Rector en una hora

Lograr relaciones en armonía, el reto en la Universidad Michoacana. En la imagen, Colegio de San Nicolás de la UMSNH, Alma Mater de la institución.

La cita estaba prevista, a las 9:00 horas, pero, como tenía especial interés de ser recibido, desde media hora antes, ya estaba presente en la antesala de la oficina donde se llevaría a cabo la tan ansiada entrevista. Con voz firme y segura, una jovencita, al parecer secretaria del titular, me dijo: “el licenciado no tarda en llegar, si gusta esperarlo, tome asiento por favor”; apenas estaba por terminar de acomodarme, cuando hizo acto de presencia una persona de menuda estatura y agradable comunicación, quien indicó que me hicieran pasar. Sin entrar en detalles, me comentó que el director general le había dado indicaciones precisas para que me asignaran una plaza laboral, dentro de la estructura administrativa de su competencia. Así fue como nos conocimos y empezamos a cultivar una bonita amistad que duró hasta los últimos días de su vida.

Luego me enteré de que mi entrevistador (q. e. p. d) también era michoacano, oriundo de la tierra donde abundan los cuiniques, contigua a la superficie de lo que un día fue la Hacienda de Tahuejo, donde Don José María Teclo Morelos y Pavón (1765-1815), pasó parte de su adolescencia y algunos años de su juventud. Lugar donde la gente es trabajadora, noble, valiente, franca y no se anda con rodeos; posiblemente por eso, me había tratado con cierta consideración.

A los pocos días de la mencionada entrevista, pasé a formar parte de la plantilla de personal de aquella dependencia del Gobierno Federal. Pero, por motivos que no recuerdo, no me adapté a ese ambiente laboral, y a los pocos meses de mi contratación, renuncié, para ir en busca de otro horizonte profesional. No sin antes, haber establecido una buena amistad con quien había servido de intermediario en mi contratación y demás compañeros de trabajo.

Esa amistad se fue cultivando con el paso de los años, principalmente en los últimos cinco años de vida de mi amigo y paisano de la tierra caliente michoacana. Recuerdo bien, que cuando nos veíamos, aprovechábamos los momentos para platicar sobre algunas narraciones curiosas, que nos tocó vivir o escuchar de los propios labios de los protagonistas. Una de ellas que me llamó especial atención, fue la relacionada a como en menos de una hora se forjó un rector.

Mi amigo y paisano me comentó, que un día, viajó a Morelia, con la idea de pasar a saludar a su amigo, el que alguna vez fue director general en una dependencia federal, quien, por ese tiempo, despachaba en una de las oficinas del gobierno estatal. La historia comenzó de la siguiente manera:

Me reclamó en tono de viejos amigos, del cómo era posible que hubiese llegado sin previo aviso. Por pura suerte me has encontrado -me dijo-  y estando en plena charla, fuimos interrumpidos por la secretaria.

–Licenciado, el profesor acaba de llegar –le dijo.

–Bien, en un momento más hágalo pasar.

Quise despedirme, pero mi amigo me pidió que me quedara para proseguir después la plática. Razón por la que fui testigo del diálogo que te narro.

–Adelante, profesor, por favor tome usted asiento… me da gusto saludarlo… podemos hablar con toda confianza… si por supuesto… mi amigo aquí presente es de casa, no hay ningún problema que hablemos con claridad… lo he mandado llamar para decirle que me ha indicado mi patrón que le diga a usted, que será el próximo rector de la universidad.

Ante dichas palabras, el semblante del aquel receptor, cambio de colores, como si fueran flamantes luces navideñas, después de unos segundos de suspenso, posiblemente repuesto un poco de tal sorpresa, al unísono contestó:

–Por favor no me hagan esto, yo no quiero problemas, soy feliz con el trabajo que desempeño al lado de mi familia, yo no quiero tener ningún tipo de problemas. Agradezco sus atenciones, pero no puedo aceptar lo que me están proponiendo.

–No se preocupe profesor, va a contar con todo el apoyo de nosotros, vamos a estar al pendiente de las cosas, para que saque adelante su trabajo.

–Por favor, dígame en que otra actividad les puedo ayudar y lo haré con mucho gusto, pero, no me pidan que sea rector.

Al parecer, aun cuando no había ninguna duda de la preparación académica e inteligencia de aquel profesor, él no alcanzaba a entender de momento, la trascendencia de aquella determinación, por lo que, de un momento a otro, en una actitud impositiva y alzando el tono de la voz, mi amigo, reaccionó:

–Profesor, escúcheme bien por favor, el patrón ha ordenado que Usted, sea el nuevo rector y por lo tanto, será el nuevo rector.

–Bueno, si el patrón lo ha ordenado, así será, solo le pido, que por favor le diga al patrón, que no me vaya a dejar sólo, que se me proporcione todo el apoyo que sea necesario para que no tenga ningún problema en el desempeño de ese cargo que me acaba de conferir y de paso, agradézcale de mi parte, por tan honrosa distinción.

–Pierda cuidado, profesor, estaremos al pendiente de lo que suceda, contará con todo el apoyo que requiera de nuestra parte. Le deseo buena suerte, le informaré al patrón, que acepto la encomienda que se le asignó. Sólo le pido, se mantenga en comunicación con mi secretario particular, para ultimar detalles de su toma de posesión como nuevo rector.

Así como escuchaste, paisano, me tocó ser testigo, de cómo en menos de una hora, se logró forjar un nuevo rector, sin que mediara concurso, encuesta, deliberación de consejo universitario alguno, ni que hubiera solicitud del interesado de por medio, sólo bastó la decisión de quien decidía los destinos de la comunidad en esos momentos.

Al respecto me gustaría ser sincero. Mi amigo y paisano, nunca me preciso el nombre del profesor aludido, ni yo tuve algún interés en saberlo, lo que sí, me aseguró es haber sido testigo de aquella realidad. Finalizando, diciéndome que aquel tímido profesor universitario, no sólo fue convertido en rector en menos de una hora, sino que, además ha sido mentor de algunos rectores y de muchos michoacanos, que han hecho de la política una forma de vida.

Lo anterior, me hizo reflexionar sobre lo que alguna vez escuché de labios de un humilde anciano, “cuando se entra en el ánimo de un hombre poderoso, las puertas se abrirán con la mayor facilidad del mundo, aun cuando ni siquiera se lleguen a tocar”.

Posiblemente por eso, una exdirigente de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, está al frente de la Secretaría de Educación Pública; un antropólogo administra el Instituto de Salud para el Bienestar; unas personas que no saben ni lo que significa la palabra derecho, trabajan haciendo leyes, para   normar la convivencia humana y muchos funcionarios ineptos y déspotas, son titulares de importantes instituciones sociales, entre otros muchos ejemplos.