No hay trabajador minero rico

Grabado de la imagen de Zapata. (Imagen: especial)

“Pues no era verdad que se nos trataba como a bestias de trabajo, que se cometía la injusticia de explotarnos de generación en generación, para aumentar la fortuna de unos cuantos ricos a costa de nuestra propia vida, ¿sin más premio que malos tratos e infamias?”.  

Emile Zola, Germinal, 1885.

El lunes pasado, 8 de agosto, desperté tempranito, más de lo usual. Para mi era un día sumamente especial; un día como ese nació Emiliano Zapata Salazar, a quien desde niña se me enseñó a admirar, amar y seguir su ejemplo; luchar contra las injusticias, luchar por la libertad, la igualdad y la libertad de pensamiento.

Un grabado de la imagen de Zapata preside un lugar especial en nuestra casa, y está siempre en mi corazón. Para ml él está vivo, y en mi sentir la lucha sigue, ya que las injusticias, la desigualdad, la violencia, la impunidad y la corrupción persisten.

No se necesita buscar mucho, por doquier hay violencia e injusticias.

El pasado miércoles 3 del presente en Sabinas, Coahuila, habitantes de esa zona reportaron al sistema de emergencias 911, el colapso de una mina de carbón. Los hechos ocurrieron cerca del mediodía, de acuerdo con personal de la mina, la cual está localizada en la comunidad de “Las Conchas”, en el paraje de “Agujita”.

El accidente ocurrió en uno los pozos de carbón que se encuentra a una profundidad de 60 metros. La mina está ubicada a pocos metros del Río Sabinas del cual al parecer se filtró el agua.

Los mineros quedaron atrapados cuando se toparon con una mina antigua que estaba llena de agua y que, al venirse abajo, provocó la inundación. En estos pozos los mineros suelen trabajar sin ninguna protección, ni medidas de seguridad.

La fuerza del agua que irrumpió en los pozos, que están intercomunicados, fue tal que expulsó al exterior a cinco de los 15 mineros que trabajaban en el lugar, que lograron sobrevivir y fueron los que alertaron a las autoridades.

Lo ocurrido, me remitió a la época prehispánica en la cual había extracción de metales sin afán de lucro, sino para goce visual y ofrendar a los dioses.

Tras la invasión española, vino la explotación irracional e inhumana de las minas. Llevándose toda la riqueza y dejando a los indígenas que las extrajeron, y que eran los propietarios originarios de toda es riqueza, en la miseria, y la más de las veces muertos.

Las cosas siguen igual. No conozco a ningún minero que se haya hecho rico, ni que su sueldo le alcance para llevar una vida plena, saludable, rodeado de comodidades.

Cada vez que escucho o leo que las minas llevaran desarrollo a alguna región, pienso en los ríos contaminados, el suelo acabado, la población sin agua, y padeciendo enfermedades que nadie menciona, ellos por desconocimiento de cuál es la causa real por la que contrajeron dicha enfermedad, las autoridades callando, haciendo como que no ven. Los empresarios de la minería llenando sus bolsillos, sin respetar los derechos laborales ni ambientales.

Así las cosas. Las riquezas de nuestro subsuelo, que por ley son nuestras, no lo son.

Los familiares de los mineros que siguen 60 metros bajo tierra desde hace más de ocho días están desesperados. La entrada a los pozos está rodeada por una muralla de plástico negra (bolsas de basura negras) que les impide ver que pasa dentro. No reciben información alguna.

El sol esta fuerte, mas de 39 grados, quizás quiere el sol que se sequen los pozos, salvar a los mineros atrapados a 60 metros de profundidad.

Cuanta pobreza, cuanta necesidad hay de trabajo, que aceptan ese tipo de trabajos, llenos de peligro y sin ninguna seguridad.

Son gente buena, honrada, de no ser así, no morirían al fondo de un pozo. tratando de trabajar para llevar de comer a sus familias.

