Morelianos, entre el desplazamiento y la derrama por rentabilidad del patrimonio

Hay quienes critican que las políticas públicas busquen mercantilizar a esta “Ciudad Patrimonio Mundial”; otros, es positivo atraer recursos.

Ciudadanos, a favor de que los habitantes contribuyan a la conservación patrimonial. | Fotografía: Omar Ángel Chávez

Morelia, Mich.- Algunos morelianos se perciben desplazados por el turismo que llega a la ciudad, mientras que otros valoran positivamente la derrama económica que atrae, esto, en el marco del debate sobre las políticas públicas municipales que tienden a la mercantilización de esta “Ciudad Patrimonio Mundial” (CPM), el título que le concediera la UNESCO a esta capital.

Entre los ciudadanos sondeados por este medio, la más firme postura en contra la tienen los jóvenes como Ana, estudiante de 18 años que se dedica a patinar, quien dijo que constantemente se ve impedida a practicar este deporte, debido a que las actividades dedicadas al turismo se apropian de gran parte de la vía pública.

“Hay veces que venimos con toda la intención de patinar y nos encontramos con que hay un evento, entonces te tienes que ir. Faltan lugares fijos para los que vivimos aquí, se le da prioridad a los turistas”.

A esta opinión se adhirieron los patinadores con los que la joven se dio cita esta tarde, a lo cual uno de ellos agregó que la circulación vial se vuelve “imposible”, por lo menos en días festivos que se realizan actividades con la finalidad de atraer la derrama económica de los visitantes.

En una línea igualmente crítica, Sandra, estudiante con 26 años de edad, dijo que no existen políticas públicas dirigidas a una verdadera mejora del Centro Histórico de Morelia, y que ninguna autoridad está haciendo realmente algo para conservar y revalorar el patrimonio de Morelia.

“No ha habido diagnósticos chidos de cómo se encuentra la zona de monumentos, hay muchas casas abandonadas, hay coladeras y banquetas rotas, faroles y focos rotos en el piso donde se te puede ir un pie…”, enlistó.

Lo único que les interesa a las autoridades, cuestionó, es que las principales plazas públicas sean “vistosas” para que haya “extranjeros tomándose fotos”; por el contrario, agregó, “cuando te pones a buscar con lupa, realmente no se ha privilegiado nada el mejoramiento de la infraestructura”.

Gerardo, de 68 años de edad, comentó que el cuidado de la ciudad no sólo es responsabilidad de los gobiernos, sino también de los ciudadanos, postura que coincide con el mensaje enviado ayer por la Gerencia del Centro Histórico y el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), en el marco del XXXII aniversario del nombramiento de Morelia como CPM.

Si bien reconoció que hay “bastantes casas destruyéndose solitas” –suman 300, según dijo en el evento oficial Esperanza Ramírez Romero, moreliana impulsora del nombramiento en 1991–, también refirió que hay “gente bastante cochinita” que tira basura y no respeta la arquitectura colonial.

Como él, Álvaro, comerciante casi sexagenario, y Eva, profesional de la barbería con 30 años de edad, piensan que es positivo el enfoque mercantilista del Centro Histórico, ya que genera una derrama económica importante para los locales.

Sólo ella reparó en un pequeño “pero” al respecto: “Que sea Turismo y no Cultura el encargado de estas políticas públicas no es un problema, da igual por dónde le entres, mientras siga en pie la intención de preservar, vas a llegar a lo mismo. El problema es cuando los artesanos o artistas que contratan no son bien pagados”.

El pasado 2 de noviembre –cabe el ejemplo– fueron contratadas mujeres de Capula para adornar la Plaza de Armas en el marco de la Noche de Muertos, una celebración que habría atraído, según autoridades municipales, una afluencia turística y una derrama económica históricas.

Cabe señalar que fue Carlos Eduardo Mendoza Rosales, representante de Icomos, quien el día de ayer cuestionó las presiones inmobiliarias para cambio de uso de suelo, la gentrificación, el despoblamiento del Centro Histórico y el turismo irracional, factores todos que pondrían “bajo amenaza” las obligaciones que una ciudad adquiere cuando le es otorgado un nombramiento como CPM.