Debería renunciar el subdirector de la Conagua

Román de la Cruz, subdirector de la Conagua en Michoacán. | Fotografía: Cecilia Sierra/Quadratín

Solamente desde la ignorancia o abierta prevaricación se puede sostener que las hoyas captadoras de agua son de “origen prehispánico” (claro con tecnología moderna: excavadas con maquinaria pesada, habilitadas con geomembrana, bombas de agua y redes millonarias de riego) o son “jagüeyes” innocuos y románticos que heredamos de nuestras culturas ancestrales, que no violan las leyes.

El gobierno estatal, sin embargo, reconoce que son más de 20 mil hoyas en Michoacán y que son un factor que agrava la sequía y el estrés hídrico. Los discursos del gobernador Ramírez Bedolla y Alejandro Méndez, secretario de medio ambiente, en el marco del tercer foro para mitigar la sequía del sábado 17, suponen una comprensión más holística del problema del agua y reconocen en la proliferación caótica de hoyas un serio problema para la sustentabilidad.

Pero que lo diga el subdirector de Conagua en Michoacán, Román de la Cruz, quien debería tener una perspectiva ambiental y sustentable de los recursos, es en verdad penoso e indigno. Por pudor y vergüenza debería presentar su renuncia para pedir empleo como cabildero de la APEAM.

Al delegado lo invitamos a dar un recorrido, hoya por hoya, al municipio de Madero, para que constate que las casi 800 hoyas en las huertas aguacateras, ni son prehispánicas, ni recogen las aguas que caen de las nubes, sino que se roban las aguas que corren tierras abajo con sistemas de bombeo ocasionando la muerte de ecosistemas, pronunciando la erosión de los suelos y dejando sin agua a los pueblos.

Con seguridad el hecho de que la delegación de Conagua cuente con tan solo un inspector para todo el estado le ha limitado tener un conocimiento real de la magnitud del problema. El delegado no tiene quien le informe.

Debiera saber este funcionario ―es posible que no conozca la Ley para la Conservación y Sustentabilidad Ambiental del Estado de Michoacán de Ocampo― que debe contarse, según el artículo 252, con estudios de impacto ambiental y con la autorización de cambio de uso de suelo otorgado por la Semarnat para construir dichas hoyas. La inmensa mayoría de las hoyas no cumplen con esta obligación legal y si nos acompaña en ese recorrido lo podrá constatar.

Efectivamente en la Ley de Aguas Nacionales no aparece por ningún lado la categoría de hoya, y puede asumirse que lo que no se prohíbe se permite. No debe olvidarse, sin embargo, que la Constitución en su artículo 4° también establece que el agua es un derecho humano y que el Estado debe cuidar la sustentabilidad y el acceso equitativo; pero, además, se establece en el artículo 6° de la Ley de Aguas Nacionales que “La gestión integrada de los recursos hídricos, superficiales y del subsuelo, a partir de las cuencas hidrológicas en el territorio nacional, como prioridad y asunto de Seguridad Nacional”, lo que obliga a la Conagua a procurar criterios para el cuidado ecosistémico y de los derechos humanos.

Que no se haya hecho la reforma correspondiente para regular de pleno las hoyas, solo se explica por la complicidad de los gobiernos y los legisladores con los intereses económicos de las empresas agrícolas para privatizar el agua facilitando la realización de pingües negocios con el agua que es de todos.

Sin embargo, existe el Principio de Precaución en el artículo 2° párrafo XVII  de la Ley para la Conservación y Sustentabilidad Ambiental del Estado de Michoacán de Ocampo, que indica: “ Establecer la intermediación del principio de precaución ante la posibilidad del impacto negativo ambiental o a la salud por obras o actividades que tengan lugar en el territorio estatal”; y en el artículo 37 se afirma que “La realización de obras o actividades públicas o privadas, que puedan causar daños graves al ambiente, daños a la salud pública o rebasar los límites y condiciones establecidos en la normatividad vigente, no podrán llevarse a cabo”, es decir, que toda tecnología que no tiene probada su inocuidad frente a la naturaleza debe prohibirse, como es el caso de los cañones antigranizo y desde luego de las hoyas concentradoras de agua.

Si más de 20 mil hoyas reconocidas (podrían ser mucho más), que interfieren con la red de arroyuelos, humedales, ríos y zonas de infiltración, no son relevantes a los ojos del delegado de Conagua, entonces este funcionario está fuera de lugar, no conoce la política ambiental, ni conoce la realidad del ámbito en el que debe hacer cumplir la ley, incluso desconoce las iniciativas que sobre el agua envío el presidente al Congreso de la Unión, entonces forma parte del problema ambiental, por eso ¡debe renunciar!