15 de mayo

La movilización de la CNTE por el Día del Maestro, en el primer cuadro de la ciudad. | Fotografía: Agencia Comunicación Gráfica

En 1918, los diputados federales en funciones, aprobaron que el día 15 de mayo se destinara para hacer un reconocimiento a quienes se dedican profesionalmente a la educación formal de niñas, niños, adolescentes y jóvenes, a quienes por costumbre llamamos indistintamente docentes, profesores o maestros, ya que los tres conceptos tienen en  común la idea de la habilidad pedagógica para participar en un proceso de enseñanza-aprendizaje.

A partir de esa fecha, puntualmente cada 15 de mayo, desde temprana hora las autoridades en turno, de los tres niveles de gobierno y por supuesto las educativas, organizan vistosos festejos para reconocer la noble labor que como agentes de la transformación social realizan los docentes, profesores o maestros.

Festejos que se pagan con recursos presupuestales y con parte de “las cuotas voluntarias”, que semestralmente tienen que pagar los padres de familia para que inscriban a sus hijos en los diferentes niveles educativos.

Gobiernos van y gobiernos vienen, igual que muchos lideres magisteriales que desde hace más de 20 años cobran una plaza como docentes, sin haber pisado durante todo ese tiempo “laboral” una aula académica. Cada 15 de mayo manifiestan públicamente velar por los interese y derechos laborales de los trabajadores de la educación; sin embargo, esto dista mucho de la realidad, poco ha sido el cambio sustancial y hasta se ha retrocedido en cuestión de las jubilaciones al modificarse la Ley General del ISSSTE y al publicarse el Decreto del 7 de enero de 2016, en materia de desindexación de los  salarios mínimos, donde se establece que a partir de 2017, la Unidad de Medida y Actualización (UMA) sustituirá  al salario mínimo para medir las pensiones.

Los docentes, profesores o maestros, junto con los alumnos, las escuelas, los planes y programas de estudio y el mismo contexto social, son los elementos fundamentales para la realización de un proceso educativo formal y lograr la transformación  social del país. A ellos les corresponde no sólo transmitir los conocimientos de su competencia y ser los facilitadores de los aprendizajes; sino también orientar las actividades de los alumnos y evaluar los resultados con la finalidad de corregir errores y mejorar en el desarrollo de las actividades de enseñanza.

Tarea nada fácil de cumplir por todas las dificultades que a su paso encuentran en el desempeño de sus labores diarias, empezando porque no  se cuenta con las instalaciones educativas adecuadas  para el desarrollo de un proceso de enseñanza-aprendizaje de calidad. Muchas escuelas que fueron vandalizadas durante la pandemia, a la fecha no han recibido mantenimiento alguno, mientras que por otra parte se siguen inaugurando universidades “patito”, llamadas así, porque no cuentan con la infraestructura física y técnica para cumplir con las funciones básicas: académicas, de difusión cultural y de investigación, mucho menos están vinculadas al sector productivo de bienes y servicio, las que en poco tiempo se convertirán en verdaderas fabricas de profesionistas desempleados.

Cada administración de gobierno federal en turno establece sus propias prioridades educativas en función de su proyecto político, normalmente buscan la forma de administrar el tiempo sexenal y el presupuesto destinado a la educación e inventan su propio modelo educativo, sin tomar en cuenta las opiniones y necesidades de los alumnos, docentes y padres de familia, lo que ha provocado un retroceso en el proceso educativo de niñas, niños, adolescentes y jóvenes, el cual se ha visto reflejado en los últimos resultados de la prueba del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), de la que México forma parte.

Los docentes, profesores o maestros, perciben salarios insuficientes para poder llevar una vida digna, su ingreso mensual no alcanza para pagar: el cien por ciento de la canasta básica; ropa y calzado; hipoteca o renta; letra de vehículo; cuotas escolares; tarjetas de crédito; algún gasto catastrófico, mucho menos para disfrutar de los dos periodos vacacionales a los que tienen derecho.

Normalmente cubren sus necesidades mediantes financiamiento privado, que van pagando conforme reciben algunas prestaciones económicas, como: vacaciones, días económicos no disfrutados, puntualidad y asistencia, ajuste de calendario, quinquenios, alguna promoción laboral y los tradicionales aguinaldos. En resumen, completan su ingreso mensual mediante la utilización del plástico financiero, conviertendose en deudores permanentes de las modernas “Tiendas de Raya”, como son los bancos, las financieras, tiendas de conveniencia y hasta el mismo ISSSTE, que hace prestamos a un cómodo 10%, descuidando irresponsablemente la prestación del servicio medico asistencial.

Además, los salarios perciben no son proporcionales al desempeño de sus actividades, ya que su trabajo no se limita a transmitir los conocimientos a los alumnos en las aulas, su trabajo se prolonga hasta los espacios familiares, de otra manera no sería posible planear el desarrollo de los contenidos temáticos; preparar las clases diarias; revisar tareas y trabajos de investigación; elaborar y calificar exámenes parciales y finales, y poder cumplir en tiempo y forma con los informes solicitados periódicamente por las autoridades educativas, posiblemente para simular avances en los procesos de enseñanza-aprendizaje y justificar tiempo y recursos presupuestables que fuero asignados para la educación del pueblo.

Como complemento a los festejos del 15 de mayo, el Presidente de México anunció que el aumento anual a los maestros de educación básica será del 10% en promedio, lo que posiblemente le faltó explicar es que el índice de inflación acumulado al 30 de abril de 2024, fue del 4.65%, según información proporcionada por el INEGI, lo que significa que el incremento real al salario, para esa parte del magisterio será del 5.35 %, y no del 10% como se anunció. También informó que lo mínimo que ganará un docente, profesor o maestro en éste nivel educativo será de $ 17,635, pesos y que el personal administrativo percibirá mensualmente $ 16,778 pesos.

Al parecer el Presidente y la Secretaria de Educación Pública desconocen la realidad económica en que viven en pleno 2024, los docentes, profesores o maestros de trabajan en los diferentes niveles del Sistema Educativo Nacional, con esos incrementos salariales anunciado más los que faltan por anunciar, de ninguna manera ayudan a dignificar el trabajo que a diario realizan para formar alumnos con habilidades y  calidad humana.