Lectura, un hábito que se pierde

Sin educación ningún país progresa, y si me apuran puedo afirmar que tampoco es viable. Estará condenado al atraso y la dependencia de los países más educados y calificados; eso es una realidad. Y un buen indicador de la educación de una nación, aparte del nivel de sus Universidades,  es saber cómo andan en lectura sus habitantes.

En el caso de México las cifras  que manejan los organismos encargados de la educación a escala mundial son preocupantes, todas nos muestran las malas condiciones en que se encuentra la educación en el país. En un estudio sobre conocimientos científicos elaborado con escolares de 59 países por la UNESCO (Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura de las Naciones Unidas),  resultamos en el poco honroso lugar 55 (casi los últimos). En otro estudio, este del Laboratorio de Evaluación de la Calidad de la Educación  (IEA) realizado en 27 países, también quedamos en los últimos lugares,  con el agravante de que se resalta  el “significativamente bajo nivel de comprensión e interpretación de la lectura”, o sea, la mayoría en nuestros estudiantes  no saben leer correctamente, y lo que es peor, no entiende  perfectamente lo que lee.

Otro dato incómodo aparece cuando revisamos el hábito de lectura en México. Resulta que en un estudio de 108 países ocupamos el lugar 107 en cuanto a cantidad y calidad de lectura, las estadísticas más optimistas nos dan un consumo de 2 libros por año por persona, cuando el mínimo deseable es de 4; si nos comparamos con Argentina estamos mal, pues ellos consumen 6, y peor nos va comparándonos con Inglaterra y Francia que tienen en promedio 20 libros leídos por habitante.

Más datos para reflexionar: En México apenas el 15 % de la población tiene nivel de licenciatura terminada  y solo el 1%  tienen una maestría o equivalente. Esto contrasta con países como Israel, donde los niveles educativos mayores a la universidad son de 50%; en Australia es de 44; Noruega de 43%, y en Italia de 18%

¿Y en libros cómo andamos? La inmensa mayoría de los hogares mexicanos no tiene mas allá de dos o tres libros, y eso si contamos el directorio telefónico y el  manual de instrucciones del televisor como libros. Solo en los hogares de los profesionistas hay algunos escasos libros, por lo general de temas relacionados a la profesión. Para empeorar las cosas, resulta que una cuarta parte de los profesionistas jamás han acudido a una biblioteca, 6 de  cada 10 mexicanos nunca  han visitado una biblioteca ni por curiosidad, y en 6 de cada 10 hogares de mexicanos no se han comprado un solo libro en los últimos 12 meses, y si los compran es más bien porque hacen juego con el color de su sala o la alfombra, no por que tengan intención de leerlo.

¿Qué hacer ante este desolador panorama? La verdad es que resulta deprimente, y preocupante , enterarnos que  alguien con  10 o 20 años de instrucción escolar  no ha  adquirido el hábito de lectura,  es terrible  que quien termina la preparatoria o una carrera universitaria  no hayan conocido sino los libros de texto. Pero es nuestra realidad.  Por cierto, vale la pena que recordemos que debemos entender por lector: “alguien que lee por voluntad propia, lee todos los días, comprende lo que lee, está habituado a dar un significado al texto y suele comprar libros”.

Evidentemente, por lo anterior, es más que urgente elevar el nivel de calidad de educación en México pues juzgando por los resultados, el sistema educativo actual no sirve, urge fomentar el hábito de lectura entre todos nosotros. Hábito por definición es algo que tenemos por costumbre realizar constantemente en forma voluntaria. Pero ¿cómo formar el hábito de leer entre los niños?, los expertos coinciden que es labor de maestros  pero sobre todo de la familia;  si los padres acostumbran la lectura o bien les inculcan el amor a los libros y leen conjuntamente con sus hijos libros interesantes, los niños se acostumbran a leer. Conociendo, y aceptando lo anterior podemos suponer que en México esto no va a pasar; el porcentaje de padres que les leen a los hijos es mínimo; ¿ayuda de la CNTE para implementar el hábito de la lectura? Absurdo.

Concluyo. Seguiremos en el furgón de cola.