Pena de muerte, un asunto polémico 

En 2022, Amnistía Internacional reportó la ejecución de al menos 883 personas en 20 países. (Foto: especial)

Pena de muerte, tema complicado y controvertido como pocos. La pena de muerte es considerada por muchos como el castigo más severo que puede imponerse a un individuo por cometer determinados crímenes considerados, en esos momentos y por esa sociedad, como “muy graves”. Sin embargo, su mera existencia ha suscitado, desde sus inicios, importantes argumentos tanto a favor como en contra de su aplicación.

Históricamente la pena de muerte ha sido parte de los sistemas penales desde el inicio de los mismos. Fue un castigo habitual en las Ciudades Estado sumerias, en el antiguo Israel, en Babilonia y Persia, en Grecia y en Roma. A lo largo de la Edad Media, la pena capital siguió siendo muy común no solo en Europa occidental, sino también en Bizancio y en la América precolombina.

En la época contemporánea aparece la guillotina, utilizada en Francia con singular entusiasmo durante el llamado reino del terror, entre 1793 y 1794, al grado de que este aparato se convirtió en el símbolo de la Revolución francesa.

Vale la pena acotar que al finalizar las Segunda Guerra Mundial se establecieron tribunales especiales en Nuremberg y Tokio para juzgar y castigar a los criminales de guerra. Ahí se dictaron varias penas de muerte, por ahorcamiento. Entre otros fueron ejecutados Alfred Jodl, Ernst Kaltenbrunner, Wilhelm Keitel, Joachim von Ribbentrop, Alfred Rosenberg, Fritz Sauckel, Arthur Seyss-Inquart y Julius Streicher.

Pero no todo mundo está convencido de la eficacia y necesidad de la pena de muerte. Los argumentos a favor se basan principalmente en la idea de que es una forma de justicia retributiva. Se argumenta que aquellos que han cometido crímenes atroces deben pagar con su vida, ya que sus acciones han causado un daño irreparable a las víctimas y a la sociedad en su conjunto. Además, se sostiene que la pena de muerte puede actuar como una disuasión efectiva para evitar que otros individuos cometan crímenes similares.

Por otro lado, los argumentos en contra se centran en varios aspectos. En primer lugar, se cuestiona su efectividad como disuasión, ya que no hay evidencia concluyente de que la amenaza de la pena de muerte disuada de manera significativa la comisión de crímenes graves. Además, se señala que la pena de muerte es irreversible y existe siempre la posibilidad de que se cometa un error judicial, lo que llevaría a la ejecución de una persona inocente. Este riesgo de error ha llevado a muchos países a abolirla.

En 2022, Amnistía Internacional reportó la ejecución de al menos 883 personas en 20 países, lo que supone un incremento del 53% respecto al total registrado en 2021. La ONG destaca que este aumento de las ejecuciones fue encabezado por países de Oriente Medio y el norte de África, donde las cifras documentadas pasaron de 520 en 2021 a 825 en 2022.

La organización apunta que el número total de ejecuciones registradas el pasado año constituye la cifra más alta de los últimos cinco años. Sin embargo, la cifra global real es mucho mayor, puesto que no incluye las ejecuciones que la organización cree que tuvieron lugar en China, donde los datos sobre la pena de muerte están clasificados como secreto de Estado. Así mismo, la organización tampoco puede realizar un seguimiento riguroso de las ejecuciones llevadas a cabo en otros países como Corea del Norte o Vietnam, en los que también se tiene constancia de que se usa ampliamente la pena capital.

Aunque se desconoce el número preciso de personas ejecutadas en China, el país siguió encabezando el ranking de los mayores ejecutores a nivel mundial, pues Amnistía Internacional cree que el año pasado miles de personas fueron ejecutadas allí. Sin tener en cuenta las ejecuciones que se cree que han tenido lugar en Afganistán, Corea del Norte, Siria y Vietnam y cuyo número ha sido imposible determinar. Al gigante asiático le siguen Irán (con al menos 576 ejecuciones), Arabia Saudí (con 196 ejecuciones registradas), Egipto (24) y Estados Unidos (18). Irak, Singapur, Kuwait, Somalia y Sudán del Sur completan la lista de los diez países que más personas ejecutaron en 2022.

Quizá el único caso que puede considerarse como un “éxito” en lo relativo a la pena de muerte es Singapur, un país conocido por tener una de las tasas de criminalidad más bajas del mundo, y esto se atribuye en parte a su enfoque más que estricto respecto a la pena capital.

Pero en México la pena de muerte es un asunto que no nos debe preocupar. En nuestro país la pena de muerte ya no existe, fue suprimida desde hace años. Por lo tanto, no existe; al menos no oficialmente.