LXXXV aniversario del INAH

Tinganio, una de las seis zonas arqueológicas abiertas en el estado, cuya Pirámide del Sol está en una huerta de aguacate de un particular | Fotografía: INAH.

Quienes nos sentimos orgullosos de habitar lugares como el Estado de Michoacán donde aún se aprecia la riqueza y diversidad cultural, herencia de nuestros antepasados que han sido artífices y custodios de un vasto patrimonio material e inmaterial, hoy también reconocemos que ello ha sido posible por personajes visionarios, que han llevado a la práctica, en cualquier esfera de la vida pública, la idea prevalente del “bien común”.  Es así como empezó la vida del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

       La fundación de esta emblemática Institución se remonta al año 1938, cuando siendo presidente de la Nación el General Lázaro Cárdenas del Río consideró la posibilidad de que se obtuvieran mejores resultados en las labores del Gobierno Federal en cuanto a la conservación de los monumentos nacionales y para el estudio y comprensión de los grupos originarios del país, reconociendo en ellos a los constructores de un país multicultural.  Esto llevó a su gobierno a presentar ante el Congreso de la Unión una iniciativa tendiente a crear un organismo con personalidad jurídica propia y que además contara con recursos suficientes para llevar a cabo como: la exploración de las Zonas Arqueológicas del país; la vigilancia, conservación y restauración de monumentos arqueológicos, artísticos e históricos de la República; la investigación en la amplia gama del legado patrimonial; la publicación de obras relacionadas con lo antes mencionado y …todas las demás que las Leyes de la República le confiera.

       Al ser tomada en cuenta esta iniciativa, mediante Ley fechada en diciembre de 1938, fue promulgada el día 3 de febrero 1939, propiciando así la creación del INAH, pasando a formar parte de la Secretaría de Educación Pública. Y desde entonces, el patrimonio del Instituto quedó conformado con los bienes y recursos que el Estado le señaló, es decir, con las asignaciones presupuestales que el Gobierno Federal se obligó a proporcionarle anualmente con los productos de las cuotas por visitas a los monumentos, zonas y museos; venta de publicaciones y otros servicios, y por los bienes que adquiera por herencia, donación o cualquier otro título.

       El Instituto se formó además con los elementos que habían correspondido al Departamento de Monumentos Arqueológicos, Históricos y Artísticos del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía de los demás museos que tenía a su cargo la Secretaría de Educación Pública.  Por disposición de la Ley Orgánica, el Departamento de Monumentos se dividió en dos ramas principales, constituyéndose así la Dirección de Monumentos Coloniales.  El Museo Nacional se desconcentró y dio lugar a la formación del Museo Nacional de Historia, ubicado en una parte del Castillo de Chapultepec; los otros Museos que se integraron, fueron los regionales de Oaxaca y Jalisco, además del nuestro: el de Artes Populares de Pátzcuaro, Michoacán.

       El primer director de la Institución, fue el licenciado Alfonso Caso Andrade, distinguido catedrático de arqueología de México, a quien se deben las exploraciones de Monte Albán, en Oaxaca.  El arquitecto Ignacio Marquina, el señor Jorge Enciso y el Doctor Daniel Rubín de la Borbolla, formaron parte de ese primer equipo de trabajo que asumió, desde entonces, el compromiso ante la Nación de custodiar, investigar y difundir el legado patrimonial creado por hombres y mujeres de México.

       En Michoacán, recordamos con gratitud al maestro Julio César Olivé Negrete, al arquitecto Eduardo Pareyón, al doctor Román Piña Chan y a don Guillermo Bonfil Batalla, así como en Pátzcuaro reconocemos la participación de don Rodolfo Ayala, del maestro Salvador Solchaga González y de doña Refugio Cerda, que encabezaron el primer Patronato que estuvo al frente del Museo de las Artes Populares y que acompañaron la creación del Centro INAH en el Estado.  Décadas después, también ha sido reconocida la presencia de la Etnóloga Teresa Dávalos Maciel, quien logró realizar una de las significativas restauraciones del edificio del siglo XVI, fundado por el Lic. Vasco de Quiroga, “descubriendo” (a inicios de los años 60) en el espacio ocupado por una huerta de árboles frutales, importantes vestigios prehispánicos, atribuidos a uno de los “Cues” del Pátzcuaro prehispánico.

       El patrimonio cultural de Michoacán es amplio y variado.  Forman parte de él, los vestigios de pueblos precolombinos y sus centros ceremoniales que ya se han descubierto y los que aún están por descubrirse.  También los sitios y monumentos coloniales, iglesias, museos y lugares que tienen valor universal excepcional desde el punto de vista histórico, estético, etnológico y antropológico, considerado todo, el Patrimonio Material.   Los hermosos paisajes con que cuenta Michoacán, forman el Patrimonio Natural.  Y los diversos modos de vida de nuestra gente, con milenarias tradiciones y costumbres, conforman un patrimonio que resulta intangible, porque no se puede tocar, pero sí se puede ver, sentir, oler y disfrutar (como las danzas, las ceremonias, las lenguas, la indumentaria, la gastronomía, etcétera).

       La labor del Instituto en los últimos años, también se ha traducido en la instrumentación de leyes y reglamentos tendientes a garantizar una mejor protección a nuestro legado patrimonial, así como a su decidida intervención para la firma de tratados y convenios con otros países, para prohibir e impedir la importación, la explotación y transferencia de propiedad ilícita de bienes culturales de cualquier índole.  Actualmente y desde la creación de la Secretaría de Cultura, el INAH dejó de formar parte de la Secretaría de Educación y ha sido adscrito a esa nueva Institución Federal, reduciéndole significativamente el presupuesto que se le venía asignando.

       Y para hablar de quienes trabajamos para la Institución, justo es mencionar que la Custodia es la parte humana más visible, por tener contacto directo con quien visita, reconociendo que nuestra labor es respaldada por Académicxs e Investigadorxs en distintas disciplinas (arqueología, arquitectura, restauración, antropología, historia, etnografía, etcétera), así como quienes se encargan de lo museográfico, de la divulgación, de ofrecer servicios educativos y administrativos, atención en bibliotecas, de los inventarios, de la promoción, de los expendios y del mantenimiento de salas de exposición, almacenes, bodegas, áreas comunes y jardines.

       En Michoacán nos encontramos en las Zonas Arqueológicas de Tingambato, Tzintzúntzan, Ihuatzio, Huandacareo, Tres Cerritos y la de San Felipe de los Alzati; en el ExConvento de Santa María Magdalena en Cuitzeo, el Templo de Santiago Tupátaro, el Museo de Artes Populares de Pátzcuaro (sede original del Colegio de San Nicolás), el Museo sitio Casa de Morelos y el Museo Regional Michoacano en Morelia, compartiendo con otras instituciones (como el INBA, la Universidad Michoacana, dependencias del Gobierno Estatal y organismos de la sociedad civil), la responsabilidad de cuidar, conservar y dar a conocer tan vasto patrimonio, en estos últimos 85 años de vida del Instituto Nacional de Antropología e Historia.