Ojalá no sea demasiado tarde

La Universidad Tecnológica de Morelia oferta ocho licenciaturas.

El “Gobierno Federal a través de la Secretaría de Educación Pública y el Gobierno del Estado de Michoacán  signaron el 14 de Enero del año 2000, un Convenio de Coordinación para la creación de la Universidad Tecnológica de Morelia”. Estableciendo entre otros objetivos, “formar técnicos superiores universitarios a partir de egresados de Bachilleres”; que sean aptos para incorporarse al trabajo productivo, “con una preparación polivalente para desempeñarse en empresas, industrias e instituciones del sector público o privado, así como en el desarrollo de su propia empresa”.

Así surgió una nueva opción educativa principalmente para jóvenes egresados de los diferentes Subsistemas Educativos de Nivel Medio Superior del Estado, y en un periodo de tres años, se pudieran titular como técnicos superiores universitarios, con posibilidades de continuar con sus estudios de licenciatura, maestría o doctorado o bien incorporarse al sistema productivo.

Era tal el entusiasmo de participar en este nuevo proyecto, por parte de alumnos, docentes, directivos y personal  administrativo y de intendencia, que en poco tiempo se convirtió en un  referente de calidad y prestigio educativo. Se trabajaba puntualmente en los horarios establecidos, no había suspensión de  clases en ninguno de los días festivos marcados en el calendario escolar, ni siquiera el 15 de mayo dedicado al día del maestro, todo era armonía en el trabajo.

El personal docente era seleccionado escrupulosamente de acuerdo al perfil profesional y a las necesidades de la Universidad. El desempeño laboral  era evaluado  por los propios alumnos, docente que no alcanzaba un puntaje  determinado, dejaba de ser recontratado para el  cuatrimestre siguiente. La normatividad, control y seguimiento académico, lo ejercía la autoridad educativa. Durante los cuatro primeros años, todo funcionó de acuerdo a la normatividad y en cumplimiento a los planes y programas establecidos. Se logró generar un clima de respeto y confianza en la comunidad, a tal grado, que muchos padres de familia establecieron comunicación directa con maestros y autoridades, para darle seguimiento a la educación de sus hijos.

Esa armonía laboral, empezó a diluirse  con la creación del sindicato en defensa de los derechos de los trabajadores. Si bien es cierto, en un principio el sindicato logró conseguir más y mejores condiciones laborales, para beneficio de sus agremiados, mejorando algunas prestaciones económicas: pero también es cierto que a partir de ese momento, cada vez se mostraba más intransigente en sus demandas. Logró permear la autonomía universitaria, al participar en actividades fuera de su competencia, como elaborar los horarios académicos, seleccionar las nuevas contrataciones (muchos familiares contratados), nombrar a los tutores y hasta los directores de carrera. Cualquier petición rechazada por las autoridades, era pretexto suficiente para suspender actividades de manera indefinida, en ocasiones hasta por algunos meses, como instrumento de presión para atención de sus demandas, en sustitución del diálogo y el entendimiento.

El Frankenstein de la Universidad se formó en unos cuantos meses, obstaculizando la labor académica por años,  ante la complacencia y apatía de las autoridades. El grupo sindical no rebasaba los 120 integrantes, es decir no representaba ningún grupo de poder, que pusiera en riesgo la estabilidad política de la Administración Estatal, por lo que no se encuentra una explicación lógica de esa indiferencia. Cada uno de los agremiados  recibían mensualmente un bono de $ 2,500.00 (dos mil quinientos pesos),  $4,500.00 (cuatro mil quinientos pesos), anuales para caja de ahorro, apoyos para uniformes, material deportivo; así como el pago de renta de las  oficinas sindicales, entre otros conceptos, Es más, según notas periodísticas, en 2015, todavía obtuvieron una asignación por más de 6 millones de pesos anuales. Lo más seguro todos estos recursos no estaban  contemplados en el techo financiero autorizado, lo que significa deudas a futuro o desvíos de partidas   presupuestales en las finanzas gubernamentales. 

La buena noticia de los últimos meses, son en el sentido de que al parecer se está retomando la Autonomía de la Universidad,  por parte de la autoridad educativa en turno; ojalá que así sea y no se regrese al pasado,  para bien de todos. Sin embargo no deja de existir una responsabilidad histórica, de quienes recibieron  la confianza de los michoacanos para que defendieran sus intereses, al permitir que se diera este atraso educativo y estuviera a punto de extinguirse un proyecto educativo, tan importante para el crecimiento humano de lo mejor y más valioso que existe a lo largo y ancho sobre la superficie estatal como son los niños, jóvenes y adolescentes. Ojalá que hoy estemos a tiempo de corregir errores y no seamos sometidos mañana al juicio de la historia.