La realidad al descubierto

En una primera instancia, 47 municipios de Guerrero fueron declarados zona de desatre natural tras el paso del huracán Otis el 24 de octubre de 2023. | Fotografía: El País

Se dice que los sistemas ciclónicos tropicales que se desarrollan en los mares se clasifican mediante la escala denominada Saffir-Simpson, que mide la intensidad del viento, la cual fue “desarrollada por el Ing. Herbert Saffir y Robert Simpson”. Si el viento se desplaza entre los 118 y 153 km/h, el ciclón se convierte en huracán de categoría 1, de tocar tierra, causaría daños menores. Cuando la velocidad del viento aumenta de 154 a 177, Km/h, asciende a la categoría 2, con una fuerza suficiente para dañar árboles y vegetación, cableados, levantar láminas de las viviendas e inundar caminos y carreteras, desbordar ríos y arroyos, en las partes bajas, de las costas y ocasionar derrumbes en las colinas, por lo que es necesario resguardar a la población que habita en esos lugares. Si la velocidad de los vientos aumenta entre 178 y 209 Km/h, entonces el fenómeno asciende a la categoría 3, con una energía suficiente para dañar, al medio ambiente, caminos, carreteras, puentes, sembradíos, viviendas, automóviles e infraestructura urbana.

Cuando los vientos  se desplazan a una velocidad de 210 a los 250 Km/h, el huracán se clasifica en la categoría 4, con una intensidad suficiente para arrancar árboles, arbustos y todo tipo de vegetación; destrozar caminos, puentes y carreteras; dañar estructuras metálicas y hasta de concreto, postes del alumbrado público, cableados y todo tipo de muebles urbanos; así como provocar desbordamiento de ríos, arroyos y manantiales, derrumbes y desplazamiento en las tierras  altas; inundaciones en las partes bajas de la costa y en alguna áreas habitacionales; por lo que oportunamente se deberá proteger a toda la población que se encuentre en riesgo de ser dañada por los efectos del huracán. Más allá de los 250 kilómetros, los huracanes se clasifican en la categoría 5; alcanzando una fuerza descomunal de consecuencia impredecibles, por lo que las autoridades municipales, estatales y federales de protección civil, deberán de cumplir oportunamente con sus funciones a fin de salvaguardar la integridad de toda la población.

Es común escuchar entre los meses de marzo y noviembre información sobre los sistemas ciclónicos tropicales, que se desarrollan en las aguas del Mar Caribe, Golfo de México o del Océano Pacifico, los que al final, salen a tierra convertidos en huracanes o en tormentas tropicales; ocasionando en la mayoría de las veces, afectaciones a la población, a veces de graves consecuencias. Por eso, cuando el miércoles 24 de octubre, diferentes medios de comunicación, estuvieron informando con cierta insistencia sobre el desarrollo de tormenta Otis, que se desplazaba con una aparente tranquilidad sobre las aguas del Océano Pacífico, frente a las costas del Estado de Guerrero, aumentando cada minuto su intensidad y amenazando salir a tierra por la Bahía de Acapulco de Juárez, parecía ser parte de lo que normalmente sucede en el lapso de esa época del año.

Inclusive cuando por la tarde noche se hablaba de un fenómeno nunca antes visto, se pensaba que al igual que en otras ocasiones, empezaría a perder fuerza en la medida que se fuera acercado a las costas de Guerrero. Pero desgraciadamente el ciclón “Otis” se comportó en forma poco común, intensificó su fuerza hasta el grado de convertirse en un huracán de categoría 5, tocando tierra la madrugada del miércoles 25 de octubre, con una intensidad, según los expertos, de viento sostenidos de 260 Km/h y rachas  hasta de 315 Km/h, dañando parcial o totalmente todo lo que a su paso se encontraba y en cuestión de 4 o 5 horas, destruyó el trabajo y esfuerzos de muchas generaciones, que hicieron posible hacer de Acapulco de Juárez, el lugar más atractivo del país, para disfrutar de la belleza natural del Océano Pacifico y de la convivencia de la gente  noble, trabajadora y valiente de la costas de Guerrero.

Afectación económica y social, que posiblemente se extienda sobre una superficie de16,962.9 kilómetros cuadrados, donde se ubican 1590 localidades y viven 1,179,506, personas (Censo de Población y Vivienda 2020-INEGI), que habitan 334,063 viviendas, pertenecientes a los municipios de Acapulco de Juárez (223,924); Ajuchitlán del Progreso (9,265); Benito Juárez (5,067); Coyuca de Benítez (21,377); General Heliodoro Castillo (8,464); Juan R, Escudero (7,148); Leonardo Bravo (6,421); Petatlán (12,972); San Marcos (13,959); San Miguel Totolapan (5,749) y Técpan de Galeana (19,717), que en su mayoría quedaron parcial o totalmente incomunicados y lo más grave sin agua, alimentos y medicinas.

