Nueva escuela

Para la Nueva Escuela Mexicana es imperativo promover la equidad, así como la mejora continua en la educación para el beneficio de las infancias, adolescencia y juventudes. (Foto: especial)

En La Ley General de Educación, que norma y regula el servicio educativo que imparte El Estado Mexicano y los particulares, en el Título Segundo, Capítulo I, habla de “la Nueva Escuela Mexicana”, así como de sus funciones, señalando  que “tendrá como objetivos el desarrollo integral del educando, reorientar el Sistema Educativo Nacional, incidir en la cultura educativa mediante la corresponsabilidad e impulsar transformaciones sociales dentro de la escuela y en la comunidad” y define la escuela  como “un centro de aprendizaje comunitario en el que se construyen y convergen saberes, se intercambian valores, normas, culturas y formas de convivencia en la comunidad y en la Nación”. También  menciona que  “a través de la Nueva Escuela Mexicana, se  buscará la equidad, la excelencia y la mejora continua en la educación, para lo cual colocará al centro de la acción pública el máximo logro de aprendizaje de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes”.

En la misma, se describen una serie de acciones para lograr esos propósitos, pero no se especifica que debemos entender por “La Nueva Escuela Mexicana”, si es un conjunto de normas a seguir para mejorar la calidad de la enseñanza o es un nuevo modelo educativo a implementarse para mejorar la calidad de la enseñanza. Frase que suena muy parecida a la de Escuela Nueva, acuñada a finales del siglo XIX, para denominar a una nueva forma de enseñanza, colocando al alumno en el centro de la enseñanza, evitando que fuera simple espectador  en contraste con el método tradicional que consideraba al docente como el protagonista del proceso enseñanza-aprendizaje, con lo que se pretendía formar ciudadanos, más autónomos y preparados para la resolución de problemas y con vínculos fuertes con la comunidad. Esta nueva forma de enseñanza prevaleció durante casi medio siglo (1889 -1939), en Inglaterra, Francia, Suiza, Polonia, Hungría, Italia, en Estados Unidos, se conoció con el nombre de escuela progresiva y posteriormente en Latino-américa  como “escuela activa”.

Siendo los principales precursores de ese movimiento pedagógico: John Dewey (1859-1952),  pedagogo y psicólogo estadounidense, proponía educar al niño física, intelectual y emocionalmente, para que desarrollara competencias que le ayudaran a resolver problemas. María Tecla Artemisia Montessori,( 1870- 1952), con su  método pedagógico centrado en el desarrollo y la madurez social del niño; Ovide Decroly (1871- 1932), pedagogo, psicólogo y médico belga,  que sustentaba que el descubrimiento de las necesidades del niño permite conocer sus intereses y organizarse mediante la observación, asociación y expresión; Georg Michael Kerschensteiner( 1854- 1932), pedagogo alemán, quien postulaba que “la escuela debe formar individuos competentes para el trabajo en pro de mejoras a la sociedad”; Édouard  Claparéde (1873-1940) psicólogo y pedagogo suizo, autor de la idea de la “pedagogía funcional” basada en las necesidades e intereses del niño, propuso un planteamiento denominado de ensayos y errores mediante el cual el niño, por aproximación sucesiva, reconoce la realidad que lo rodea; Adolphe Ferriére (1879-1960), pedagogo suizo, su planteamiento consistía en despertar la curiosidad, la creatividad y desarrollar la capacidad de observación e investigación en los niños; Roger Cousinet (1881- 1973), pedagogo francés, creador del método de trabajo libre por equipos y de la Nueva Escuela Francesa; Célestin Freinet (1896- 1966), pedagogo francés, su propuesta se basa en el “tanteo experimental” y el principio de cooperación.

Este modelo educativo dejó de tener vigencia a finales de los años treinta del siglo pasado, desde entonces se han venido experimentado diferentes métodos para mejorar el aprendizaje. Al parecer la presente Administración Pública Federal, con la llamada Nueva Escuela Mexicana, pretende darle un giro importante al Sistema Educativo Nacional, para mejorar la calidad de la educación, y lograr hacer realidad que los estudiantes crezcan como seres humanos, desarrollen sus habilidades y puedan competir exitosamente en el campo laboral globalizado, en beneficio propio y de la comunidad. Pero resulta irracional que de la noche a la mañana se pretenda lograr un cambio sustancial en la educación. Sabemos que no existe un proyecto de nación y que desgraciadamente los planes de desarrollo son diseñados sexenalmente; por otra parte, resulta extraño que se hable de una Nueva Escuela Mexicana, cuando a la fecha miles de escuelas no han sido acondicionadas para reiniciar clase presenciales y las menos dañadas, no cuentan con las instalaciones apropiadas o son insuficientes para realizar prácticas en laboratorios y talleres. La mayor parte del personal docente, viene laborando desde hace décadas, por consecuencia,  aplicando los mismos métodos de enseñanza. En contraste, los maestros de nuevo ingreso, aun cuando están acreditados académicamente, carecen de las habilidades para transmitir los conocimientos con la eficiencia requerida. Es más, durante el año y medio que  las clases fueron a  distancia, la escuela, nueva, vieja o destrozada, prácticamente desapareció del proceso de enseñanza –aprendizaje; los docentes por un lado transmitían la enseñanza, los alumnos por el otro la recibían, por lo que el concepto de escuela dejó de tener vigencia en ese periodo. Lo que significa un retroceso difícil de corregir tanto por la falta de un acertado modelo educativo, como por la sencilla razón de que las autoridades educativas, no tienen voluntad de cumplir con su responsabilidad; forman parte  de algún  grupo político de los que por décadas han ostentado el poder, piensan y actúan de la misma manera, se dedican a fortalecer las bases  para seguir viviendo del presupuesto, consciente de que  al fin de cuentas no tienen compromiso alguno con el pueblo.

La escuela que es una institución social formada por espacios escolares, alumnos, docentes, personal de apoyo, planes y programas de estudio, de pronto hizo un paréntesis y desapareció, ante los riesgos de contagio por la presencia de la pandemia que ha venido afectando a una parte importante de la población. Teniendo como única alternativa las clases a distancia, profundizándose las desigualdades sociales, al volverse casi selectiva la enseñanza, porque la mayoría de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes, hijos de las familias que viven en la pobreza o en la miseria, no pudieron darle seguimiento a sus enseñanzas por no contar con las herramientas de las llamadas Tecnologías de la Información y la Comunicación TICs, sólo los más afortunados tuvieron la oportunidad de recibir la información correspondiente de cada uno de los temas de estudio. Es tan compleja la problemática educativa que a estas alturas no se han regularizado las clases presenciales; se siguen cobrando inscripciones y fichas de admisión en las escuelas públicas y un número importante de docentes exigen se les pague salarios devengados, bloqueando vías de comunicación y generando pérdidas para la economía nacional por más de dos mil millones de pesos. Por eso cuando las autoridades educativas manifiestan su preocupación por mejorar la calidad de la enseñanza mediante La Nueva Escuela Mexicana, pienso que se trata de una simulación mientras termina el sexenio, ya que no  existe un cambio sustancial y no se cuenta con una infraestructura técnica, física y administrativa, lo suficientemente adecuada para desarrollar plenamente el proceso de enseñanza-aprendizaje con la eficiencia esperada.