Un grupo de sacerdotes católicos ofrecieron la noche del sábado una misa, para que las autoridades rescaten a los mineros atrapados en la mina “Las Conchas”, al tiempo que subrayaron la falta de empleos, orillando a las personas a trabajar en la Región Carbonífera.

La Red Mexicana de Afectados por la Minería (REMA) declaró que no se pueden llamar accidentes a estos “desastres previsibles” porque, en su opinión, “son resultado de la corrupción, la ilegalidad y la impunidad en la que operan las empresas mineras en la zona carbonífera de Coahuila”.

Según denunció este colectivo en un comunicado, había evidencia de que la mina se podía inundar porque la excavación presentaba filtraciones de agua, pero los empresarios les ordenaron trabajar en esos pozos y las autoridades lo permitieron.

Para la comunidad minera de Sabinas el desplome del pozo no es nada nuevo: se trata de una realidad existente hace décadas y que se ha cobrado la vida de decenas de trabajadores. En la región se extrae el 99% del carbón que compra la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Unas 3.000 familias de la zona dependen directamente de la explotación del mineral, y otras 11.000 de empleos indirectos. Pero su extracción sale cara entre sus habitantes: solo en las primeras dos décadas del siglo XXI, 2.626 mineros quedaron incapacitados permanentemente, de acuerdo con la amplia investigación El carbón rojo de Coahuila: aquí se acaba el silencio.

En esta región sembrada de minas y dedicada exclusivamente a este oficio, del que viven miles de familias y cuyos jóvenes heredan sin más remedio el trabajo de sus padres, Lo llaman carbón rojo porque va manchado de sangre.

En junio de 2021, hace apenas un año, siete trabajadores fallecieron después del derrumbe de otra mina de carbón en la misma zona. Las organizaciones de derechos humanos habían denunciado repetidas veces las pésimas condiciones laborales de la explotación, incluso ante el director de la CFE, pero no recibieron respuesta. El túnel, como auguraban, acabó desplomándose. El 19 de febrero de 2006, la mina de Pasta de Conchos, también en Coahuila, sufrió una explosión de gas que acabó con la vida de 65 de los 73 mineros que estaban trabajando en ese momento. Llevaban años denunciando la inseguridad y las pésimas condiciones laborales. Fue una de las mayores tragedias mineras de la historia de México, un recuerdo sangrante que vuelve a aflorar en forma de profecía autocumplida cada vez que por la comunidad se extiende la noticia de que un pozo se ha derrumbado.

Un minero cobra de media unos 150 pesos diarios, registrados oficialmente ante el seguro social, de manera ilegal les pueden abonar a algún más dinero. Pero de esta cantidad oficial, un 70% es lo que cada familia recibirá de pensión mensual por su padre, esposo o hermano fallecido, alrededor de unos 2.000 pesos

“Tras la mayor tragedia minera del país, Pasta de Conchos, también en Coahuila, las familias de hasta tres hijos recibían una pensión de 3.000 pesos al mes. Para la de Rancherías, las familias están cobrando una pensión similar. ¿Quién vive con eso? Nadie”, cometa Cristina Auerbach activista reconocida por su defensa de los derechos a los mineros.

Auerbach denuncia que además la Comisión Federal de Electricidad ha comisionado de forma reciente más de un millón de toneladas de carbón para la zona. “Esta es la peor minería. Hacen creer a la sociedad que heroicamente generamos electricidad para el país, pero la realidad es que es a través de formas precarias y condiciones miserables de vida de los mineros: siempre pobres y siempre los que mueren”, remata.

Hace cincuenta años, cuando tenía yo 18 años de edad, leí ávidamente la obra de Emile Zola, la leí toda en pocos meses.  Tras saber lo que acontece en “las Conchas”, mina de Sabina Coahuila, recordé lo leído en Germinal, obra maestra de Zola.

“Ya no eran los trigos, ni el olor a hierbas campestres, ni el canto de las alondras, ni los rayos del sol; era la mina inundada, destruida, convertida en el sepulcro donde agonizaban desde hacía tantos días”.  (Germinal 1885).