DEBATAMOS MICHOACÁN: Día estatal contra la discriminación

Grupo de Facto Diversidad Sexual en Michoacán, ha impulsado diversas iniciativas de ley y propuestas de adiciones que hoy son ya leyes, acuerdos, o bien políticas públicas; estas acciones han sido realizadas con la sociedad civil organizada desde el 2007. En ese año pero en Zacatecas, se presentó propuesta a través de pronunciamiento ante el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) en donde se solicitaba establecer el DÍA NACIONAL CONTRA LA DISCRIMINACION documento que fue suscrito en apoyo por diversos actores de la vida social y política en Michoacán y México, sobresale la firma de Carlos Monsiváis (QEPD).


Esta petición fue registrada por los medios de comunicación y desde aquellas fechas se continuo impulsando dicho planteamiento, tanto para establecer un día Nacional y posteriormente un día Estatal para evitar la Discriminación; en el 2007, se registró en el boletín de prensa 053/2007, Conapred esta petición.


Derivado de estas acciones y mucho trabajo social y político del CONAPRED y la sociedad civil, fue posible en 2010 que el Ejecutivo federal instituyera un Día Nacional para Prevenir la Discriminación, y se publicara en el DOF.

En tanto que para Michoacán, desde el 2008, como en 2009 y 2010, Grupo de Facto Diversidad Sexual promovió acciones en la LXXI y LXXII Legislatura para instaurar el Día Estatal para Prevenir la Discriminación; no obstante estas acciones, no se logró posicionar el tema y lograr el Día Estatal como un mecanismo de promoción para la creación y desarrollo de la conciencia social y cívica para mejorar las condiciones de intersubjetivación y el diálogo para la convivencia y la Paz.

Nuevamente en 2015 representantes de la sociedad civil tocan las puertas en el Congreso del Estado en la LXXIII Legislatura para impulsar esta fecha no sólo como una efeméride, sino como una motivación para autoridades de los distintos poderes y niveles de gobierno y de la sociedad civil para que ayuden a recobrar la cultura de la igualdad y el respeto a la dignidad humana sin discriminación.


Fue el Diputado Ernesto Núñez, quien posicionó el tema y la aprobación correspondiente del Día Estatal Contra la Discriminación, en el 2016.
La importancia de los Días Nacional y Estatal de lucha contra la discriminación, son los datos cuantitativos de la Encuesta Nacional de Discriminación 2005, 2010, y ahora 2017, realizada por el Conapred.


Este día fue seleccionado para impulsar un proyecto de Estado para prevenir y eliminar la discriminación, toda vez que fue el 19 de octubre de 1810, que el Padre de la Independencia, Don Miguel Hidalgo y Costilla abolió formalmente la esclavitud en México.

La esclavitud se sustentó en la discriminación racial como en un mecanismo de distinción, exclusión, dominación, opresión y muerte. Entre 1810 y estos tiempos posmodernos han sucedido múltiples cambios en nuestra sociedad, pero pese a ello no se ha erradicado la discriminación, la desigualdad en la diferencia de trato social ni las diversas formas de segregación hacia enormes colectivos de la población.


Sirve como antecedentes, que esta es la razón por la cual la reforma constitucional de 2001 inscribió en el párrafo tercero del artículo 1 de la Constitución la prohibición expresa de la discriminación, junto a la de la esclavitud; también con la reforma constitucional de 2011, en materia de derechos humanos, la perspectiva de igualdad y no discriminación quedó asumida como eje central de nuestro marco legal y que hoy también en nuestra Constitución local de Michoacán y un conjunto de leyes reformadas en 2014 lograron incluir la cláusula de no discriminación para fortalecer y dinamizar el derecho a la igualdad y no discriminación.

Bien vale recordar que de estas reformas en la Ley Orgánica Municipal se proponen, entre otras comisiones municipales, la de Igualdad y Diversidad Social, que continúan vigentes en el marco normativo y desde luego en las estructuras de cabildo, tal como se menciona en la última reforma del presente año.

