Prioridad pendiente

Para la Nueva Escuela Mexicana es imperativo promover la equidad, así como la mejora continua en la educación para el beneficio de las infancias, adolescencia y juventudes. (Foto: especial)

Un problema urgente de atender es mejorar la mala calidad de la enseñanza que se imparte en las escuelas públicas del Sistema Educativo Nacional, para ello se deberá rehabilitar las instalaciones escolares, proporcionar el material didáctico necesario  para el desarrollo de los programas de estudio, asignar salarios dignos a los trabajadores de la educación, incrementar el presupuesto a las  escuelas normales; capacitar técnicamente  a los docentes, maestros o profesores, implementar un programa nacional de desayunos escolares en educación básica y designar autoridades escolares con visión y que conozcan los procesos de enseñanza-aprendizaje y sobre todo, con vocación de servicio al prójimo.

Situación que debería preocuparnos ya que desde hace décadas la educación del pueblo ha dejado de ser una prioridad en la agenda de los gobiernos en turno, siendo que es la base fundamental para lograr el desarrollo nacional y la única manera de que la población pueda disminuir  desigualdades sociales y mejorar su calidad de vida, al lograr entender las causas y efectos de  su comportamiento con su medio ambiente social y natural, sobre todo quienes han sido  menos favorecido con la globalización de la economía y que forman parte de los 50 millones de mexicanos que viven en condiciones de pobreza.

Lo grave del asunto es que no se avizora ningún cambio sustancial a corto plazo, para mejorar  la calidad de la enseñanza y lograr alcanzar niveles similares a los de hace más de cinco décadas. Tiempos aquellos en que los calendarios escolares se cumplían puntualmente como los establecía la Secretaría de Educación Pública, cuyos titulares le entendían a los proceso enseñanza-aprendizaje  y no se distraían en andar inventando nuevos modelos de enseñanza, inaugurando universidades patito o implementando programas fantasmas para justificar tiempo y utilización de recursos presupuestales.

Posiblemente en aquellos calendarios escolares se señalaban más días festivos con suspensión de clases, pero los ciclos escolares por lo menos eran de 180 días efectivos de clases; con sus dos periodos de vacaciones bien definidos. Los docentes, maestros o profesores no tenían la necesidad de andar obstruyendo vialidades y aeropuertos y abandonando las aulas y hasta perjudicando a terceros para que  les pagaran salarios y prestaciones económicas devengados, ya que las autoridades educativas en turno, hacían su chamba en tiempo y forma, anualmente elaboraban  la programación-presupuestación del Sector Educativo, para asegurar el pago de los trabajadores de la educación sin establecer compromiso financiero alguno  fuera del Presupuesto de Egresos de la Federación o de la Entidad Federativa correspondiente.

La representación sindical de ese entonces y que hasta a la fecha sigue teniendo la titularidad del Contrato Colectivo Laboral de los Trabajadores de la Educación, denominada Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), prácticamente limitaba su participación a la firma anual de los aumentos salariales y a la administración de todo tipo de prestamos económicos y sociales que otorgaba y  que sigue otorgando  el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), la mayoría de  aquellos dirigentes conseguían  prestamos  para compra de vehículo o casa-habitación, que muchas veces ni pagaban.

La creación de nuevas escuelas se vinculaba un poco a las necesidades del sector productivo de benes y servicios, por lo que los profesionistas egresados de las universidades, aparte de que desarrollaban mas competencias o habilidades tenían más posibilidades de conseguir un trabajo productivo y dignamente remunerado. Aparentemente todo marchaba sobre ruedas en materia educativa, pero de pronto algo raro sucedió, se empezaron a nombrar autoridades educativas con limitados conocimientos y poca experiencia en materia educativa y con poca voluntad de cumplir su compromiso laboral.

Posiblemente no necesariamente significa que los tiempos pasados hayan sido mejores a los de ahora o que los recursos presupuestales destinados a la educación fueran mayores; simple y sencillamente los responsables de la prestación del servicio educativo nacional tenían conocimiento y experiencia de lo que estaban haciendo, pero sobre todo ética profesional y compromiso social. Esos servidores públicos tenían voluntad de querer hacer las cosas, sin  andar buscando reacomodo político alguno.

 Es urgente poner orden en el Sistema Educativo Nacional y mejorar la calidad de la enseñanza pública, dejar de experimentar con la educación del pueblo, de lo contrario en un futuro no muy lejano habrá necesidad de implementar un programa de alfabetización para entender y utilizar las nuevas tecnologías y poder competir en igualdad de circunstancias en los mercados laborales. En fin, la educción sigue siendo una prioridad social pendiente de atender.