Robo de idea

Este robo de ideas no es nada nuevo para la humanidad, desde el Siglo II a. C., ya se hablaba del asunto. (Imagen: especial)

Afortunadamente nada tenemos que inventar para el desarrollo de nuestras actividades diarias, solo requerimos aprender a colocar de manera diferente los elementos ya existentes en nuestro medio ambiente, para darles mayor utilidad y obtener mejores resultados. La habilidad y destreza con que lo hagamos, dependerá de los conocimientos que hayamos adquirido en familia, en la escuela en el campo laboral y en la vida misma, pero sobre todo del interés, la voluntad, la pasión y la imaginación con que hagamos las cosas

Los pintores por ejemplo sin ser los inventores de los colores, los utilizan para hacer sus obras, haciendo sus propias combinaciones, de acuerdo a la idea que quieran plasmar en algún lienzo o cualquier otro espacio en especial. Así por el estilo, tenemos el caso de quienes se dedican a escribir por obligación o el gusto de hacerlo, sólo es cuestión de que sepan colocar de manera ordenada el signo lingüístico correspondiente, quien mejor logre hacerlo será más leído y reconocido por su comunidad.

Indudablemente el desarrollo de la ciencia y la tecnología, alcanzado hasta nuestros días, es producto del trabajo y esfuerzo de las generaciones pasadas y presentes. Por lo tanto, es propiedad de quienes actualmente transitamos por el Planeta Tierra, por lo que todos tenemos el mismo derecho de aprovechar todos esos conocimientos y recursos disponibles, para hacer más fácil nuestra existencia. Sin embargo, para vivir en paz y tranquilidad social, debemos observar un conjunto de normas, morales, éticas y jurídicas, en nuestra vida diaria.

En la medida que se va haciendo más compleja la convivencia humana, se requiere establecer normas precisas y claras, para orientar y regular el desarrollo de cada una de las actividades. En el caso de las establecidas para evitar la apropiación de las ideas ajenas ya sea copiando, imitando, parcial o totalmente y presentarla como propias sin darle reconocimiento al autor o autores originales, acto conocido comúnmente como plagio. En nuestros días, su sanción y aplicación es ambigua, dejando demasiado que desear, pues sólo ha creado confusión y oportunismo político.

Este robo de ideas no es nada nuevo para la humanidad, desde el Siglo II a. C., ya se hablaba del asunto, es decir ya se registraban caso de robo de ideas. En la época contemporánea, derivado de la aparición de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación, cometer plagio se volvió más sencillo de lo que se pensaba, basta con sólo copiar en un documento digital información y con lo que se evita el desgaste mental y hacer la talacha, que antes se hacía de transcribir manualmente párrafos completos o parciales, al cobijo de los muros de una biblioteca o hemeroteca, según el caso. Pero, también estos avances tecnológicos nos pueden ayudar a tener mejor control de todo ese robo de ideas.

Cuando estudiantes, algunos maestros nos decían que transcribir un párrafo de varias fuentes de información, no era considerado plagio, sino investigación, posiblemente por esos años la competencia por la vida no era tan desigual como ahora, por lo que al parecer daba lo mismo poner atención o no a al robo o apropiación de las ideas ajenas.

Recuerdo con claridad que por los pasillos de la escuela se escuchaba decir que algunos maestros, ayudaban a elaborar su tesis profesional a ciertos alumnos, que a esas alturas ya se habían colado en algún grupo político y pintaban para figurar en grande, sin cobrarles un solo centavo, sólo con la esperanza de que algún día manifestaran su agradecimiento.

Por algunos días de esa época, se corrió la versión de que a un alumno en especial, le tuvieron que ayudar a elaborar su tesis de licenciatura, para que obtuviera una beca y pudiera estudiar la maestría en la Universidad de Yale, en los Estados Unidos de Norte América. Verdad o mentira, a mí no me consta lo que se divulgó, mucho menos me interesó investigar, simple y sencillamente porque nada de eso afectaba mi desarrollo educativo ni el prestigio de mi escuela, cualquier remordimiento sólo afectaría a los involucrados.

De allí, en adelante, durante un buen tiempo no volví a escuchar nada relacionado con el robo de las ideas. Fue hasta cuando me incorporé al trabajo docente, cuando nuevamente me di cuenta de las diferentes formas de plagiar documentos, para acreditar conocimientos académicos y obtener una plaza como trabajador de la educación o lograr una promoción laboral y por qué no, hasta estímulo al desempeño docente.

Anomalía, que hasta la fecha ninguna autoridad educativa le ha interesado solventar. Más bien se dedican a inventar ocurrencias, como la creación de las Universidades para el Bienestar “Benito Juárez García” y la carrera de transportista en el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (CONALEP), por mencionar sólo dos ejemplos.

Últimamente, en notas periodísticas, me he enterado de plagios de tesis profesionales, ya sea por copiar parte parcial de las mismas o por el cobro por su elaboración. Si a estas alturas, las instituciones de educación superior, aplicaran los Softwares para la detección de plagios y entre los más conocidos: Plagiarisma.Net; Plagiarisma Detect; DOC Cop o Turnitini, dejarían sin título a miles de profesionistas, sobre todo a muchos de los que han hecho de la política una forma de vida.

La realidad es que por lo que tengo conocimiento, el Sistema Educativo Nacional, carece de una normatividad clara y precisa, sobre el plagio de las tesis profesionales y académicas.

Entre más pronto se atienda el asunto, menos complicaciones políticas y administrativas se van a presentar cada vez que se tenga en la puerta, cuestiones de plagio cometidas en un pasado, en que no existían herramientas tan eficientes que lo detectan o que habiéndola hay quienes han decidido servirse de las ideas ajenas, sin darle el crédito correspondiente.