DEBATAMOS MICHOACÁN: Manglitus es biodiversidad

Hoy, los manglares se encuentran siendo depredados por la mano del hombre y afrontan amenazas como la urbanización, contaminación y cambio climático. | Gerardo Herrera Pérez

Cada ocasión que convivo en un ecocentro, pienso en el físico Fritjof Capra, quien propone una Ecoalfabetización para que los seres humanos podamos vivir en comunidades sostenibles, así, vivir en comunidades en las cuales se satisfagan las necesidades de la población sin afectar las condiciones de vida de la generación por venir.

Pero también pienso en Arne Naess y su ecología profunda, quien nos convoca a una conexión entre el sentimiento (los valores, los principios, las virtudes sociales, la paz Gaia, la conciencia ambiental), el pensamiento (la racionalidad ambiental, el pensamiento crítico), la espiritualidad (respeto) y la acción (cuidado, conservación, protección, reparación).

No soy catastrofista, lo que sí sé, es que Félix Guattari nos ofrece un importante texto sobre las “Tres ecologías” y las diversas crisis que atravesamos los humanos: crisis medioambiental; crisis social; crisis subjetiva y otras que podemos detectar y que debemos trabajar a través de la “ecosofía” concepto del filósofo Arne Naess, que me da la esperanza de seguir pensando como la montaña (proverbio budista) en función de todos los seres vivos y no con una visión antropocéntrica, etnocéntrica.

En acompañamiento y con trabajo colaborativo de Mujeres de Acero, personas ambientalistas y protectores del Manglar  y la doctora Elvia Higuera Pérez y quien esto escribe, de manera coordinada con defensores de derechos humanos al medio ambiente y el agua, así como del territorio de Lázaro Cárdenas, visitamos los Manglares de la costa, como parte del derecho humano al medio ambiente sano; los Manglares son ecosistemas de área tropical en donde el agua dulce tan necesaria e importante para la vida, se mezcla con aguas salinas y se generan las condiciones para la biodiversidad de distintas especies para plantas y animales.

Hoy, los Manglares se encuentran siendo depredados por la mano del hombre y afrontan amenazas como la urbanización, contaminación y cambio climático, así como su tala para abrir espacios comerciales como las enramadas sin contar con ningún servicio de protección al impacto de la playa.

En este sentido, es de mi interés y deseo compartir una experiencia vivida en el Manglar “Manglitus”, sitio de playa UMA, que es atendido por su protector Hugo Carvajal Bailón (de profesión arquitecto y maestro, humano asertivo, con un gran amor y respeto por la naturaleza, sabe él qué es naturaleza, como lo expresa Boaventura de Sousa Santos) y su señora madre Florentina Bailón Vargas (mujer proba, generosa, comprometida con el medio ambiente, con saberes y experiencias que comparte, alegre, y desde luego con una importante construcción de racionalidad ambiental), ellos, nos hablan acerca del proyecto ambiental, que se encuentran fomentando por y para el amor y respeto por la naturaleza,  desde mi posición teórica y epistemológica, ahí se llevan a cabo acciones para la construcción de una racionalidad ambiental, como expresa Enrique Leff, en diferentes documentos teóricos y el mismo Fritjof Capra y Daniel Goleman, así como Arne Naess.

Al llegar a “Manglitus”, nos recibió un hombre alto, delgado, con acento costeño, generoso, cálido en su hablar, muy atento; él nos dio indicaciones de dónde estacionar el vehículo que nos trasportaba; ahí mismo, bajo una enorme sombra y al lado de un seto de “Lechuga de Mar” quedo ubicado el autotrasporte.

Al introducirnos in situ a los saberes ancestrales del Manglar nos damos cuenta de la importancia que sus propietarios han generado para el cuidado, protección y regeneración del biositio, ahí se pueden observar datos de interés en infografías, y señaléticas y otros elementos informativos y formativos para quienes visitan dicho espacio, considerado como una reserva para la sostenibilidad.