Este día también nos permite reconocer la importancia que tiene que los servidores públicos manejen una ética política, es decir, que el trabajo desarrollado por quienes se desempeñan en una función pública actúe en el marco de los planteamientos que ofrece el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024; es decir la vida al centro, la vocación de servicio, no al fetichismo o corrupción, si al mandato de la sociedad, si a la realidad de lo posible, si a comprender que el poder no se ejerce dominando, sino obedeciendo, hay cambios importantes que hay que destacar, y que hay que adoptar como prácticas de vida y respeto a la otredad.

La igualdad y no discriminación debe de entenderse en el marco de la economía y el crecimiento económico, es decir, la economía no debe ser  excluyente, ni concentradora de la riqueza en unas cuantas manos, ni utilizar mecanismos de opresión de sectores poblacionales y minorías, depredador del entorno; porque desde luego que eso no es progreso sino retroceso; baste observar las problemáticas de crisis ambiental que vivimos y  a las que se refiere Boff, Guattari, Clark, Capra, Leff, entre otros.

Ese poder al que me refiero, debe de comprender el conocer, el saber, de todos aquellos elementos que permitan ejercerlo como los derechos humanos y las libertades, la igualdad y no discriminación, la perspectiva de género, igualmente la interculturalidad, la cultura de la paz y el diálogo para el fortalecimiento de la convivencia social, y desde luego el trabajo ecocéntrico, o biocéntrico, que permita convivir en horizontalidad con los seres vivos sin antropocentrismo (Boff, Manfred Max)

El racismo y la jerarquización social, no puede ser mecanismo de división social; la igualdad y no discriminación debe pugnar porque debemos ser todos y todas respetuosos de los pueblos originarios, sus usos y costumbres y su derecho a la autodeterminación y a la preservación de sus territorios; y en este mismo sentido, debemos de impulsar la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres, la dignidad de los adultos mayores y el derecho de los jóvenes a tener un lugar en el mundo; rechazamos toda forma de discriminación por características físicas, posición social, escolaridad, religión, idioma, cultura, lugar de origen, preferencia política e ideológica, identidad de género, orientación y preferencia sexual, así como por cuestiones de salud.

Debemos de reconocer que requerimos de un modelo de desarrollo respetuoso de los habitantes y del hábitat, equitativo, orientado a subsanar y no a agudizar las desigualdades, defensor de la diversidad cultural, social y sexual, así como del ambiente natural, sensible a las modalidades y singularidades económicas regionales y locales y consciente de las necesidades de los habitantes futuros del país, a quienes no podemos heredar un territorio en ruinas, es decir trabajar en un modelo sostenible para esta generación y las que habrán de heredar un mundo mejor.

En estos tiempos, la igualdad y no discriminación debe ser acompañada de la creación y desarrollo de conciencia tal como no los comenta Edgar Moran en su texto Los siete saberes de la educación: conciencia antropológica; conocimiento del procesos de hominización, conciencia ecológica, el biocentro, es decir la centralidad es la vida, no lo antropocéntrico; conciencia cívica, cumplimiento de los principios de legalidad  como se expresa en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; la conciencia espiritual, es decir la convicción de que es más fuerte la generosidad que el egoísmo, más poderosa la empatía que el odio, más eficiente la colaboración que la competencia, más constructiva la libertad que la prohibición y más fructífera la confianza que la desconfianza; finalmente la conciencia de salud, un pueblo enfermo, sin recuperar su vitalidad, será un pueblo muerto.

Si deseamos que cambie nuestro pueblo, debemos empezar con deconstruir los mandatos de masculinidad, así como el humanismo antropocéntrico, pero igualmente debemos de hacer transmodernidad, transfeminismo, y en una búsqueda permanente del nuevo hombre, de la nueva mujer, de la nueva sociedad en la que estamos viviendo.  Requerimos de nuevas prácticas de consumo, así como de intersubjetividad, sin más subjetivación, requerimos de mayor autonomía, libertad y respeto a la dignidad humana de las personas. Necesitamos de un nuevo pacto civilizatorio, cuyas bases ya se encuentran en este nuevo mandato popular y social.