidos para escribir este Debatamos Michoacán se utilizo información de Frantz Fanón, Ramón Grosfogel, Boaventura de Sousa Santos.