Felicidades niñas y niños

Celebración del Día del Niño en Morelia. (Foto: ACG)

Se dice que siendo Presidente de México el General Álvaro Obregón Salcido (1880-1928) a propuesta del entonces Ministro de Educación Pública, el licenciado José María Albino Vasconcelos Calderón (1882-1959), se determinó que cada 30 de abril se festejara a las niñas y niños, para recordarle a las familias y a la sociedad su responsabilidad moral y legal de protegerlos y cuidarlos contra actos que pudieran vulnerar sus derechos fundamentales

Compromiso que fue reafirmado por el Gobierno de México el 20 de noviembre de 1959, con la aprobación de la Declaración de los Derechos del Niño adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Además, de que esos derechos quedaron  plasmados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y en otras legislaciones secundarias.

En dicha declaración se estableció que las niñas y niños tienen derecho a: formar parte de una familia y vivir en un espacio denominado hogar; a tener un nombre y  una nacionalidad; a una alimentación suficiente; a tener acceso a la salud; a recibir una educación gratuita y de calidad; a tener libertad de pensamiento y de asociación; a la información y a la no discriminación.

Para asegurarles una vida  saludable y una infancia feliz que les permita un desarrollo armónico  de las capacidades intelectuales, físicas y morales, se requiere que se inicie en tiempo y forma un proceso de enseñanza-aprendizaje en el seno familiar. Por lo que les corresponde a los padres o tutores proporcionarle a los infantes desde su nacimiento hasta cierto nivel escolar la educación informal, en un ambiente fundado en el amor.

Tiempo calculado como suficiente para construir los valores esenciales que les ayude a interactuar en armonía con sus semejantes y su medio ambiente y que tengan la seguridad de ser aceptados y amados y puedan tener un desarrollo pleno y una vida productiva. Fomentando el amor a la vida y a la familia; a tener la libertad de elegir y tomar decisiones; a ser justo para proporcionar a cada uno lo que le corresponda; a tener la fortaleza para superar obstáculos o adversidades sin perjudicar a terceros y a tener la capacidad de mantener la calma y el equilibrio en situaciones complicadas.

También, la familia es el primer ámbito para enseñar y aprender a ser responsable es decir, asumir las consecuencias de sus actos; el respeto a la naturaleza y a los semejantes, de acuerdo a su condición y con las circunstancias, a ser congruente con lo que se piensa y se hace, ser sincero es ser honrado es ser justo con todas las relaciones, hacer todo lo que se pueda para cumplir con sus compromisos, proporcionar ayuda material o espiritual a los semejantes sin esperar nada a cambio, ordenar las actividades de acuerdo con el tiempo y las prioridades del momento, tener confianza en sus propias capacidades, en fin todo tipo de actitudes que ayuden a ser mejores personas cada día que pasa.

Los valores no se adquieren por herencia genética, se van construyendo día con día en la familia y con la “palomilla” del barrio, mediante actos repetitivos llamados hábitos, que si se perfeccionan se convierte en valores  y si a la vez, estos se mejoran se transforman en virtudes, los cuales se fortalecen más cada vez que se manifiestan. Los valores no se pierden ni se modifican, solo se fortalecen en las escuelas y en los centros laborales, manifestándose en cada una de nuestras actuaciones.

A pesar de las condiciones de marginación y pobreza en que viven millones de familia, la mayoría de estas, han hecho hasta lo imposible para tratar de cumplir con su obligación social de enseñar a sus hijos a conducirse correctamente en todas sus actuaciones. Desgraciadamente, por la necesidad completar el ingreso familiar muchas veces han dejado en manos de terceras personas la educación de sus hijos, exponiéndolos a que se contaminen de lo negativo el medio social en que viven.

En cuanto al derecho de los infantes a recibir una educación gratuita y de calidad por parte del Estado Mexicano, tal parece que en lugar de avanzar vamos retrocediendo en este aspecto. Por principio de cuentas la educación pública no es totalmente gratuita, cada inicio de semestre escolar los padres de familia tienen que pagar una “cuota voluntaria” que va desde los $250 en los jardines de niños, hasta los $ 1800 pesos en el Subsistema Educativo Tecnológico Industrial y de Servicio y anualmente tienen que comprar uniformes escolares y pagar $ 1000 por una “ficha” para tener derecho a presentar un examen de admisión, al tratar de inscribirse en el primer grado de educación media superior.

Por otra parte, un número  importante de instalaciones educativas a lo largo y ancho del territorio nacional se encuentran en condiciones inadecuadas para el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje, a veces por haber cumplido su vida útil, como es el caso de talleres y laboratorios o por la falta de mantenimiento tanto preventivo como correctivo en aquellas  escuelas que fueron vandalizadas durante COVID-19  causada por el  virus SARS-CoV-2, al haber sido abandonadas por las autoridades educativas. Pero que lo más seguro se gastaron el presupuesto asignado para el pago de vigilancia y mantenimiento de las mismas, correspondiente a los ciclos escolares 2019-2020, 2020-2021 y 2021-2022, ante la complacencia de las instituciones fiscalizadoras.

Por otra parte, los cambios, adecuaciones o modificaciones a los contenidos de los programas de estudio, han ocasionado un retroceso en los aprendizajes, a grado tal que muchos alumnos egresados de las escuelas secundarias públicas, no saben leer ni escribir correctamente, no saben hacer operaciones básicas de aritmética, mucho menos de algebra. Pero lo más crítico del asunto, es que proceso educativo de los nacidos entre los años 1988 y 2018, sufrió un retroceso equivalente a dos ciclos escolares y las autoridades educativas han mostrado indiferencia, ineptitud y negligencia ante esta realidad.

Como si fuera poco todas estas deficiencias educativas; los calendarios escolares al parecer no se cumplen como se programan, a veces se suspenden clases por las condiciones climáticas u otro tipos de suceso o por la celebración de algunas fiesta tradicional. Hasta donde fui testigo, en los meses de diciembre y desde mediados de junio de cada ciclo escolar ya no se impartían clases, se entretenían a los alumnos con videos, rondas infantiles o alguna  otro actividad; en fin, todo hace suponer que los calendario escolares son una referencia de lo que debe ser y no es. Sin que exista autoridad educativa alguna que ponga orden en el Sistema Educativo Nacional y se le pueda proporcionar a las niñas y niños, la educación de calidad y gratuita a la que tienen derecho.

Un festejo con globos pegados por todas partes de las instalaciones educativas, la entrega de reconocimientos, nieve de sabores, refresco y algunos otros antojitos; para nada influirán en el mejoramiento de la educación de niñas y niños, ni en el salario de los docentes y a futuro en el desarrollo integral del País.

Pero en fin, feliz día del niño.