Negociaciones entre Cabildo y Diversiones el Bosque “van bien”: concesionario

Comerciantes no están de acuerdo con que los juegos mecánicos sean retirados.

La atracción se mantiene en el Bosque Cuauhtémoc, con un ampliación del Ayuntamiento. | Agencia Comunicación Gráfica

Morelia, Mich.- Las negociaciones con el Cabildo de Morelia van bien, así lo reconoció este sábado Héctor Gerardo Escamilla Rangel, propietario de “Diversiones el Bosque”, mientras encendía los juegos mecánicos que, sin niños disfrutándolos, se pusieron en movimiento para deleite de los morelianos que caminan por la zona sur del bosque Cuauthémoc.

No precisó en qué consiste la percepción positiva del proceso, si lograron algún acuerdo con el ayuntamiento para permanecer en la zona, si ya tienen un sitio para ser reubicados o si se concederá alguna prórroga adicional.

Argumentó que no quiere dar información que pueda comprometer el proceso de diálogo que está sosteniendo con la institución: “En su momento les estaremos informando”.

Cabe recordar que a Gerardo Escamilla se le negó la posibilidad de renovar su permiso en marzo de este año, cuando el ayuntamiento de Morelia dio a conocer que, en lugar de los juegos mecánicos existentes, construiría un centro recreativo gratuito “para chicos y grandes”. Se le pidió a Gerardo que se retirara del sitio en el que se estableció desde 1952 en un plazo no mayor a quince días. Desde entonces se le han concedido una serie de prórrogas, la última de las cuales tiene como fecha límite el 6 de junio, según lo que informó este lunes el secretario del ayuntamiento, Yankel Benítez.

“¿Para que pongan instalaciones como las del DIF?”

Jonathan asiste todos los días al bosque Cuauhtémoc desde que tenía tres años de edad, cuando acompañaba a su papá y a su mamá a vender raspados elaborados artesanalmente. Hoy es él quien los vende en un puesto ubicado afuera de la zona en disputa. Está inconforme con la decisión de retirar los juegos mecánicos.

Reconoce la labor de Gerardo y da a conocer su postura en contra del proyecto del municipio, al destacar la importancia de un lugar de fácil acceso a la población, como este: “Aquí los niños pagan ocho pesos por juego, sólo uno cuesta 24. En la feria y en otros lados te andan cobrando hasta 50”.

Jonathan relata con pasión cómo ha cambiado el bosque a lo largo de los cuarenta años que ha podido conocerlo. Aborda las problemáticas sociales que van desde los grafitis hasta el robo de coches. Conoce a los actores del lugar: “patinetos”, “bicicletos”, “gente que hace sus rituales a un lado del Cuauhtémoc”. No pasa por alto la picaresca: “Han agarrado parejas de jóvenes en el delicioso (encuentros eróticos). Es notorio, aunque se pongan sus chamarritas. Llegan los policías y se los llevan”.

Interrumpe la narración su proveedor de yogures comerciales, el tema se hace presente por sí mismo:

  • ¿No que ya los iban a quitar? –pregunta el proveedor señalando con un movimiento de cabeza los juegos mecánicos.
  • Eso decían, pero mira, ahí siguen.
  • ¿Y qué van poner en su lugar?
  • Juegos como esos.

Jonathan señala las instalaciones que tiene del otro lado del pasillo la estancia local del Desarrollo Integral para la Familia (Dif): resbaladillas y pasamanos.

  • ¿Y esos para qué, si hay en cualquier colonia de la ciudad? –responde el proveedor.

Se hace un breve silencio. Ambos mueven la cabeza en muestra de rechazo.

  • ¿Cuántos “Vive” vas a querer?