La verdadera historia…

Cuando acontece un hecho, siempre hay más de dos versiones, cada quien ve y/o narra los hechos desde su punto de vista y muchas veces de su conveniencia.

En el caso de la historia oficial, es quienes están en el poder quienes la escriben y divulgan, hasta tornarla en una verdad incuestionable.

El lunes pasado fue 12 de octubre, desde hace años se ha tornado fecha cuestionada, por no tener nada que celebrar o conmemorar.

Aún recuerdo la estampita (monografía), que se vendía en las papelerías para hacer la tarea para esta fecha. ¡La recuerdo perfecto! Se veía a Colón plantando un estandarte en una playa, y las tres carabelas atrás, en el bello mar azul turquesa.

Recuerdo como nos lo hacían ver como el gran descubridor, aventurero, luchador por sus ideales. Ahora se sabe es una versión alejada de la realidad.

Cristóbal Colón es un personaje perturbador.  Circulan en torno a él múltiples misterios, empezando por su nacionalidad, ya que no se sabe a ciencia cierta donde nació. Se cree era Genovés, se nos enseñaba que era un hombre que deseaba hacer cosas buenas, sin embargo parece que su ambición le ganó a sus “buenas intenciones”.

Recuerdo que se nos enseñaba que era el descubridor de América, siendo que ya habían llegado mucho tiempo antes, Vikingos y gente del Oriente.

Colón lleva varios años sometido al escrutinio, se ha cuestionado la historia oficial que se nos hizo creer durante décadas.

Colón desde el primer momento que planto el estandarte, declaró estas tierras como del reino español, sin importar que eran de millones de personas desde tiempos inmemoriales.

Los habitantes del lugar se acercaron de manera pacífica, ofreciendo a los viajeros, comida y obsequios, lejos estaban de imaginar lo que les esperaba.

En la madrugada del 11 al 12 de octubre de 1492, las carabelas de la expedición de Colón avistaron la orilla de una tierra que era desconocida para los ojos europeos. Así lo dejó reflejado en su diario de abordo: “A las dos horas después de media noche pareció la tierra, de la cual estarían dos leguas. Amainaron todas las velas, y quedaron con el treo, que es la vela grande sin bonetas, y pusiéronse a la borda, temporizando hasta el viernes, que llegaron a una islita de los Lucayos, que se llamaba en lengua de indios Guanahani”.

La primera vez que pisó tierra firme en América, Colón describió a los habitantes de las islas caribeñas como “gente mansa, tranquila y de gran sencillez”. Los llamaban “taínos”. Pero allí no había ni oro, ni especias, ni sedas. Luego saltaron a otras islas, como Cuba y Santo Domingo, bautizadas como Juana y La Española.

“Colón ve que las islas y los indígenas son pobres y piensa que la única ganancia está en comerciar con esclavos”, escribió el historiador Eslava Galán, autor de La conquista de América contada para escépticos (Planeta).

En noviembre de 1493, apenas un año después del primer viaje, Cristóbal Colón regresó al Nuevo Mundo presumiendo de los títulos de virrey y gobernador general de las Indias Occidentales con la primera partida de hombres destinada a colonizar las tierras descubiertas.

Los indígenas se dieron cuenta que los invasores no se irían, la construcción de fortalezas en sus tierras los delataba. A falta de recursos, Colón llegó a decretar que todo indio de más de 14 años tenía que entregarle una cierta cantidad de oro cada tres meses. Quien no lo hiciera se enfrentaba a una pena que consistía en cortarles la mano y dejarlos morir desangrados.

“Tenía determinado de cargar los navíos que viniesen de Castilla de esclavos y enviarlos a vender a las islas de Canarias y de las Azores y a las de Cabo Verde y dondequiera que bien se vendiesen”, señaló   Bartolomé de las Casas sobre el almirante.

Vendía niñas de 9 y 10 años que eran las más cotizadas, y permitió violaciones masivas realizadas por sus hombres.

Colón no merece estatuas. Pero la historia debe ser recordada de la manera en que realmente fue y no de la manera que nos la enseñaron.

En la CDMX, dos días antes del 12, el gobierno de la ciudad mando quitar para su “restauración” la estatua ubicada en Reforma. En Estados Unidos y muchas ciudades de América Latina, han derribado las estatuas en su honor.  Y hasta en la misma Barcelona en España.

Lo realmente importante a derribar, es el desprecio y la explotación a los indígenas, la sobre explotación de su fuerza de trabajo y sus recursos naturales.

Se debe dejar de llamar a quien se ve como menos “indio”.  Se debe dejar de ver lo que somos como un mal, y siempre ver lo extranjero como lo mejor.

Esas herencias de la Colonia nos han castrado como individuos y como Nación. Un país que no ama ni respeta su raíz no tiene ni tendrá un desarrollo adecuado.

Los pueblos originarios (indígenas), son realmente heroicos, han resistido verdaderas atrocidades, injusticias y vejaciones.

Son la resistencia ante la “colonización ideológica”, la cual fue y sigue siendo tremenda. Gracias a ellos aún existen sus valiosos idiomas, sus usos y costumbres, la riqueza de sus textiles, la culinaria, el conocimiento de los ciclos de naturaleza y como cuidarla. Han sido guardianes valientes y silenciosos del conocimiento ancestral. Son ejemplo de amor a la vida.

Colón y miles más hicieron todo para acabarlos. Saquearon nuestro continente, acabaron con millones de gente, conocimientos y pueblos enteros, Lo que merecen es el juicio implacable de la historia.  Las cosas no se arreglan con que nos pidan perdón. Con eso no se acaba, no se borra todo el mal que causaron, y aún causan; la corrupción, el latrocinio, el influyentísimo, la falta de justicia, la impunidad, son herencia de esa terrible invasión.

No al olvido. La verdadera historia, la no oficial, debe de ser conocida.