Desigualdades

Los jóvenes en México, ¿estudian, trabajan, ambos o ninguno? (Foto: especial)

Los seres humanos tenemos diferentes formas del cuerpo, ya sea por herencia genética, o por el tipo de vida que se lleve, bien puede ser: endomorfo (mucha grasa y músculo);  ectoformo (poca grasa y poco músculo) o mesoformo (atlético y musculoso). Sin embargo todos somos semejantes porque estamos constituidos por tejidos y órganos, estos últimos, se encuentran distribuidos en cuatro cavidades: craneal, donde se protege el encéfalo; torácica, que resguarda los pulmones y el corazón; abdominal,  separada de la cavidad torácica por el diafragma, salvaguarda  los intestinos, hígado, páncreas, bazo y riñones y en la cavidad pélvica, preserva la vejiga y los órganos reproductores. También tenemos en común una estructura material: compuesta por cabeza, en la que se encuentra el cráneo y la cara; tronco que integra  tórax y  abdomen y  las extremidades superiores e inferiores. Además contamos con una estructura, constituida  por aparatos y sistemas,  formados por células y dichas células  por moléculas, las que  a su vez están integradas por átomos.  Siendo el sistema nervioso central quien controla todos los aspectos de nuestra vida, como los procesos de la percepción, el  pensamiento, las emociones, los sentimientos, la memoria,  el aprendizaje y la inteligencia; así como las actividades que podríamos llamar automáticas porque tal parece que pasan desapercibidas, como el latido del corazón, la respiración, temperatura corporal, la digestión, el sueño entre otras. Control que se realiza mediante la transmisión de impulsos  o mensajes que manda el cerebro al cuerpo a través de la médula espinal  y que viajan de una neurona a otra, creando conexiones o vías neuronales, mediante  procesos llamados sinapsis, que es la conexión de las neuronas por medio de sustancias químicas llamadas neurotransmisores. Toda esta compleja estructura corporal  está sostenida por el sistema óseo que en conjunto suma 206 huesos, unidos por los ligamentos, el tejido óseo, los tendones y los cartílagos, que junto con los sistemas articular y  muscular o musculo-esquelético, forman el aparato locomotor,  sistema que viene siendo  el armazón o soporte del cuerpo. Por lo anterior, podemos afirmar que todos los seres humanos somos semejantes en estructura física y biológica, lo que nos asegura las mismas posibilidades de desarrollo y bienestar en nuestras vidas; sin embargo, la realidad nos ubica en una dimensión totalmente distinta.

Desafortunadamente esa semejanza, parecido, analogía o similitud, biológica, estructural y material, cada día se va diluyendo y traduciendo en una desigualdad entre los seres humanos a limites difícil de revertir, y no precisamente como resultado de los genes heredados o por deficiencias cognoscitivas, ni por el medio ambiente social y natural donde se ha  vivido o por meras circunstancias en la vida, mucho menos por las costumbres, creencias, hábitos o valores construidos. La esencia de esas diferencias radica fundamentalmente  en el lugar que  ocupaban los padres de cada persona, en la política o en las relaciones sociales de la producción en el momento del nacimiento; lo que significa que la capacidad adquisitiva de las familias será determinante en el desarrollo individual de las personas, independientemente de la semejanza biológica con los demás integrantes de la sociedad humana. Lo que implica que a partir de ese momento  se inician las desigualdades, las cuales cada día se van ampliando conforme pasa el tiempo, por los que los menos favorecidos en la vida, tendrán que redoblar esfuerzos para sobrevivir y de alguna manera reducir o atenuar esas desventajas. Las cuales  se han tratado de justificar de diferente manera, inclusive con explicaciones fantásticas, argumentando decisiones divinas o por la falta de voluntad para trabajar y obtener un buen salario o por dedicarse a los negocios que dejen buenas ganancias. Eso y muchas cosas se dicen sobre el asunto, la realidad es que poco hace la sociedad en su conjunto y los gobiernos en turno  para atenuar esas desigualdades, dándole  más importancia al tener que el ser.

Ante esta realidad, se debe comenzar con un cambio de mentalidad, para evitar  contaminarse  con los vicios de corrupción e impunidad, que durante décadas han proliferado por todas partes de la humanidad y que en nuestro país, ha ocasionado que millones de mexicanos vivan en la miseria y unas cuantas familias en la opulencia. Debemos sustentar nuestro desarrollo personal en un marco de valores para que nuestro bienestar no se sustente en la desgracia de nuestros semejantes, sino el esfuerzo y trabajo individual. La educación de calidad es el medio más seguro, para mejorar las condiciones de vida, por lo que es necesario que se establezcan políticas públicas para que se reduzca la desigual distribución del aprendizaje entre escuelas y alumnos, principalmente en las zonas marginadas, retomando el objetivo central de la educación pública, de proporcionar a los alumnos los conocimientos universales, apoyándolos para que desarrollen sus capacidades y las conviertan en habilidades,  sean competentes en el campo laboral y obtengan un ingreso digno que les permita alejarse de la línea donde empieza la marginación. Se requiere contar con instalaciones educativas  adecuadas, ya que difícilmente fuera de las escuelas se pueden realizar algunos aprendizajes y lograr el crecimiento  de los alumnos como seres humanos. Por otra parte se deben tener autoridades educativas competentes y con ganas de cumplir con su responsabilidad social; vincular la Educación con el sector productivo y revisar los planes y programas de estudio para evitar que se formen profesionistas a quienes se les dificulte encontrar alguna oportunidad  de empleo o trabajen de operadores de algún transporte público o vendiendo tacos; eliminar para siempre las inconstitucionales  “cuotas voluntarias” y “fichas de inscripción”; depurar expedientes laborales ya que se dice y se comenta que existen trabajadores con plazas de docentes que no llenan los requisitos correspondientes y que su contratación constituye un acto de corrupción;  transparencia en designación de plazas de docentes, directivos y demás personal; en pocas palabras aplicar la Ley General de Educación. Pero sobre todo elaborar una estrategia para recuperar el rezago educativo, incrementado con la pandemia y los paros laborales especialmente en nuestro Estado, donde prácticamente se suspendieron las clases tanto a distancia como presenciales por más de tres meses, tiempo imposible de recuperar, limitando el proceso educativo de varias generaciones de niñas, niños, adolescentes y jóvenes y el mismo desarrollo nacional. Sólo aquellos alumnos que realicen mayores  esfuerzos podrán competir  con sus similares de otros estados y de otras latitudes en igualdad de conocimientos y habilidades. Ser indiferentes ante esta realidad, provocará que sigan germinando la larva de la corrupción y por lo tanto ensanchando la brecha de las desigualdades, entre los que tienen en abundancia y los que ni siquiera  esperanza tienen de algún día poder  vivir mejor.  Hasta pareciera que en esta vida sólo existen depredadores y presas, abusivos y abusados.