Al caminar, podemos observar que hay una visión holística, es decir, una planeación integral para el cuidado del bioespacio, a partir de la distribución y diseño de los caminos y senderos que se han dispuesto para el andar de las personas visitantes, todo está planeado para los cuidados de la naturaleza, tal cual lo expresa Leonardo Boff en sus textos; por otro lado, existe el cuidado y esmero en los caminos y el material con que se preparó la tierra, todo ello en conjunto en el respeto absoluto de la Pachamama.

De manera holística, o en su conjunto todos los elementos de manera sistémica e interdependiente nos permiten disfrutar de un verdor brillante, como si ahí estuvieran colocadas las esmeraldas del océano, protegiendo y resguardando los saberes, emociones y experiencias sobre la diversidad de vida en dicho espacio.

En el interior del Manglar se siente la emoción al caminar y observar el espacio abierto, es decir disfrutar de la flora y la fauna; se vibra con la pasión de estar en un lugar protegido para la sostenibilidad; un espacio, donde cada una de las expresiones tiene un significado y nada está ahí presionando con elementos del ser humano que someta o controle de manera irracional a la naturaleza del manglar; ahí se respeta a la naturaleza, ahí se vive el biocentro, cerrando el paso al etnocentrismo y los procesos depredadores de la mano de los homínidos.

Y es que, a quien ama la naturaleza, porque sabe que somos naturaleza (la naturaleza no es nuestra), reconoce en los Manglares diversos servicios ambientales, tal como lo expresan las autoridades de Medio Ambiente, entre ellas destacamos: protección y regulación de inundaciones; recarga de mantos friáticos o acuíferos; mejora en la calidad del agua al servir como filtro biológico; prevención y reducción de la erosión costera; regulación de la calidad del agua y la captación de carbono; zona de alimentación, refugio y crecimiento de crustáceos, alevines o peces bebes y otras importantes especies tanto de flora como fauna.

En el transitar del inicio del Manglar a la playa, podemos observar, el contraste de las piedras preciosas que ahí vemos, es decir, entre el verde intenso de la naturaleza viva, del gran Manglar, y el majestuoso azul del mar, color zafiro en su paleta de diversos tonos; ahí mismo, nos cuidan, y es qué,  como centinelas se erigen varias palmeras, altas, esbeltas, con sus ramas en sus copas, que abren sus brazos a los visitantes y desde el cielo prácticamente dan la bienvenida a visitantes y lugareños.

Entre el Manglar y la playa, se localiza un restaurante que ha respetado absolutamente todo el bioespacio y con ello, la majestuosidad de las esmeraldas y los zafiros metafóricamente hablando, recordemos que importante es sentipensar, dice Eduardo Galeano, o Edgar Morin; en dicho espacio, existen tres elementos fundamentales para visitar, convivir y construir diálogo en la ecología de saberes que permite estar en paz absoluta y tranquilidad con la naturaleza, es decir, progresividad de la alfabetización ecológica o ecoalfabetización a la que nos convoca Fritjof Capra. El primer elemento es, disfrutar de la generosidad de la naturaleza y el agua, su respeto,  los saberes y experiencias, pero sobre todo como decía Humberto Maturana la Biología del Amor (impone el cuidado cuando no solo se pensó, sino se instrumenta un manejo adecuado de aguas residuales que no va directamente al mar); segundo, los anfitriones, mamá e hijo, defensores del Territorio y el medio ambiente ocupados en la progresividad del cuidado y protección del Manglar legitimando el artículo cuarto constitucional generando las condiciones para un medio ambiente sano; tercero, una variedad de exquisitos platillos, de la basta, generosa, diversa y pluriversa construcción gastronómica de la costa michoacana.

Manglitus es un gran ejemplo de impulso para continuar trabajando en la sostenibilidad; su protección, cuidado y recuperación deberá de ser el proceso de alfabetización ambiental o ecológica para la sociedad, tal cual lo comenté en una nota que escribí para los medios de comunicación “La alfabetización ecológica 3/3 partes” en el periódico Cambio de Michoacán; hoy por hoy, hay que seguir abonando al desarrollo de la vida, de la vida al centro, del cuidado en unicidad del agua, la tierra, el aire, la luz, en relación con los seres vivos; plantas, animales y humanos. Sigamos haciendo simbiosofía.