DEBATAMOS MICHOACÁN: Derecho y antropología

Un reto en este sentido, es el vivir en la comunidad con las familias importantes, | Fotografía: cortesía Gerardo Herrera

Hablar de la relación entre antropología y el derecho, es un binomio que desata diversas reflexiones etnográficas de Sofía Tiscornía, en su texto ”Nuevas aldeas y nuevos linajes”, en el cual pone al centro la importancia de precisar que el derecho y la etnografía son oficios de lugar, y ese anclaje del oficio en el lugar es porque su condición de práctica es el conocimiento local, condición necesaria para descubrir principios generales a partir de las costumbres de las comunidades, y en una zona urbana, de las colonias, los barrios.

La etnografía como el derecho, requieren de práctica profesional, de preferencia in situ, ello, nos permite la comprensión de lo que sucede en la comunidad; pero conocemos solo cuando logramos dominar las técnicas locales para, en ese mismo descubrimiento, sabernos también parte de la comunidad.

Este ejercicio de suyo importante, y es que desde la antropología se unifican los procesos de autoconocimiento, autopercepción y autocomprensión con los de conocimiento, percepción y comprensión del otro; que permite identificarnos o casi, explicar quiénes somos con la de entre quienes estamos.

Pero tratándose de unir dos disciplinas: etnografía y derecho, se requiere que dialoguen las dos disciplinas, para que el etnógrafo sea capaz de comprender el lenguaje jurídico y trasladarlo al relato etnográfico.

Para llevar a cabo esta tarea de narración (conflicto social, historia, acontecimiento, opresiones), se requiere más que las visitas ocasionales que cuenten y balbucee el lenguaje y luego cuenten anécdotas entre amigos, alumnos y parientes, incluso su familia, la novia, el novio, la pareja, es decir, se requiere de vivir en la comunidad.  La investigación puede generar condiciones para o estar cercanos a las personas y sus comunidades o bien vivir en la comunidad con alguna familia tal cual como si fuéramos parientes lejanos que deseamos hacer una prolongada visita y quedarnos a vivir con ellos, expresa Sofia Tiscornía.

Un reto en este sentido, es el vivir en la comunidad con las familias importantes, y es que ello, permite conocer a través de la narración la defensa, los principios y las creencias compartidas en comunidad, es decir, creencias y principios es una versión cosmopolita de los derechos humanos, por ejemplo, en donde la igualdad y la justicia son bienes y son valores que no entraran en el intercambio.

Al parecer no basta pensar que todos iguales ante la ley y ante las oportunidades cuando nos percatamos que continúan las desigualdades y la injusticia social de grupos minoritarios, de ahí la importancia de realizar trabajos etnográficos con un enfoque del derecho, para mostrar cómo se produce la desigualdad, para entonces impugnarla por diferentes medios, uno de ellos, los movimientos sociales.

Las leyes se transforman como consecuencia de las luchas de grupos de interés tanto en la sociedades locales, o bien sociedades nacionales, como en las comunidades internacionales, pero esas transformaciones tienen una relación de tensión con las costumbres en las que el dominio de sistemas jerárquicos o de estatus, o cuestiones de género o bien de religión, incluso otras, conforman comunidades morales que solo a través de largos procesos pueden convertir normas en códigos de comportamiento y nuevas costumbres. Así sucedió con la lucha de la comunidad diversa sexual en Michoacán, en donde el pionero de los trabajos en materia genérica de los derechos humanos y libertades fue Grupo de Facto Diversidad Sexual en Michoacán en una agenda importante para el respeto de la dignidad humana de dicho sector social; pero que además se sumaron desde el derecho a la salud, organizaciones como Convihve, o bien Musac, Frenpavih, Tarascas en busca de la libertad y otras a finales del siglo XX y principios del siglo XXI.

La cercanía de realizar investigación desde la etnografía y el derecho permite para el caso de Michoacán seguir avanzando en narrar respecto de la transformación que se realizó en este siglo en materia de marcos normativos (Código Familiar, Código Penal y otras leyes derivadas de la reforma en materia de igualdad y no discriminación de 2014), no así en las prácticas de exclusión, violencia y discriminación que aún se viven en ciertos sectores de la población que son considerados como minorías sociales.

Un ejemplo que compartimos y que propuso la sociedad por vías de la organización Grupo de Facto Diversidad Sexual en Michoacán, fue la propuesta de cinco nuevos delitos, que hoy se encuentran en el Código Penal de Michoacán, el delito de discriminación, los delitos de lesiones por identidad de género y orientación sexual, así como el delito de homicidio agravado por identidad de género y orientación sexual.

Por ello, tanto etnógrafos como abogados, sin desconocer los méritos y talentos de otros profesionales, cuentan con la capacidad de visibilizar que, tras la conquista de derechos, hay una historia de violencia y cómo esa trama de violencia, transgresión, tensión social, en general opresión, ha dado y da forma a comportamientos sociales y políticos, pero cómo también esa conquista de derechos puede aplacar, en tantas ocasiones, la desigualdad y la violencia.

Para Michoacán, que carecía de marcos normativos, políticas públicas y estructuras operativas desde el siglo pasado y a principios de éste, hoy se percibe una transformación; desde el 2009 inició el cambió respecto de la  heteronormatividad, por un marco normativo que dio paso a la diversidad social, cultural y sexual con mayor posibilidad cuando menos ante la ley y las oportunidades de ser iguales todas, todos, todes; porque finalmente no se ha resuelto el que de manera igualitaria todos tengas, voz, valor y poder en el ejercicio de la práctica de las relaciones sociales tal cual explica en su texto  Alfred Shutz “Estudios sobre teoría social”, mucho menos que tengan representaciones, reconocimiento y redistribución de la riqueza del Estado, como explica en la teoría del Cierre Social.

Este segundo año ya casi por terminar, del segundo decenio del siglo XXI, nuevas formas de organización y promotores de la igualdad y no discriminación están impulsando acciones para la transformación social; es interesante como se ha venido construyendo el movimiento social por la defensa de los derechos y libertades de la diversidad sexual, donde existe organizaciones de la sociedad civil que trabajan en favor de una nueva agenda. En lo personal, bienvenidas todas las expresiones sociales, todas ellas aportan a la construcción de un nuevo modelo social transmoderno (Enrique Dussel), lo importante es que en esa agenda social se incluya las cuestiones de una ética política (Enrique Dussel), pero también de deconstruir prácticas de consumo y sociales que han sido dañinas para la población.