No nos consultan y, cuando nos consultan, nos engañan: vecinos sobre nuevos antros y bares

Ciudadanos del Centro Histórico coinciden en las afectaciones que el giro rojo les representa; en otros puntos de la ciudad también incomoda

Algunos bares y antros operan con la molestia de algunos ciudadanos. La imagen solo es ilustrativa.

Morelia, Mich.- Vecinos del Bulevar García de León se quejan de la apertura de nuevos bares y antros en la zona que les generan afectaciones diversas, particularmente ruido e inseguridad. No han sido consultados para aprobar los permisos que se les otorgan a estos establecimientos y, cuando les han consultado, se les suele engañar.

La principal afectación que señalan todos los vecinos entrevistados es la contaminación auditiva, que –aseguran – rebasan los límites permitidos por las autoridades, tanto en lo que respecta al volumen como en términos de horarios.

La afirmación de que, aunque solo pueden funcionar hasta las 03:00 horas, el ruido se da hasta las 04:00 o incluso hasta las 05:00 horas de la mañana, no solo los fines de semana.

“Aun teniendo las ventanas cerradas parece que tiene uno la música acá adentro”, dice Jesús, médico de 59 años, cuyo domicilio está a unos 50 metros del primer antro alrededor.

Otra afectación común a sus relatos es la inseguridad, desde los arrancones hasta los robos. “¡Seguido pasa! Te puedo decir que aquí por lo menos una vez a la semana dan un cristalazo. Salen los chavos de los bares y se encuentran sus autos robados”, dice Francisco, de 40 años de edad, vecino que vive a unos metros de un nuevo bar.

Relata que en todo el tiempo que tiene viviendo allí, apenas hace seis meses comenzaron a consultarles en esta materia. Sin embargo, subraya que es muy común que soliciten permisos con información falsa, ya que los vecinos están hartos de los bares y nadie quiere dar permisos: “Aquí vinieron a preguntarme si daba mi autorización para que se pusieran unos tacos, un restaurante. Así me dijeron. Yo dije que sí y terminó siendo un antro”, dice con molestia.

Jesús tiene 67 años y es abogado. Coincide en que hay más antros y relata otra estrategia que se lleva a cabo para engañar a los vecinos.

 “Cuando se puso el primer bar aquí en la esquina, vinieron a pedir autorización y todo mundo lo negó. El que era encargado del orden empezó a hacer una lista de los que no estábamos de acuerdo, y eso que nos dijeron que iba a ser un restaurante y que iban a tener sonido de casa. Mintieron. La cosa es que la mayoría dijo que no. Bueno, esas hojas no tenían encabezado y las pusieron como que habíamos dicho que sí y se puso (el antro). No sirve de nada que uno diga que no”, relata.

A otros no los han consultado jamás, como a Javier, ingeniero de 72 años de edad, quien, no obstante, vive en una zona con varios antros a menos de 100 metros a la redonda.

Irregularidades también en el Centro Histórico

En el Centro Histórico –coinciden los vecinos entrevistados– las irregularidades son la regla: antros y bares que ponen música a altos decibeles (volumen), no se respetan los horarios de funcionamiento y ha aumentado la inseguridad por la dinámica que conllevan los establecimientos dedicados a la venta de alcohol. También coinciden con los vecinos del Bulevar en que las denuncias no se atienden.

“Hay muchas irregularidades en cuanto a audio, horario de restricción. Ya no son solamente los fines de semana, sino toda la semana. Además, hay muchas peleas, muchas riñas, en una zona que supuestamente es muy segura”, dice Omar, empresario de 37 años, vecino de la zona centro-poniente.

Más al sur, Roberto, contador, percibe un descenso de negocios del giro rojo. “La calle se llama Quintana Roo y ya le decíamos ‘Cantina Rock’”, dice con sorna. Sin embargo, la inseguridad sigue siendo muy común: “Aquí de que no hay cristalazos, se roban carros, asaltan personas. Casualmente, cuando eso pasa, no están los franeleros”.

Ya casi en el corazón del Centro Histórico, Elizabeth, enfermera de 32 años, reconoce que no percibe un aumento de bares y antros. Si bien dice que detrás de su casa se genera ruido, también señala que “es muy poco”. No sabe si se ha denunciado o atendido esta situación.

En la zona oriente Rosa María, jubilada de 67 años, dice que ha aumentado la presencia de este tipo de establecimientos. En la calle donde vive, señala, además del ruido, se vive particularmente un problema de que quienes salen de los antros, se van allí a tomar y generalmente hay “gritos, pleitos y cosas así”. Y aunque se ha informado a las autoridades, “nunca vienen”, lamenta.