Ni totalmente gratuita, mucho menos de calidad

Escuelas de Tiempo Completo, cobertura en riesgo.

El 26 de junio del año en curso se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Acuerdo número 02/06/2023 de la Secretaría de Educación Pública, donde se da a conocer los calendarios escolares para el ciclo lectivo 2023-2024, obligatorios para todas las escuelas de educación preescolar, primaria, secundaria, normal y demás para la formación de maestras y maestros de educación básica. Sin que aparentemente se especifique la calendarización que deberán observar los planteles de los niveles medio superior y superior, deficiencia que también existe en el Artículo 87, de la Ley General de Educación, la cual debería corregirse a fin de precisar con claridad dicho ordenamiento.

Sin duda alguna, el calendario escolar es una herramienta fundamental para la planificación del proceso de enseñanza-aprendizaje, en el que se van observando los tiempos previstos para el desarrollo de los planes y programas de estudios en cada uno de los niveles académicos del Sistema Educativo Nacional.

De acuerdo a la Ley General de Educación, en el Artículo antes mencionado, también se especifica que “el calendario deberá contener un mínimo de ciento ochenta y cinco días y un máximo de doscientos días efectivos de clase para los educandos”, tiempo semejante al considerado en otros países con ese mismo propósito.

En educación básica (preescolar, primaria y secundaria) se han previsto 190 días efectivos de labores y en educación normal y demás para la formación de maestras y maestros de educación básica 195, respectivamente. En ambos casos el inicio de cursos del ciclo lectivo 2023-2024 será el lunes 28 de agosto de 2023 y concluirá el martes 16 de julio de 2024.

Aparentemente, el tiempo de actividades escolares está bien definido, no hay lugar a dudas, sólo que la realidad es un poco diferente a lo programado, debido a que se ha estado haciendo costumbre que faltando algunos días para terminar cada uno de los semestres escolares, las clases se sustituyan por otro tipo de actividades, por supuesto dejando pendiente el desarrollo de algunos contenidos temáticos, situación que influye en la calidad del servicio educativo que proporciona el Estado Mexicano.  

Para nadie es un secreto que en la mayoría de las escuelas, principalmente de educación básica y del nivel medio superior, a partir de la segunda semana de los meses de diciembre y de  junio en cada ciclo escolar, el tiempo de clases se utiliza para entretener a los alumnos con cantos escolares, rondas infantiles, proyección de audiovisuales, películas y hasta con ensayos de bailables a presentar en el acto de clausura de fin de curso de quienes egresan de la primaria, secundaria y del bachillerato.

Conducta que impide que se cumpla cabalmente con los tiempos establecidos en los calendarios escolares, como al parecer va a suceder en el actual ciclo escolar, esto, sin contar las constante ausencias de los maestros en algunas regiones del país, para  manifestarse públicamente exigiendo el pago de prestaciones pendientes o la suspensión de clases por cuestiones climáticas, tales como las intensas lluvias como sucedió el año pasado en las costas del pacifico y recientemente por las inusuales ondas de calor.

Lo raro de todo esto es que las autoridades educativas federales y estatales, al parecer no se dan cuenta de las anomalías que suceden en el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje, a pesar de que mensualmente asisten a las reuniones del Consejo Técnico Educativo;  mucho menos se han dado cuenta de las deficiencias de las instalaciones educativas, de lo contrario las aulas contarían con mobiliario en buenas condiciones, los talleres y laboratorios estarían actualizados, el número de unidades sanitarias sería suficiente con relación a la matrícula escolar y funcionarían en óptimas condiciones de higiene.

Pero, sobre todo, a estas alturas del sexenio ya hubieran implementado una estrategia para reducir el déficit de aprendizaje equivalente a dos ciclos escolares perdidos a consecuencia de la pandemia provocada por la COVID-19 y por la disminución de la capacidad de razonamiento de los alumnos, por la falta de orientación para el uso adecuado de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC).

Por si fuera poco, estas deficiencias y carencias que se presentan en el Sistema Educativo Nacional, con la llegada de un nuevo semestre escolar, la angustia y a veces hasta la desesperación invade la mente de las madres, padres de familia o tutores, al sólo pensar que tienen que hacer un gasto extraordinario y que en algunos casos puede llegar hasta los cinco mil pesos, por cada uno de sus hijos, que inscriban en alguna escuela, sobre todo cuando se trata del inicio de un ciclo escolar, ya que aparte de pagar inscripción, se paga ficha por derecho a presentar examen de admisión y se tiene que comprar uniforme escolar en comercios previamente seleccionado por los directores de los planteles.

Como es bien sabido las autoridades educativas juran y perjuran que la educación que imparte el Estado Mexicano es totalmente gratuita. Sólo que, si los padres de familia acuerdan aportar una “cuota voluntaria”, al final de cuentas esta viene siendo obligatoria y de acuerdo a la Ley General de Educación, la autoridad educativa, tiene las facultades de vigilar que se haga buen uso de esas “aportaciones voluntarias”, las cuales pueden oscilar entre los 250 pesos en los jardines de niños hasta los dos mil pesos en algunos planteles del Subsistema Tecnológico Industrial y de Servicios.

La verdad es que durante mi vida laboral me di cuenta que la mayoría de los padres de familia  no estaban de acuerdo con pagar “la cuota voluntaria” y no tanto por falta de voluntad  de hacerlo, sino porque iban al día con el gasto familiar y esos gastos imprevistos  los pagaban con plástico bancario, deuda que luego iban cubriendo con muchos sacrificio a lo largo de los dos  semestres del ciclo escolar correspondiente y cuando ya estaban a punto de saldar la deuda, la Secretaria de Educación Pública, emitía un nuevo acuerdo, donde se aprobaba el siguiente calendario  escolar, generándose una espiral de preocupaciones, sin que se vislumbrara el final. Situación que al parecer no ha cambiado mucho, sólo que ahora se presenta corregida y aumentada.

Lo cierto es que la educación que imparte el Estado Mexicano, no es totalmente gratuita, mucho menos de calidad y hasta cierto grado discriminatoria por lo heterogéneo de las instalaciones educativas, según el área socioeconómica.