DEBATAMOS MICHOACÁN: La vida

Humberto Maturana, en su texto la Biología del amor, centra la vida y a los seres vivos en la horizontalidad, a partir de su definición de vida. (Imagen: especial)

La numeralia de homicidios violentos que ofrecen las autoridades y los medios de comunicación desde el inicio de la guerra declarada por el Estado mexicano contra el crimen organizado en 2006, no ha parado, diario hay nuevos muertos y desaparecidos; todos los días se registran delitos de alto impacto, abriéndose carpetas de investigación en las fiscalías, pero por el otro lado, madres, tíos, hermanos de estos muertos y desaparecidos, de manera coordinada con organizaciones de la sociedad civil impulsan acciones para encontrar a sus familiares vivos o muertos. Es decir, la vida, esa vida que muere.

Humberto Maturana, en su texto la Biología del amor, centra la vida y a los seres vivos en la horizontalidad, a partir de su definición de vida: “sistema autopoietico molecular”, de esta manera,  todos los seres vivos tenemos la misma génesis, todos nos autoproducimos, razón por la cual plantas, animales y humanos somos iguales, es decir, tenemos la misma génesis, solo que la corriente filosófica del humanismo nos ha hecho antropocéntricos y después de la Segunda Guerra Mundial, como sociedad de consumo nos volvimos hedonistas, narcisistas en busca del lujo, el placer y el éxito, generándose con ello, un modelo de individualidad y egoísmo al que llamamos valor líquido (Lipovertzky y Bauman), formando al hombre economicus, y dejando de lado al hombre social.

Por otro lado, la vida asumida en la violencia es redefinida por Sayak Valencia en el texto “Capitalismo gore”, para ello, expresa que la vida del endriago se identifica con aquellos perfiles que requieren de posicionar la violencia, la proveeduría y el consumo en un modelo económico que hace a la sociedad hiperconsumista y a la vez hedonista, en busca del placer y de los lujos y que refuerza el modelo patriarcal y el mandato de masculinidad del hombre.

Pero además, expresa que la vida del hombre endriago permite conceptualizar a los hombres que utilizan la violencia como medio de supervivencia, mecanismo de autoafirmación, y herramienta de trabajo. Los endriagos no sólo matan y torturan por dinero, sino que también buscan dignidad y autoafirmación a través de una lógica “kamikaze”. En este sentido, Valencia afirma que dadas las condiciones sociales y culturales imperantes en México no debería ser una sorpresa que los endriagos usen prácticas gore para satisfacer las demandas consumistas ya que con ello subvierten la sensación de fracaso causada por la frustración material. Lo que algunos críticos se preguntan de esta categoría es si es suficiente para explicar la exacerbación de la violencia frente a la vida.

Por otro lado, Judith Butler en “Vida precaria” (obra escrita en el marco del S-11, cuando la vulnerabilidad se presentía no solo individual, sino también nacional en los EEUU, toda vez que fue atacado en su territorio), analiza la dimensión política de la vida a la violencia y a la pérdida, e intenta pensar la posibilidad de sentar las bases de una comunidad a partir del duelo, es decir, del trabajo de duelo de la población. Butler no niega ni la violencia de los ataques terroristas ni el dolor por las vidas perdidas; se pregunta si es posible para la reflexión política y no un aliciente para el nacionalismo o para el discurso militarista?

En su texto Butler plantea una forma de repensar la vulnerabilidad con base en el hecho de que todos estamos expuestos a la violencia; es decir, que todos tenemos un cuerpo mortal que puede ser herido, una vida que muere no solo por su génesis, sino porque el otro puede lesionar, matar, o bien, herir. En este sentido la vulnerabilidad revela la manera en que la relación con el otro nos constituye: “La herida ayuda a entender que hay otros afuera de quienes depende mi vida”, y esto es cierto cuando en el alto de un semáforo, o bien caminando, incluso en el interior de una tienda de conveniencia somos atracados, es decir vivimos en vulnerabilidad.

Butler, en Vida precaria, se refiere a Emmanuel Levinas, quien plantea una ética como heteronomía en la exigencia del “No matarás” como significado único del rostro del otro; situación a la que también se refiere Enrique Dussel en la Ética de la política, al expresar que es la vida la que debe de estar al centro y es la que se debe de cuidar, aludiendo a dar agua al sediento, alimento al hambriento, cobijo al desamparado, y el no mataras, no robaras, todo ello centrado en el concepto vida.

Finalmente, qué es la vida, y en efecto, si bien, tenemos posiciones para explicarnos la vida desde las cuestiones biológicas, políticas, sociales, antropológicas y, éticas; la vida siempre será esa posibilidad a la que se refiere Hegel en el deseo del reconocimiento del otro, pero, como reconocer al otro, cuando tienes en tus entrañas ideologías misóginas, machistas, clasistas, racistas, xenófobas y de otro tipo, si puede ser un endriago, que te violente, incluso que te mate. Requerimos entonces avanzar a una transmodernidad o trasfeminidad, es decir a otro modelo social que nos muestre sus epistemologías para atender a nuevas prácticas sociales, prácticas de consumo, de respeto a la otredad de los seres vivos, y que en unicidad se de el respeto a los recursos de la naturaleza, el agua, la tierra, el aire y la luz.

Necesitamos de nuevas formas que nos motiven a la creación y desarrollo de conciencia como expresa Edgar Morin: antropológica, ecológica, cívica, espiritual y digo yo de salud, para que ello nos ayude a comprender la importancia de respetar al medio ambiente, pero igualmente nos ayude a comprender la crisis ambiental que vivimos (Guattari, Clark, Capra) y de conocimiento y nos impulse a fortalecer una racionalidad ambiental, a la que se refiere Enrique Leff. Conservar la vida, es horizontal, no vertical y antropocéntrica, comencemos con nosotros, a desarrollar los mecanismos que nos ayuden a respetar al otro, a la otredad.