DEBATAMOS MICHOACÁN: Trascendimos en simbiosofía

“Arribamos a la era de la exterminación; hemos evolucionado, del modo de producción al modo de destrucción de la madre tierra, de Gaía Gadotti”. (Foto: cortesía Gerardo Herrera).

“Arribamos a la era de la exterminación; hemos evolucionado, del modo de producción al modo de destrucción de la madre tierra, de Gaía Gadotti”.

La tierra conoció, en el transcurso de su biografía, cataclismos inimaginables, pero siempre sobrevivió, es decir, siempre logró salvaguardar el principio de la vida y de su biodiversidad, pese a ello, hoy, existe una pérdida acelerada de la variedad genética, de especies y de ecosistemas.

La sociedad contemporánea, llamada sociedad del conocimiento y la comunicación, está creando, de manera contradictoria con su nombre, cada vez más incomunicación y soledad entre las personas, evidenciando las crisis del medio ambiente, social y subjetivas a las que se refiere Félix Guattari.

Cada vez más el internet nos conecta con millones de personas sin encontrarnos con nadie, así podemos comprar, pagar cuentas, trabajar, incluso visitar museos, países sin salir de casa, todo ahora nos llega vía on line; estos dos años de pandemia afianzaron este nuevo mundo, expresa Suely Rolnik.

Por otro lado, la relación con la realidad concreta, con sus sabores, olores, colores, fríos, calores, resistencias, contradicciones, incluso las emociones ahora son mediatizadas por la imagen virtual de todos los adelantos tecnológicos digitales, que no deja de ser solo una imagen y que arraigan la imagen televisiva, desplazando la comunicación y el diálogo en la familia.

Hay un descuido y desatención de la dimensión espiritual del ser humano que se ve sustituida por la adoración y búsqueda de placeres crematísticos. No se cultiva la emoción, el corazón, sino la razón.  

Ante ello, es que nuestras manos ya no sientan el rocío de la lluvia, el pie descalzo ya no siente el contacto con el pasto recién cortado, su olor a hierba fresca ya no se percibe por nuestro olfato, el mundo virtual ha creado un nuevo mundo, un nuevo hábitat para el ser humano, que nos encapsulo, nos hizo hedonistas, narcisistas, individualistas, en búsqueda del éxito, del placer, de la meritocracia, de los valores líquidos, dice Lipovetzky y Bauman, dejando la falta del roce, el tacto, y el contacto entre las personas, de esta manera nos hicimos egoístas.

Nos encontramos en un “Punto Crucial” dice Capra; “Enfrentamos una crisis generalizada de la civilización”, expresa Boff; “Nos encontramos a punto de ocasionar nuestra propia destrucción”, afirma Elías Capriles; “Requerimos fundar una nueva civilización”, manifiesta Boaventura de Sousa Santos; y los medios de comunicación, los teóricos, las instituciones como la ONU, OEA, y los convenios internacionales nos apuran a transformar nuestras prácticas de consumo y de intersubjetivación y nos ponen plazo para el 2030, otros más como la OCDE, al 2050, y un planteamiento ético, la Carta de la Tierra, para la humanidad.

Esa realidad que vivimos afecta a la vida humana en aquello que la vida misma tiene de fundamental: el cuidado y la compasión; la sociedad que hemos desarrollado en las últimas décadas constituye una amenaza para la esencia humana, por ello, la importancia de construir nuevos caminos de cura y rescate para la humanidad, nos dice Leonardo Boff

Estamos convencidos de que existe la oportunidad aun de salvar la humanidad y proteger a los seres vivos de nuestro planeta, pero, para lograrlo, debemos modificar nuestros hábitos cotidianos y políticos, tanto privados como públicos, culturales como espirituales, solo recordemos el modelo del buen vivir que tenían nuestros pueblos mesoamericanos, donde la espiritualidad era el respeto a Pachamama, a Gaía.

La creciente degradación de nuestra “casa común”, la Tierra, nos expresa el Papa Francisco en su encíclica Laudato Sí, denuncia las crisis a las que se refiere Félix Guattari, Guille Deleuze y el propio Leff, y es que no es solo la Tierra, sino también la humanidad;  pese a la cuarta revolución industrial que vivimos la humanidad requiere urgentemente madurar y mostrar sus señales de sabiduría como nos indica Boaventura de Sousa Santos, regresar a nuestras epistemologías del sur, ya que de otro modo, no se podrá garantizar un futuro promisorio.

