DEBATAMOS MICHOACÁN: Paz, comunidad, escuela

Requerimos de una Paz que se construya en la escuela en el día a día, minuto a minuto, porque la Paz es dinámica y no estática. | Fotografía: cortesía Gerardo Herrera Pérez

Cada 21 de septiembre, se conmemora el Día Internacional de la Paz, un día que genera muchas expectativas, y posibilidades para hacer cambiar este modelo económico en el que vivimos y que nos muestra las crisis medio ambientales, sociales, subjetivas, así como, de la pobreza, el crimen organizado y la corrupción como nuevos modelos de acumulación de capital; la presencia de los desplazados, la desaparición forzada, pero también las desigualdades e injusticia social que se vive, no podemos cerrar los ojos.

La Paz dentro de la administración pública, tiene como propósito continuar profesionalizando a los servidores públicos, quienes en gobernanza con la sociedad civil, la academia, los sindicatos y organizaciones de la sociedad civil, así como la población, deben impulsar trabajo colectivo para centrar la vida, es decir, el biocentro; el cuidado de los seres vivos: el humano, los animales y las plantas, que en unicidad con el agua, el aire, la tierra y el sol son unicidad y simbiosofía para el modelo del buen vivir, que tanto necesitamos pero que se nos arrancó o arrebató en el proceso de colonización a través de someter el ser, el saber, el poder y la naturaleza para instaurar un régimen de modernidad, que hoy nos ha hecho egoístas e insensibles.

La Paz requiere de impulsar los modelos sociales donde no exista la discriminación, desigualdad, injusticia social, que permita sostener en una sociedad la igualdad ante la ley, pero también ante las oportunidades y los resultados, una manera de hacer que las personas tengan voz, valor y poder, para participar democráticamente y no ser asimiladas, una Paz que ayude a evitar la opresión y la exclusión, una Paz que ayude a transitar a una nueva forma de integrar la sociedad, es decir, menos consumo y más valores, principios y virtudes sociales.

Requerimos de una Paz que se construya en la escuela en el día a día, minuto a minuto, porque la Paz es dinámica y no estática; una Paz que se construya a través del modelo educativo con giro decolonial,  pensamiento crítico, emancipatorio, libre, autónomo para la toma de decisión; una Paz que abreve en la participación de la comunidad (como el núcleo integrador del proceso de enseñanza-aprendizaje), donde el sujeto educativo, sea reconocido como sujeto de derecho a la educación, así como, sujeto del interés superior del Estado (protección a la vida, al desarrollo, a la igualdad y a la participación), y desde luego, sujeto a la participación de los procesos educativos.

Es en la comunidad donde están las instituciones que transforman, porque ahí inciden la familia, la escuela, la biblioteca, la plaza pública donde se desarrolla la niñez, es decir está vinculada la escuela y la comunidad; pero igualmente, la escuela debe reconocer las experiencias y saberes de la población que vive en la comunidad, porque la escuela forma parte de la comunidad, así los conocimientos y saberes pueden ser llevados a la atención de la resolución de los problemas de la comunidad.

La comunidad educativa, puede construir en el marco de su comunidad, valores comunales, es decir, destacar frente al individualismo, la meritocracia, y el egoísmo, la solidaridad, la cooperación, la ayuda y respeto por las demás personas.

De esta manera si queremos impulsar la Paz desde la escuela, apropiémonos del modelo educativo donde la escuela es un elemento más de las instituciones que tiene la comunidad, como la biblioteca, el centro de salud, los espacios públicos para la participación ciudadana, entre otros y donde transversalmente podemos aterrizar la cultura de la Paz, el diálogo.

Hoy, quienes impulsamos procesos de Paz, requerimos de hacer que las personas de una comunidad sean reconocidas como ciudadanos y ciudadanas, que pueden ejercer una vida digna, decidir sobre su cuerpo, construir su identidad personal y colectiva. Requerimos que las personas adviertan que transitan sobre procesos de una diversidad social, cultural y sexual que está vigente y reconocida por el Estado mexicano y que dejamos atrás el binarismo que tanto daño hizo a la población.

La Paz tiene que enfrentar la lucha por la perspectiva de género, la igualdad sustantiva, la vida libre de violencia y de discriminación; igualmente la Paz debe impulsar mecanismos para atender en la epistemología del sur, las sociologías de las ausencias y emergencias a las que se refiere Boaventura de Sousa Santos.

La Paz nos debe ayudar a conocer e incorporar el pensamiento crítico, emancipatorio, libre, autónomo para la toma de decisiones, que eche abajo el pensamiento instrumental que tanto daño a causado al ser, a los saberes originarios, pero también a la naturaleza y el poder.

Reitero, mientras la población no comprenda los procesos del giro decolonial para echar de nuestras racionalidades los procesos aún vigentes de colonialidad o neocolonialidad será difícil hablar de la Paz y convivencia social; se requiere pues, comprender cómo el dominio económico se apropió de la tierra y su explotación humana; el poder político que comprende el control de las autoridades; el control del ser, a través del dominio social, a través del patriarcado, el control del género, de la clase social, la sexualidad, la condición étnica o afrodecendiente; pero también del control de los saberes, de las epistemologías, controlando el conocimiento y las subjetividades.

Por ello, la Paz, no es solamente pensar en incorporar a todas, todos, todes a la escuela, no, no es solamente eso, es pensar decolonialmente, o desde una perspectiva decolonial, donde la niñez y adolescencia son conscientes que no se puede excluir por sexo, género, clase, raza, condición social, económica, de salud, religión, por sus saberes, lengua, entre otros.

Por otro lado, la Paz requiere que la población abreve de un pensamiento crítico, es decir, incorporar al otro desde la diversidad, que permita la comprensión de una formación ética en valores democráticos y de justicia social.

Y qué decir de la importancia de la educación, sí en sus mallas curriculares se encuentran el diálogo que pueden hacer las culturas originarias para que los sujetos, comunidades e identidades lingüísticas, cultura, territorio, diversidad, interactúan en un diálogo para interpelarse y generar diferentes realidades en un marco de relaciones asimétricas que le den sentido a la diversidad.

Que importante también qué para la Paz se sepa de la equidad de género, de la perspectiva de género; de saber acerca del patriarcado y de los hombres y las masculinidades, que tanto daño han generado a las mujeres, sometiendo, controlando y disciplinando a los cuerpos. Pero que, por otro lado, es importante en la educación para la Paz, que se tomen en consideración como hoy lo expresa el modelo educativo la salud y las artes y experiencias estéticas.

En estos años de trabajo humanitario, como Líder Social Humanitario, Embajador Líder Mundial por la Paz y Director General de la Fundación El Sol de la embajada de su sede en México, y en un trabajo permanente por la Paz en México, comprendo que la Paz y sus estudios deben ya transitar a una quinta generación, misma que ya he presentado en diferentes foros para expresar la importancia que tiene, el construir fortalecimiento y progresividad a la Paz.

En este día, como en mi día a día, la Paz, será el acicate para la transformación de mi vida, para la entrega al otro, para en el diálogo seguir avanzando en un modelo de valores, principios y virtudes sociales. Por ello, la importancia de pensar en seguir impulsando la Paz imperfecta.