Libre decisión

Si somos honestos aceptaremos que con las clases a distancia, se estancó el desarrollo educativo, de las generaciones en proceso. (Foto: especial)

La verdad es que al día de hoy, la mayoría de las instalaciones de los centros educativos públicos no se encuentran en condiciones adecuadas para que las niñas, niños, adolescente y jóvenes, regresen a las aulas, para continuar con las clases presenciales, después de haberse interrumpido en marzo de 2020, como medida obligada para evitar una mayor propagación de la pandemia del COVID-19. Los daños y deterioros ocasionados a las escuelas durante año y medio en que fueron abandonadas por las autoridades educativas no tiene precedente alguno, los cuales van desde un simple grafiti plasmado en alguna barda, el crecimiento de la hierba en el entorno, la proliferación de hongos en las estructuras por la humedad de la lluvia, hasta el destrozo de la infraestructura educativa y el saqueo de todo tipo de materiales y equipos utilizados en el proceso de enseñanza-aprendizaje, que fueron encontrando a su paso los ladronzuelos, ante la indiferencia o  complicidad de los encargados de la seguridad pública en las localidades. Situación que pudo haberse evitado, con un presupuesto mínimo, si los funcionarios de la Secretaria de Educación Pública, responsables de cuidarlas y protegerlas, hubieran cumplido con su obligación como lo establece el Reglamento Interior de la Secretaría; ahora se pagaran altos costos por las reparaciones que se tengan que realizar, sin la seguridad de que sigan teniendo la utilidad de antes.

Hasta parece parte de una estrategia, para que sean los padres de familia, quienes ayuden a resolver los problemas que se generan por negligencia o corrupción de la autoridad educativa, como siempre, esa participación incondicional fue determinante para medio acondicionar los espacios educativos públicos y continuar con el proceso educativo de los  alumnos en las aulas. A pesar de que siguen con la preocupación de que sus hijos se pueden contaminar con esa partícula microscópica que El Comité Internacional de Taxonomía de los Virus (ICTV), ha llamado “coronavirus de tipo 2 causante del síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV-2), que se desplaza por todos los espacios de la convivencia humana. Actitud natural y justificada, ya que “no es más valiente el que no tiene miedo, sino que el verdadero valor en saber enfrentar y dominar el miedo” (Francisco González.- Editorial SER), a veces vale la pena asumir los riesgos, con todas las precauciones que las circunstancias permitan, para encontrar la luz al final del túnel. Más cuando sabemos que el tiempo es irreversible, por lo que nuestras obligaciones en cada una de las etapas de nuestra vida, debemos realizarlas en tiempo y forma, si queremos trascender en este mundo cada día más globalizado, que requiere de nuevos conocimientos y desarrollo de nuevas y mejores habilidades. De prolongarse esta modalidad de clases a distancia, se ampliará el rezago educativo existente, que ha venido existiendo desde hace décadas con relación al contexto global, inclusive a nivel regional, como sucede en  nuestro Estado de Michoacán, donde se han llegado a laborar calendarios de menos de 100 días y no de 200 días, por ciclo escolar como lo indica la norma vigente, ocasionando toda clase de limitaciones en el aprendizaje. Me genera tristeza recordar la confesión de un alumno de educación media superior, que se lamentaba no saber cómo se calculan los porcentajes de una unidad determinada, me decía que durante los tres años de su educación secundaria sólo tuvo tres clases de matemáticas, por las frecuentes suspensiones de clases con motivo de manifestaciones de los docentes en defensa de sus derechos laborales. En la soledad del silencio haciendo uso de su libertad legal y de seres humanos, los padres de familia deben tomar la decisión que les dicte su conciencia, desde luego la más conveniente para el futuro de sus hijos y que no perjudique a terceros, sabemos bien que su compromiso de proteger, orientar y apoyar el desarrollo integral de sus hijos, no necesitan escribirlo en ningún papel, ya  que lo llevan impregnado en sus mentes y corazones, cualquier  decisión deberá ser respetada

