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Fecha que no se olvida

Lázaro Cárdenas escribió: “No se ve el motivo para permitir que continúen vigorizándose y formándose intereses privados. El dominio de la nación debe ser total, no limitado”. | Fotografía: cortesía Xuchitl Vázquez

Es en momentos de incertidumbre que hemos justamente de no olvidar momentos plenos de heroísmo y valentía.

El 18 de marzo es una de esas fechas que no se olvidan y que no debemos olvidar. El haber reclamado lo que era nuestro, el defender lo que es nuestro, el haberse unido todos los mexicanos en torno a la decisión de hacer nuestro lo que nos pertenece no fue poca cosa. La expropiación a las compañías extranjeras fue un acto de enorme importancia; fue ejercer la soberanía, en apego a lo dictado por la Constitución. La nacionalización de la industria petrolera significó el consolidar nuestra independencia económica y política.

Muchas cosas han pasado desde este acto heroico, realizado por el entonces presidente Lázaro Cárdenas, el Sindicato Nacional de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana y el pueblo de México.

La expropiación y nacionalización del petróleo fue dar cumplimiento a la Constitución, dar vida a los anhelos plasmados en la lucha de Independencia y la Revolución. Así de importante es el haber expropiado este energético a las grandes corporaciones extranjeras.

Fue punto fundamental del proyecto de nación, producto de la Revolución Mexicana. Fue parteaguas, fue definición del camino.

Fue punta de lanza del desarrollo de México para décadas subsecuentes, así como un hasta aquí a la intromisión extranjera, no solo en lo que a Pemex se refiere, sino también en otros ámbitos.

Lo realizado el 18 de marzo fue la consolidación del proyecto de Nación por el que se había luchado desde la lucha de independencia.

El 18 de marzo es muestra contundente de que, si un pueblo decide algo, lo puede lograr, así sea enfrentarse a las más importantes potencias mundiales. La batalla librada contra las compañías extranjeras para recuperar nuestro petróleo fue también un acto de dignidad, de amor por esta tierra que nos lo da todo.

México tuvo la inmensa fortuna de que los Constituyentes de 1917, elevaran a norma jurídica la nacionalización del petróleo y de los hidrocarburos sólidos, líquidos y gaseosos. El artículo 27 constitucional, en su párrafo cuarto, dispone que corresponde a la nación el dominio directo de todos estos recursos naturales. En el párrafo sexto, se estipula que la propiedad nacional es inalienable e imprescriptible. Por tanto, no pueden ser susceptibles de apropiación privada.

El 18 de marzo, Lázaro Cárdenas del Río mandó obedeciendo a nuestra Carta Magna y la voluntad popular.

El petróleo desde la revolución Industrial mueve al mundo.  Es el energético más importante, por ello precisamente las grandes potencias no se tocan el alma, para matar, invadir países enteros, con tal de hacerse de él.

Nunca quitaron el dedo del renglón las grandes empresas extranjeras, y los intereses políticos adversos al proyecto de Nación producto de la Revolución Mexicana.  Vinieron otras administraciones, otros gobernantes, otros intereses, otros principios e ideologías, que antepusieron intereses económicos y políticos personales y de grupo, contarios a los de la nación.

Recuerdo tanto las palabras que Natalio Vázquez Pallares escribió, y le escuche decir tantas veces; “Todos los días, en cada hora y en todos los lugares, luchan los intereses extranjeros y la inversión privada por desnacionalizar la industria petrolera”.

En la década de los cuarenta se inició una política negativa, antipatriótica, entreguista, dependiente: la política de la desnacionalización.  La propiedad nacional comenzó a estar subordinada a los intereses de la propiedad privada.

Lázaro Cárdenas escribió: “No se ve el motivo para permitir que continúen vigorizándose y formándose intereses privados. El dominio de la nación debe ser total, no limitado”. Se debía terminar con el régimen de concesiones.

A lo largo de décadas, se ha tratado de desvirtuar la nacionalización, cuando ese no es el problema, sino el mal manejo, ya sea por interés de que fracasara, para hacerse de la industria petrolera, y/o por el exceso de latrocinio y corrupción.

Es sumamente lamentable lo que se ha permitido que suceda, por todo el territorio mexicano se ven ahora gasolineras de Shell, Mobil, Valero, OXXO, British Petroleum, Total, Chevron, Gulf, e Hidrosina. Existen muchas comunidades, ríos, lagos acabados por la minería a cielo abierto, concesionadas a grandes consorcios extranjeros y a grandes capitales mexicanos, que extraen enormes riquezas de nuestro subsuelo.

Gran parte del país esta concesionado a las empresas mineras, las playas a las grandes corporaciones y capital extranjero, los acuíferos están igualmente concesionados, sin importar la gravísima crisis hídrica existente.

Estamos en tiempos sumamente difíciles. Es recordando la historia y a nuestros grandes hombres que hemos de tener claridad en el camino.

 Los anhelos del pueblo de México están aún por cumplirse.

El próximo lunes se cumplen 86 años del acto ejemplar del pueblo de México de rescatar lo suyo y ver por un mejor futuro para la nación entera.

El panorama actual esta sombrío e incierto, pero no debemos por ningún motivo, por ninguna adversidad, por más imposible que parezca sortearla, dejar de   recordar quiénes somos y que podemos lograr.

En lo personal, es fecha de compromiso de seguir luchando por un México soberano e independiente en lo económico y lo político, con igualdad, justicia, libertad y paz.

El mejor homenaje es no darnos por vencidos.

Concuerdo con mi padre Natalio Vázquez Pallares: “Hay muchos 18 de marzo por realizar”.

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