DEBATAMOS MICHOACÁN: Homofobia liberal

Los mecanismos de opresión en contra de quienes no se asumen a lo normal va desde la invisibilidad, el estigma, prejuicio, violencia, el odio, la exclusión, habitas, y desde luego la muerte. (Foto: especial)

La homofobia, como concepto, fue utilizado por primera vez en la década de los años setenta, y no fue sino hasta finales de la década de los ochenta del siglo XX que el término apareció en los diccionarios europeos.

Me parece importante precisar que, si bien el componente clave de la homofobia es el rechazo irracional, el odio hacia los homosexuales, debe de tener un enfoque de complejidad para brindar nuevas formas de interpretación y revisión de los mecanismos de opresión que se utilizan contra de un cuerpo disidente sexual.

La homofobia no es solamente la repulsión a la homosexualidad, o bien rechazo irracional a los homosexuales, existen diferentes niveles que permiten asegurar que la homofobia surtirá sus impactos sobre cuerpos disidentes a través de la opresión y de la acción para disciplinar, controlar o someter al cuerpo disidente.

Así tenemos un nivel personal que permite que la población tenga un sistema de creencias y prejuicios según el cual los homosexuales son considerados como perturbados, inferiores, depravados, con la diatriba de soplanucas, muerde almohadas, le almidonan la tripa y un largo etc.

En el nivel interpersonal, la exclusión de un sujeto a otro por su orientación sexual basado en su prejuicio, genera discriminación, violencia, invisibilidad.

Otro nivel en el que se asienta la homofobia es la llamada homofobia institucional, ahí las acciones son sistémicas porque encuentran procesos de exclusión, violencia, prejuicio, estigma, invisibilidad contra personas homosexuales y en ellas intervienen servidores públicos, organizaciones religiosas, pero también educadores, y desde luego los familiares.

En tanto que la homofobia cultural se expresa en los comportamientos sociales y culturales, no son normas escritas, trabajan de manera libre dentro de la sociedad para excluir, disciplinar o bien para someter los cuerpos a dinámicas distintas y alinearlas a sus procesos sociales y culturales, para evitar desviaciones con respecto a la norma sexual. 

Pero igualmente existe el nivel moral, que son todos aquellos elementos que tienden a evitar cualquier práctica homoerótica o comportamiento que evidencie un desvío o transgresión de una ley natural, es decir, lo correcto es sexos opuestos pero complementarios para la reproducción social.

El filósofo francés Pierre Bourdieu expresa que la homofobia es simbólica, toda vez que tiene dos aspectos de una misma realidad: una dimensión personal de naturaleza afectiva que se manifiesta en un rechazo de los homosexuales y una dimensión cultural de naturaleza cognitiva, en la que no es el homosexual en tanto individuo el que es objeto del rechazo, sino la homosexualidad como fenómeno psicológico y social.

La homofobia tiene una visión estructurada y es señalar a la otredad como contrario, inferior, anormal, quien comete crimen abominable, sin darle la oportunidad de ejercer la comunicación para su defensa, ni generar la alteridad que le legitime en el ámbito humano, al tener gustos depravados, costumbres erradas, pasiones negativas, amores de los cuales debe sentir vergüenza, y ser señalado como sodomita. Pero también la homosexualidad se le ha calificado como un vicio burgués. 

Hoy mismo, la homofobia es también practicada por miembros de la llamada comunidad diversa sexual, cuando interiorizan los discursos de opresión que los califican de anormales y por lo mismo incapaces de gozar de los mismos derechos y libertades que los heterosexuales; en no menos de una ocasión personas gay descalifican de manera despectiva a personas trans.

En alguna ocasión escuché la reflexión del maestro Carlos Monsiváis quien expresó que la homofobia era el guardián de las fronteras sexuales y de los géneros, por eso los homosexuales no son los únicos que sufren de la violencia homofóbica, sino también las personas trans, bisexuales, entre otras identidades; así la homofobia no solo excluye, la homofobia constata la diferencia entre lo hetero y lo homo, para interpretar y tener conclusiones sobre dichos cuerpos disidentes.

Entre lo público y lo privado; el concepto de homofobia liberal, considera a la homosexualidad como una elección de vida privada, condenando al sujeto disidente sexual al silencio de la privacidad, a la discreción y el pudor, (decía Carlos Monsiváis, “que cierren esa puerta para amarnos libremente”) en tanto que el sujeto heterosexual puede exhibirse de manera libre tanto en lo público como en lo privado.

Por ello, la homofobia liberal sitúa al homosexual al silencio de lo privado, a la búsqueda de espacios que formen guetos, a la búsqueda de los pares, para que sus prácticas homoeróticas de orden privado sean aceptadas a condición de que estén sometidas a ese espacio de privacidad, en contraposición de los heterosexuales quienes exhiben en públicos sus amores y afectos para quienes está permitido el amor como de uso exclusivo.

Por ello, cuando un homosexual traspasa la esfera de lo privado es señalado como provocador, como una persona que pone en riesgo la heterosexualidad y sus estructuras elementales de poder y de ahí la aplicación de mecanismos de opresión, violencia, discriminación, desigualdad, injusticia y en ocasiones la misma muerte.