La historia no los absolverá…    

El 6 de julio no se olvida

Cuahutémoc Cárdenas en la plancha del Zócalo capitalino. (Foto: especial)

Tengo ya muchos años vividos y espero muchísimos más por vivir. No siento los años, solo cuando me veo al espejo y veo mis canas, recuerdo los años que tengo.

He vivido tantos hechos de la historia reciente, que me siento obligada a escribir, porque fui testigo, no me lo contaron, escribo con la intención de no permitir el olvido.

Hace 35 años, se venía la sucesión a la presidencia de la República. Terminaba el sexenio de Miguel de la Madrid. Se sabía, que el elegido sería por dedazo, como siempre.

El clima político estaba álgido. Con Cuauhtémoc Cárdenas a la cabeza, se demandaba que hubiese democracia, que no fuese señalado por el dedo del poder, quien fuese el siguiente presidente.

La lucha por la democracia ha sido larga, recordé como en 1963 se dio un movimiento en Michoacán encabezado por Natalio Vázquez Pallares, pidiendo la democratización del Partido Revolucionario Institucional. Se acercaban las elecciones para gobernador del estado, no obstante, la fuerte movilización ciudadana contra el dedazo, el PRI impuso a Arriaga Rivera.

Históricamente, Michoacán ha tenido un papel muy importante en la lucha por la democracia, por la justicia, la igualdad y la libertad.

Los anhelos de Miguel Hidalgo, José María Morelos, de Lázaro Cárdenas del Rio, Francisco Múgica, nos fueron enseñados, y asimismo a luchar por los ideales más nobles de la humanidad y el pueblo de México. 

No es coincidencia que fuese Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano, la cabeza del movimiento democratizador más importante de la historia reciente de nuestro país.

Recuerdo tanto todos los esfuerzos, todos los anhelos, todos los obstáculos, todos los triunfos, durante y a partir del 88.

 Ante la cerrazón hacia la democratización de la elección del candidato a la presidencia, se creó en 1987, la Tendencia Democrática, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez y muchos más.

Ante el cuestionamiento, ante la exigencia de democratización, se cimbraron las conciencias, se levantaron las voces, se tomaron las calles, hubo marchas multitudinarias, de miles y miles, reclamando democracia, reclamando que fuésemos todos los que tomáramos el timón del destino de nuestra patria.

No obstante, la voluntad de miles de mexicanos de que se democratizara el proceso de selección de candidato, el PRI impuso la candidatura de Carlos Salinas de Gortari. Fue entonces que la Corriente Democrática, pasó de una posición crítica a ser disidencia.

 En el 88, ante la necesidad de la fuerza que da la unidad, se creó el FDN, coalición de fuerzas políticas de centro izquierda y de izquierda. El Frente Democrático Nacional, fue resultado de esa aglutinación de fuerzas políticas, con la finalidad de apoyar a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, como candidato a la presidencia de México.

 La historia es larga, muchos han escrito y analizado todo el proceso. No es mi intención hacer un análisis. Solo escribo desde mi corazón, lo que vieron mis ojos, lo que nos tocó vivir.

Si bien inició como una lucha por democratizar el PRI, la lucha devino en algo mucho más trascendente; se convirtió en la lucha por hacer realidad el anhelo de un México diferente.

Muchos en la determinación de que se respetara el voto ciudadano, estuvimos cuidando casillas. Vi con mis ojos, lo que siempre se había negado, lo que sabía desde siempre, lo que vi desde niña; antes de contar las boletas, el PRI y el PAN, ya habían acordado quien sería el ganador.

 Obligue a la presidenta de casilla, al secretario, a los representes de los partidos a contar y firmar por atrás cada voto, para evitar nos metieran otros después. Teníamos que hacer respetar la democracia. Esa elección sería determinante.  Teníamos nosotros los ciudadanos, que hacer el cambio.

Esa noche fue larga, en nuestro carro llevamos las urnas al comité distrital, las fuimos cuidando como el tesoro que eran, para evitar se las robaran. Saludamos de ventanilla a ventanilla, a muchos más que estaban haciendo lo mismo

Llegamos al Comité Distrital, y ya había gente a favor de Cuauhtémoc Cárdenas, cuidando el edificio, para evitar llegaran a robarse las urnas.

Tras haber cumplido con dejarlas a buen resguardo, fuimos a ver los resultados de cuanta casilla pudimos. En todas había ganado la voluntad popular, había arrasado Cuauhtémoc Cárdenas.

Mis hijos eran pequeños, pero recuerdan como llegamos su papá y yo a poner el radio. Dieron los resultados de la elección y dijeron había ganado Cuauhtémoc, sin embargo, minutos después dijeron se habían equivocado. Se mezclaron las emociones, una alegría inmensa, pues era evidente habíamos ganado, pero la indignación tras escuchar era Salinas el triunfador, fue mayor. Era la primera elección en la cual se usaron computadoras, y tras el triunfo arrollador de Cuauhtémoc Cárdenas, el entonces secretario de Gobernación, Manuel Bartlett, anunció se había caído el sistema.

“Al restablecerse el sistema” se dio el triunfo a Salinas, el candidato impuesto por el PRI. En el conteo posterior aparecieron votos inexistentes, bolsas de papeletas tiradas en los campos y los ríos, un fraude descomunal y cínico.

 El pueblo de México entero se volcó en esos días para cambiar la vida y el país, se eligió la vía democrática, participar en las elecciones, y lo logramos. Cuauhtémoc Cárdenas había ganado las elecciones, sin embargo, con un cinismo terrible, lo despojaron, despojaron al pueblo de México de su triunfo.

Al escribir estas líneas, recordé a Adolfo Gilly, escribiendo: “la historia no los absolverá”.

 El poder hizo y deshizo, y hasta cometió asesinatos, para no permitir el triunfo de la voluntad popular.

El sistema económico y político imperante no podía permitir se afectarán sus intereses, se les quitara el poder.

La lucha del pueblo de México, por su libertad, por la justicia y la igualdad, ha sido larga y plena de hechos, y hombres y mujeres heroicos.

El triunfo en las urnas del 6 de julio es innegable, por más que quieran cambiar la historia, y apelar al olvido.