Las clases a distancia han profundizado las desigualdades por las condiciones de marginación y pobreza en que viven millones de personas. En el proceso educativo, no basta con saturar de información el  cerebro de los alumnos, que ni siquiera eso se puede lograr a distancia por la falta de tiempo y las limitaciones de los sistemas de las comunicaciones. La presencia física en las aulas es determinante para que adquieran hábitos intelectuales, disciplina escolar, fortalecimiento de sus valores, desarrollo de las tecno-ciencias y que aprendan a aprender. En pocas palabras asuman su papel de estudiantes al ser parte activa de su aprendizaje; por otra parte es indispensable la convivencia con sus compañeros no sólo para socializar, sino para que vayan creciendo con calidad humana, además el encierro forzado ha disminuido su auto-estima, ha ocasionado cierto tipo de depresión  al darse cuenta de la realidad que viven en familia. Se sabe bien que los remediales para fortalecer sus conocimientos, difícilmente se realizan  en condiciones normales, mucho menos en situaciones extraordinarias como la que hemos vivido por los efectos de la pandemia.

Es natural que durante el tiempo que han durado las clases a distancia, se hayan generado  formas de comportamientos particulares, que aparentemente facilitaron la existencia de los protagonistas del proceso de enseñanza-aprendizaje, de todos los niveles académicos del Sistema Educativo Nacional, pero por el bien de todos hagamos un esfuerzo para regresar a la normatividad. En el caso de los docentes, descansaron de las alarmas de los despertadores, que les indicaban el tiempo de prepararse para salir de sus casas con rumbo a los planteles de asignación, ahorrándose la presión diaria del tiempo, el desgaste físico y social y sobre todo el ahorro de los gastos de transporte y del lonch a la hora del receso. Lo que en algunos casos les permitió ponerse al corriente de pagos pendientes. Aun cuando ya se estaban acostumbrando a realizar su trabajo desde la comodidad de su casa, estoy completamente seguro que están dispuestos a seguir arrastrando los pintarrones, con la responsabilidad y dignidad que siempre lo han hecho, para seguir contribuyendo a la consolidación de la educación de sus alumnos. Por su parte, los alumnos que tenían la posibilidad de la comunicación, desde algún espacio cómodo de su casa seguían el desarrollo de sus clases a distancia, sin la posibilidad de resolver las dudas que iban surgiendo, lo grave es que fue disminuyendo su responsabilidad y disciplina para realizar sus actividades. Afortunadamente son seres con una gran nobleza que entienden lo que les conviene para mejorar su vida y a la vez, están deseosos de reencontrarse con sus compañeros de escuela, olvidándose de las difíciles experiencias que vivieron durante el encierro. Están a tiempo de volver a soñar de llegar a ser grandes en la vida.

La resistencia de los padres de familia a que sus hijos regresen a las aulas, aparte del riesgo de contaminación, ya se estaban desacostumbrando a su tarea habitual de arreglarlos y llevarlos a la escuela, pero además, saben que las clases presenciales implican una serie de gastos para cumplir con los caprichos burocráticos de las autoridades educativas, empezando por una relación de útiles escolares que se inventó algún funcionario educativo, como requisito para que los alumnos puedan retener los conocimientos que les transmitan sus profesores; el pago de las inconstitucionales “cuotas voluntarias” y “las fichas de inscripción” y la compra de los también inconstitucionales uniformes escolares” (inconstitucionales hasta que no se doten gratuitamente), esos requisitos ponen en predicamento a los padres de familia. Por eso he insistido y seguiré insistiendo en que la Autoridad Educativa Federal, instruya a los directores de planteles la anulación de cualquier aportación económica como requisito para la inscripción de los alumnos en los centros educativos del sector público.

Si somos honestos aceptaremos que con las clases a distancia, se estancó el desarrollo educativo, de las generaciones en proceso, por lo que, bien vale la pena que todos los que amamos y queremos a nuestro País y a nuestro Estado unamos esfuerzo desde nuestros espacios sociales, para tratar de recuperar el tiempo perdido de lo contrario nos seguiremos lamentando de que una parte de la población siga viviendo en condiciones de miseria y que nuestros profesionistas no sean competitivos en el mercado laboral. A quienes no les interese el futuro de las nuevas generaciones ni el desarrollo del país, con el hecho de que no estorben sería una magnifica colaboración, deseándoles suerte para que arreglen sus pendientes y consigan todos los beneficios posibles. Austeridad no significa no gastar, sino gastar inteligentemente. Los recursos desinados a la educación es una inversión.