Fenómeno natural que no fue provocado por la mano de algún ser humano, más bien, parece ser una respuesta de la naturaleza, de las que nos estaremos acostumbrado padecer, por la forma irracional como desde hace siglos, quienes habitamos el Planeta Tierra, hemos venido utilizando los recursos naturales para satisfacer nuestras necesidades, bajo la indiferencia de los gobernantes del mundo a quienes les importa un comino la destrucción de bosques, contaminación de la atmosfera, mares, lagos ríos y arroyos, que inclusive, llegará el momento en que se pondrá en riesgo  la vida misma sobre la tierra. Desgraciadamente el paso del huracán Otis, dejó decenas de fallecido, nada se puede hacer al respecto. Lo material que fue destruido, estoy seguro que tarde o temprano se va a recuperar, los guerrerenses y la solidaridad nacional, como siempre serán capaces de vencer las adversidades y en poco tiempo, Acapulco volverá a ser, el paraíso turístico de siempre.

Sin duda alguna los daños materiales por ningún medio se podían evitar; no así, muchas de las defunciones que sucedieron, si las autoridades municipales, estatales y federales de protección civil, así como la Secretaria de Marina, hubiera actuado en tiempo y forma, para resguardar a la población que vive a orillas de los ríos, arroyos, manantiales, lagunas y cañadas y se hubiera cerrando a la navegación a todas las  embarcaciones sin distingo y despejar las playas de cualquier curioso o paseante. La Coordinación Nacional de Protección Civil, ya tiene en su haber un caso de negligencia e ineptitud, al no actuar con la prontitud requerida para rescatar sanos y salvos a los 10 mineros que quedaron atrapados en agosto de 2022, en el pozo de carbón del Pinabete, Sabinas, Coah.

No entiendo de dónde saca el Presidente, a tanto colaborador ineficiente, negligente, corruptos y traidor, que al parecer no tienen principios ni doctrina ideológica, y que lo único que les interesa es seguir manteniendo los privilegios que proporciona el poder político. Desgraciadamente, todo indica que seguirá la misma tónica, hasta el final del sexenio, pues, se dice, se comenta y se rumora, que personas con estas características, ya forman parte de la lista preliminares para ocupar un cargo de elección popular por el partido Morena, gente con no muy antecedentes de honestidad y solvencia moral, que para nada tienen vocación de servicio ni les preocupa atender las necesidades de la población.   

La realidad de las cosas es que el paso de huracán Otis por las costas de guerrero, dejó al descubierto las brutales desigualdades sociales existentes en la región, así como la indiferencia, el desprecio y la falta de voluntad mostrada por todos los niveles de gobierno, de todos los tiempos y de todos los colores, por atender las necesidades de la población. Los municipios han permitido que se construyan viviendas en zonas de alto riesgo; los gobernadores no se han querido dar cuenta de la urgente necesidad de implementar un programa de vivienda para dignificar la vida de miles de familias marginadas del desarrollo nacional. Los presidentes de la república en turno, no han podido o no han querido mejorar las condiciones de vida de millones de mexicanos que viven en la pobreza, como muchos de los que viven en los municipios mencionados, que ahora han sufrido las inclemencias de la naturaleza y que siguen esperando la justicia social, que nunca llega, pero que cada proceso electoral se s pregonando a lo largo y ancho del territorio nacional.

Pero sin duda alguna, lo que más duele es la forma tan ruin y miserable en que algunos políticos (as), pretenden aprovechar cualquier tragedia humana, para darse a conocer entre los electores, manifestando que ellos (as), si saben hacer las cosas, proponiendo soluciones los problemas nacionales, pero que, en realidad, su prioridad es seguir disfrutando de las “mieles del Poder”.

Si en verdad, quienes aspiran a ocupar un cargo de elección popular, ya sea a la presidencia dela república, gobernador (a), senador (a), diputado (a), local, presidente (a) municipal, síndico (a) regidor (a), están dispuestos a servir a la población, por principio de cuentas deberán convencer a los dirigentes de sus partidos políticos, para que donen la mitad de sus prerrogativas económicas que les asignaran para el año fiscal 2024, a fin de apoyar a los damnificados del huracán Otis. De lo contrario, como mínimo deberán abstenerse de seguirle mintiendo a los electores.