No nos confundamos, vivimos ahora no en el fin del mundo, lo que estamos haciendo es vivir ahora el final de una forma de estar y actuar en este mundo que ya nos interpela.

Diferentes teóricos nos dejan saber que enfrentamos una crisis de civilización generalizada, funcionando desde hace quinientos años y que sometió al ser, al saber, al poder y a la naturaleza abriendo paso a un modelo económico sustentado en el capitalismo histórico, depredador y que hoy necesitamos transformar a otros modelos de mayor participación social, con un pensamiento crítico y con propuestas de ecoformación, ecoética, coaligadas por una ecopedagogía que permita el respeto y los cuidados a la Tierra.

Insistimos, que es fundamental y necesario desarrollar un nuevo paradigma social, de convivencia, de fraternidad, de participación social, que sustenten las estructuras para la construcción de una relación de cuidado para con la tierra y que genere una nueva propuesta de un pacto social entre los pueblos y las comunidades internacionales y locales orientado hacia el respeto y la preservación de todo lo que existe y tiene vida, es decir de los seres vivos que en unicidad con el cuidado del aire, el agua, la tierra y la luz nos permitan la simbiosofía.

Solo a través de una transformación en tal sentido podremos pensar en alternativas que signifiquen una nueva esperanza para la Tierra y la Humanidad. Se requiere de seguir trabajando en un movimiento ecosocial y ecoeducativo y desde luego ecopolítico que siga interpelando el modelo de vida occidental depredador de la naturaleza y del ser humano.

Quienes hoy concluido los estudios de doctorado en Ecoeducación, después de dos años de aprendizajes, saberes y formación permanente, de cara a nuestros docentes y autoridades del municipio de Tlalnepantla, un ecocompromiso de ética política:

Nos pronunciamos por avanzar y colocar la vida al centro de la realidad, para que desde ahí logremos derribar el antropocentrismo y establecer el respeto a los seres vivos: animales, plantas y humanos, que, en unicidad con el aire, el agua, la luz, y la tierra, hacen simbiosofia.

Nos comprometemos a vivir éticamente, y es que renunciamos a estar sobre los otros, porque es de nuestro interés transitar a estar conviviendo en respeto con los otros, porque nos profesionalizamos si, pero no olvidamos nuestra vocación de servicio.

Asumimos igualmente el compromiso de trabajar con la sociedad a partir de comprender que el poder se ejerce obedeciendo, atendiendo a las virtudes sociales de fe y esperanza, caridad y humildad, templanza y prudencia.

Finalizo expresando que “una conducta ética en este momento de la historia de la humanidad y la tierra, será una conducta ecológica, que colaborará para: el cuidado de la comunidad de vida; la integridad ecológica; la justicia social y económica; la democracia, no violencia y la paz. Muchas gracias.

Este fue el mensaje con que concluye el doctorado en Ecoeducación en Tlalnepantla, Estado de México, y fue integrado y presentado por la candidata a doctora en Ecoeducación Lydia Nosti Gómez, quien en un ejercicio profesional y en la voz de sus compañeros, dio una lección de lo aprendido durante dos años de trabajo académico.

Es importante destacar que en estos trabajos formativos de ya más de cuatro años (para maestría y doctorado), ha sido un puntal de motivación y acompañamiento por parte de la doctora Imelda Herrera Pérez, a quienes tanto las nuevas candidatas Lydia Nosti y Rosalinda Herrera Pérez, expresaron su agradecimiento. Hoy, ese liderazgo de Rosalinda Herrera ha permitido que los candidatos a doctorado en Ecoeducación sientan al unísono con sus familias la satisfacción de haber cumplido su ciclo académico y comprometerse con la madre Tierra y con la sociedad a la sostenibilidad, centrando la vida, el biocentro, lo ecocéntrico.

De igual forma y por ser el alma mater de la formación de más de veinte candidatos a doctor en Ecoeducación, el Instituto Universitario de Puebla, extensión Morelia, también recibió su agradecimiento.