ECOS LATINOAMERICANOS: Caos y conflicto diplomático

Asalto a la embajada de México en Quito la noche del 5 de abril de 2024 por parte de la policía local para extraer a Jorge Glas. | Fotografía: elmundo.es

El pasado viernes 5 de abril, el ejército y la policía de Ecuador en una acción sin precedentes decidieron invadir la embajada mexicana ubicada en Quito con el propósito de capturar al exvicepresidente Jorge Glas, quién meses atrás había ingresado a dicho lugar con el propósito de solicitar asilo político, mismo que le acababa de ser concedido.

Días anteriores la exembajadora mexicana en Ecuador, Raquel Serur, había sido declarada persona non grata por el gobierno del presidente Daniel Noboa por haber aceptado la solicitud del señalado ex funcionario público de Ecuador.

El actual gobierno ecuatoriano acusa a Glas de malversación de fondos, aunque se considera que también es una pieza política clave que podría afectar el resultado de la próxima consulta nacional realizada por el gobierno de Ecuador para el 21 del presente mes, en la que se preguntará a los electores aspectos a modificar de la constitución, especialmente en materia de seguridad interior, por lo que entonces algunos analistas consideran Noboa quería reducir todo lo posible la influencia de Glas en la consulta y al mismo tiempo ganar porcentaje de aprobación.

Sin embargo, su jugada ha sido más riesgosa de lo que seguramente pensó. Como ya se indicó, la invasión de una embajada es un acto político extremadamente grave,  efectuado muy pocas veces a lo largo del siglo XX, incluyendo los periodos de guerras, y en el siglo XXI solo se ha visto el caso reciente de Israel bombardeando un consulado iraní en Siria.

La invasión a una embajada supone una invasión al territorio de otro país, y está claramente establecida por la Convención de Viena de 1964. El país agresor corre el riesgo de ser condenado diplomáticamente y también se abrirían las puertas para la imposición de sanciones militares, políticas y económicas.

Tras esta invasión a la embajada el gobierno de López Obrador ordenó la ruptura de vínculos diplomáticos con Ecuador, a las horas siguientes diversos países del continente, e incluso la propia Unión Europea, condenaron este hecho, todos ellos recalcando la necesidad de respetar la Convención de Viena.

Debe señalarse que incluso superpotencias globales siempre han respetado esta regla diplomática, por ejemplo, durante la crisis de los misiles, ni Estados Unidos ni la Unión Soviética se atrevieron a invadir la embajada del otro. Es más, incluso, irónicamente, Ecuador alojó durante mucho tiempo al fundador de wikileaks, el australiano Julian Assange, en su embajada en Londres, y este solo fue entregado a las autoridades británicas hasta que el gobierno ecuatoriano accedió a darles entrada voluntaria a sus instalaciones.

A sabiendas de ello, ¿por qué el gobierno ecuatoriano ha realizado una acción tan peligrosa que podría ser motivo de su expulsión, o por lo menos suspensión indefinida, de diversos organismos internacionales, así como de tratados comerciales? Una razón sería el cálculo de costo-beneficio de capturar a Glas a sabiendas de las represalias internacionales[1], donde capturar a Glas fuese más redituable políticamente para el régimen de Noboa que mantener el statu quo de Ecuador en el marco internacional. Sin embargo, esta opción es poco probable, ahora que Noboa ejecutó la invasión y además pretendió justificarla con un documento oficial, no solo ha recibido condenas internacionales de la varios países y organismos, sino que al interior del congreso ecuatoriano tal acción fue reprobada por 51 legisladores que han optado por abandonar el bloque de gobierno, dejando a Noboa sin mayoría legislativa.

Es más probable que entonces fuese una combinación entre osadía y arrogancia la que propició la determinada acción. Arrogancia emanada hasta cierto punto de ignorancia y apatía sobre las consecuencias que afrontará de ahora en adelante el Estado ecuatoriano y su gobierno, el cual de aquí hasta el fin de su periodo estará lidiando con posibles hostilidades diplomáticas y económicas no solo de México sino también de otros países; en este aspecto la falta de pericia y experiencia política en Noboa fue la que lo impulsó, en parte, a esta ofensiva acción.

Pero sobre todo es probable que el otro factor que ha influido en dicha decisión sea la osadía de desafiar las reglas institucionales impuestas en el orden internacional actual. Como ya se indicó esta práctica la comenzó Israel hace unos días bombardeando una sede diplomática iraní en Siria. Sin embargo, hay otros ejemplos, que, si bien no llegaron a esa magnitud ni tampoco a la del caso ecuatoriano, si han demostrado que hay cada vez más desafíos y escepticismo de parte de los Estados hacia la normativa internacional.

Por ejemplo, durante su gobierno en Filipinas (2016-2022), Rodrigo Duterte, ignoró en reiteradas ocasiones los señalamientos de la ONU de que las fuerzas gubernamentales de aquel país estaban violando los principios de Derechos Humanos durante su guerra contra el crimen organizado. Incluso el propio Duterte llegó a insultar a miembros de instituciones internacionales.

Otro ejemplo de ello es el caso reciente de Nayib Bukele en El Salvador, donde el señalado presidente ha ignorado y criticado duramente los señalamientos tanto de la Corte Interamericana de Derechos Humanos como de la Organización de Estados Americanos, quienes señalan que su estrategia de combate contra las pandillas no solo esta violando los Derechos Humanos en este país, sino que incluso está mermando la democracia.

Y por supuesto, el caso de la invasión rusa a Ucrania es otro ejemplo de desafío a las normas internacionales. En teoría todas estas afrontas están teniendo consecuencias diplomáticas, pero parece ser que los gobiernos de dichos países están dispuestos a aceptar las consecuencias de ello mientras no les afecte internamente de forma sustancial. En los siguientes meses se sabrá si realmente Daniel Noboa era o no consciente de las consecuencias que iba a tener esta invasión a la embajada mexicana.

Sin embargo, esta situación no debe ser pasada por alto, no solo por los organismos internacionales, sino directamente por los Estados que deseen dar cumplimiento a la normativa internacional. Es evidente que muchos gobiernos ya no planean obedecer voluntariamente las reglas establecidas para garantizar la paz y estabilidad a nivel mundial; México a pesar de sus problemas internos, siempre ha sido respetuoso de los principios internacionales, al punto que es uno de los países con mayor reconocimiento diplomático.

Por lo anterior, las acciones de Noboa no deben pasarse por alto, debe haber consecuencias severas como represalia al vulnerar la soberanía nacional en la embajada oficial. Incluso si Jorge Glas realmente es culpable de lo que se le acuse, eso no es una justificación para vulnerar la soberanía nacional de otro país. Luego entonces, la opción de México es hacerse más fuerte como Estado, no solo política, sino también militar y económicamente.

Aunque esto último no es algo enmarcado en lo políticamente correcto, es evidente que cada vez hay más desacato y caos en materia internacional, lo cual orilla a los Estados que desean mantener la concordancia y un buen orden diplomático a tener que fortalecerse para que sean tomados con mucha más seriedad y respeto. Hasta que la comunidad internacional recalibre su institucionalidad y establezca medidas sancionatorias, por lo pronto tanto México como el resto de los países que tengan intención de mantener una buena dinámica diplomática no deben verse débiles en materia internacional y geopolítica. En el caso concreto del conflicto con Ecuador, sin llegar a imprudencias bélicas, México debe tomar medidas contundentes y efectivas, para mostrar plena fortaleza de Estado.


[1] Debe indicarse que Nicaragua ya rompió vínculos diplomáticos directos con Ecuador como muestra de solidaridad con México.