Uniformes escolares

Se pretendía entre otras cosas proyectar al exterior una imagen pública coherente con el orden y la organización interna en el desarrollo de sus actividades educativas. (Foto: especial)

Posiblemente el antecedente histórico de los uniformes escolares, se remonta a los centros educativos de Francia e Italia, que eran administrados por órdenes religiosas, en donde se hizo obligatorio este tipo de indumentaria, como un símbolo de distinción de los grupos sociales con capacidad económica para cubrir los gastos de la educación de sus hijos en colegios particulares, que gozaban de prestigio en la prestación del servicio educativo. Pero también como parte de la entidad de una institución comprometida con su crecimiento como ser humano.

Se pretendía entre otras cosas proyectar al exterior una imagen pública coherente con el orden y la  organización interna en el desarrollo de sus actividades educativas. Con ello, se trataba de reafirmar la confianza y credibilidad social. En nuestro país, se empezaron a copiar esas mismas prácticas de “distención” en algunas escuelas privadas, establecidas en los principales centros urbanos y posteriormente a lo largo y ancho del territorio nacional. Fue hasta la década de los años sesenta del Siglo Pasado, cuando se empezó a generalizar el uso obligatorio el uniforme escolar en las escuelas públicas, empezando por las secundarias federales. Las alumnas de primer grado portaban jumper de color rosa, las de segundo de color azul y las de tercer grado de color guinda, en cuanto a los alumnos, todos vestían del mismo color. Poco a poco, esta idea de los uniformes escolares, se fue adoptando en todo el sistema educativo nacional, desde los jardines de niños hasta las escuelas de educación media superior.

Sobre el particular, se han generado muchas controversias unas a favor y otras en contra. Algunos padres de familia se resisten a la compra de los uniformes escolares, argumentando entre otras razones, que las decisiones tomadas fue sin el consentimiento de la mayoría de los interesados; otros  consideran que su uso no asegura un mejor desempeño académico y sí representa un gasto extraordinario cada semestre, poniendo en predicamento la precaria economía familiar. También afirman que la calidad de los mismos, deja mucho que desear, al ser confeccionados en costura simple y en un material poco resistente para el uso diario, lo cual  limita su durabilidad; que además, no son del todo apropiados para las condiciones climatológicas del lugar y para las actividades escolares; que no son tan prácticos para su lavado, secado y planchado; que son caros en comparación con el precio al que se ofertan en otras regiones del país, posiblemente por la falta de competencia en el mercado al designarles el proveedor, aduciendo que es el único fabricante en el lugar que puede confeccionar los escudos escolares correspondientes; inclusive llegan a cuestionar el  diseño de los mismos. Aunado a eso, los alumnos de las familias más favorecidas económicamente, influenciados por el consumismo, desean utilizar ropa de marca que los diferencie de sus demás compañeros y los ubique en el  nivel social al que piensan pertenecer.

Todos esos pensamientos son dignos de considerarse, para llegar a tomar las mejores decisiones consensadas con los interesados. Sin embargo, no podemos negar que vivimos en un país, donde existen las mayores desigualdades del mundo, por lo que una medida posible para que no se manifiesten públicamente esas diferencias en los  centros educativos, es el uso de los uniformes escolares. Además entre otras razones porque su uso forma parte de la identidad con la institución educativa, al generarse un sentido de pertenencia en los alumnos al adoptar una identidad  con los objetivos, principios y valores de la institución educativa, sintiéndose comprometido con los colores de la misma; también se mejora la autoestima de los alumnos al sentirse en igualdad de condiciones para su aprendizaje, valoración que se acompaña de sentimientos de valía personal y auto-aceptación. La familiaridad con la que se utilizaran los uniformes, ayudará a generar la unión entre alumnos e institución; además si esos uniformes son de mediana calidad pueden utilizarse durante varios semestres, ayudando en algo a la economía familiar. Por otra parte  se establece una disciplina de vestir diariamente el uniforme como requisito para poder tener acceso al plantel, lo que además ayuda a mejorar la  presencia física y a una rápida identificación en cualquier imprevisto. Hacia el exterior se proyecta una imagen pública del plantel, de orden, disciplina y trabajo, ganando prestigio y confianza en la comunidad, ampliando las oportunidades de sus egresados.

Sin duda alguna, la implementación de los uniformes escolares ayuda a mejorar el aprendizaje de los alumnos, compromiso que han venido asumiendo por década los padres de familia. Sin embargo, ante la  difícil situación económica que están viviendo la mayoría de las familias a consecuencia de los efectos de La COVID-19, enfermedad causada por virus SARS-CoV-2., los gobiernos estatales y federal deberán asumir esa responsabilidad como lo señala La Ley General de Educación, que entre otras cosas establece en su Capítulo II, Artículo 6. “Todas las personas habitantes del país deben cursar la educación preescolar, la primaria, la secundaria y la media superior. En el  Artículo 7.  Fracción II, Inciso c, menciona que el Estado “proveerá de los recursos técnicos-pedagógicos y materiales necesarios para los servicios educativos”; en la Fracción IV, del mismo Artículo se menciona que debe ser “Gratuita, al ser un servicio público garantizado por el Estado”, y para no simular alguna autorización de “cuotas voluntarias” se deberá modificar el Inciso c de esa misma Fracción.

En cumplimiento con estos mandatos de Ley, al regreso de las aulas, las autoridades educativas deberán vigilar que en ningún centro educativo, por ningún motivo se cobren las tradicionales “cuotas voluntarias”, así como, de disponer de los recursos presupuestales, ya sea haciendo reestructuraciones o desapareciendo áreas administrativas innecesarias, incrementando el monto de las becas escolares o bien disminuyendo las prerrogativas a los partidos políticos, para dotar de uniformes escolares gratuitos a todos los alumnos de educación básica inscritos en escuelas públicas. De no actuar en consecuencias las aulas estarán a medio llenar en el próximo regreso a clases y se podría registrar  una deserción escolar sin precedente el próximo ciclo  2021-2022, en perjuicio de miles de niños y adolescentes que pasarían a formar parte de “la generación perdida”.

“[…La educación es la base para acabar con la desigualdad y para que todos tengamos las mismas oportunidades…]”. (2018. UNHCR ACNUR Agencia de la ONU para los Refugiados comité en Español. 2018). Así como la ignorancia conduce a los gobernantes a establecer prioridades fuera de la realidad.