ECOS LATINOAMERICANOS: Lecciones de la historia

La URSS ya no existe más, pero aún hay cosas que pueden aprenderse de ella y su modelo. (Foto: especial)

El pasado 25 de diciembres se cumplieron 31 años del derrumbe de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, culminando así el llamado “bloque del este” y de su modelo de socialismo real. Este acontecimiento marcó el inicio de una nueva época unipolar dirigida por el proyecto de liberalismo económico encabezado por EUA, además de que significó un duro repliegue a las fuerzas políticas de corte marxista de casi todo el mundo. Pero ¿cuáles fueron sus consecuencias para América Latina?

La Unión Soviética a lo largo de su existencia tuvo un interés geopolítico en la región latinoamericana, más que tener recursos o capital político de interés, el politburó soviético consideraba a las naciones latinoamericanas como enclaves estratégicos para generar influencia y contrapeso en el continente americano, con el propósito de presionar a su rival ideológico, Estados Unidos.

La Unión Soviética buscó tener gobiernos latinoamericanos que le fuesen afines y se prestaran para proyectar la influencia soviética en el continente, para ello financió diversos movimientos políticos, incluyendo movimientos armados, en los diferentes países del continente. Al final de cuentas solamente Cuba fue el único país en ser cooptado por la orbita soviética; si bien Nicaragua y Chile, en algún momento se aproximaron a la URSS, nunca fueron completamente influidos por esta.

Cuba por su lado tuvo que ceder a las pretensiones geopolíticas de la Unión Soviética debido al aislamiento que estaba sufriendo por parte del embargo estadounidense. La URSS se encargó de comprarle azúcar a sobreprecio para así poderle otorgar diferentes insumos a la nación cubana, no obstante, esto trajo como consecuencia que Cuba estuviese impedida de crear su propia industria nacional y tuviese que depender completamente de la economía soviética, algo no muy distinta a lo que ocurría antes con Estados Unidos.

El colapso soviético fue un duro golpe al régimen de Cuba, quedando su cadena de suministros acotada severamente, obligando al gobierno cubano a buscar nuevas fuentes de divisas para asegurar su permanencia en el poder político. Aunque lo sorprendente fue que cuba no renunció al marxismo soviético, únicamente oficializó unas tibias reformas, pero la economía siguió en general con grandes estatizaciones y permaneció centralmente planificada, dejando un pequeño espacio de desarrollo económico para el sector privado.

Pero las consecuencias del fin de la URSS no solo se limitaron a Cuba, el resto de los países de América Latina tuvieron afectaciones en sus sistemas partidistas. Sin la Unión Soviética, Estados Unidos no tenía más excusas para apoyar regímenes dictatoriales que le eran favorables, por lo que accedió a presionar a buena parte de las dictaduras militares para que transitaran a la democracia. En ese contexto, las agrupaciones políticas que eran afines al marxismo soviético optaron por hacer cambios ideológicos, algunas se decantaron por visiones más heterodoxas del marxismo y otras directamente lo abandonaron y aceptaron una visión más socialdemócrata. Pero, sobre todo, la caída de la Unión Soviética incentivó a los diversos gobiernos latinoamericanos a adoptar más fácilmente las políticas de liberalismo económico promovidas por Estados Unidos, lo cual paradójicamente impulsó años después la llegada al poder de gobernantes de izquierda.

A más de treinta años de la caída de la URSS han llegado al poder movimientos de izquierda desapegados del marxismo-leninismo, pero que han tenido mayor margen de apoyo en sus propuestas, algunas de ellas polémicas, aunque es innegable que estos movimientos no hubieran llegado al poder si no hubiesen apartado la doctrina soviética de sus principios ideológicos.

La URSS ya no existe más, pero aún hay cosas que pueden aprenderse de ella y su modelo; sin duda tuvo sus puntos positivos como el acceso general a Derechos Sociales y el avance tecnológico en la aeronáutica, pero de donde más debe aprenderse fue de sus errores, que principalmente consistieron en un acaparamiento burocrático de los medios de producción y la falta de democratización política que les impidió a sus cuadros partidistas renovarse y adaptar su modelo a tiempos venideros. Esto sobre todo debe ser entendido por los actuales y futuros gobernantes de Latinoamérica.