La traición

Mil 638 capacitadores asistentes los que saldrán a las calles, quienes inician la entrega notificación y pláticas de sensibilización con 488 mil ciudadanos y ciudadanas en el Estado. | Foto: Archivo

La historia de la humanidad es la historia por la lucha por el poder. Ese instinto o deseo de supremacía de unos contra otros ha permanecido hasta nuestros días. Pensamos y actuamos en función de lo que sentimos y queremos. Es decir, de acuerdo con nuestra propia realidad y sin sentido de empatía a la comunidad en que vivimos. Por otro lado, somos irrepetibles, imperceptibles, impredecibles y hasta insaciables, por lo que es difícil predecir las conductas personales. 

Si en el pasado era difícil comportarnos con la rectitud de verdaderos seres humanos, en la actualidad al vivir en una sociedad de consumo la tarea encuentra trabas que la vuelven más complicada. Zygmunt Bauman atribuía que vivíamos en sociedades líquidas en la que la sociedad de consumo provoca que los bienes y relaciones que consumimos sean efímeras. Las sociedades actuales desde su visión filosófica son superficiales y llenas de individualidad. Donde nada fácil resulta saber distinguir lo que es necesario y lo que no lo es, lo bueno y lo malo. Al grado que hasta hemos cambiado el orden de las cosas, al darle más importancia al tener que al ser y asumir conductas antisociales que al parecer forman parte de la espiral de esa lucha por el poder.

Desde la antigüedad la traición ha sido vista como uno de los delitos más graves en la humanidad. Los griegos consideraban que se podía traicionar a su comunidad, a sus polis cuando ponían en riesgo su seguridad y paz. La colectividad, su ciudad era una extensión de su identidad. De sus personas.

Anomalía que se ha venido dando a través de la historia del hombre, siendo las más significativas las traiciones o deslealtades a la confianza depositada en ciertas personas y que por intereses personales o económicos fallaron, posiblemente sin ningún remordimiento o intento de arrepentimiento.

Una traición que estremeció a la humanidad del viejo mundo es la ocurrida en el año 44 a.c. de Marco Junio Bruto, en contra del dictador romano Cayo Julio César. El último le había perdonado la vida por el delito de haber encabezado la oposición en la guerra civil romana y cuando se encontraba en plenitud de poder y acababa de aprobar leyes a favor de los más pobres. Fue apuñalado a mansalva, tanto por intereses personales como por la lucha por el poder.

Otra conducta de deslealtad, es la que se narra en el libro de Juan, después de la última cena de Jesucristo con sus doce discípulos, cuando uno de ellos de nombre Judas Iscariote, en el Jardín de Getsemaní del Monte de los Olivos, entregó a su maestro al consejo supremo nacional y religioso de los judíos (Sanedrín), a cambio de tan sólo treinta monedas de plata, quienes lo pusieron en manos de Poncio Pilatos, gobernador romano de Judea, quien ordenó que fuera juzgado y crucificado.  

Sin la alianza y traición de los tlaxcaltecas, los conquistadores españoles al mando de Hernán Cortes no hubieran podido conquistar Tenochtitlan el 13 de agosto de 1521. Hecho que marco una nueva etapa para el nuevo mundo yel destino de lo que hoy es México. A cambio los tlaxcaltecas fueron recompensados con algunas tierras conquistadas. La actuación del pueblo tlaxcalteca fue por la lucha del poder y por el interés económico y hasta por el afán de venganza contra los Aztecas, que durante mucho tiempo estuvieron cobrando derecho de piso a otros pueblos originales.

La felonía cometida por el realista Francisco Ignacio Elizondo Villarreal, en contra de los insurgentes Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Mariano Abasolo, José Mariano Jiménez y Juan Ignacio Ramón y Manuel de Santa María, en el paraje denominado Acatita o Norias de Bajan, municipio de Castaños, en Coahuila, acto de una incalculable dimensión de pobreza mental, al valerse de ese medio tan ruin, para aprehender a los principales héroes de nuestra independencia. Fueron ultrajados a cambio de un mediocre ascenso militar. Hasta ese grado y más, puede llegar la condición humana por el afán de poder y protagonismo.

No se diga la serie de traiciones que se dieron al calor de la Revolución Mexicana: Madero fue víctima de Victoriano Huerta, Pancho villa de Obregón, Zapata de Carranza, Carranza de Obregón y Obregón de Calles. No sólo se traicionaron, sino que se eliminaron por la lucha por el poder y al final de cuentas la Revolución Mexicana, fue traicionada, “con la creación de la superestructura suficiente para impedir el desarrollo de las relaciones de producción más allá del trabajo asalariado”.

Afortunadamente, las subsecuentes traiciones al pueblo de México han sido más sofisticadas, pero al fin y al cabo traiciones son:

Ochenta y seis años de una democracia establecida por tres partidos políticos y por lo que se anuncia, ahora solo habrá dos opciones organizadas en dos bloques, uno de los llamados liberales y el otro de los conservadores y un partido a la deriva esperando adherirse al mejor postor.

Todos pretenden el mismo fin, seguir manteniendo cargos de elección popular o administrativos en las diferentes administraciones públicas, como lo han venido haciendo desde hace décadas, ofreciendo que ahora si resolverán los problemas nacionales. Razón por la que posiblemente se critican, se cuestionan y hasta se acusan de corrupción, entre ellos, pero nunca con la intensión de destruirse, saben bien que la política se ha convertido en un negocio, al recibir por ley un presupuesto anual para sus gastos administrativos y electorales, más las posibilidades de acomodo en cada proceso político-electoral

La traición al pueblo de México estará vigente mientras no se atiendan las demandas más sentidas de la población y no queden impunes casos como: Colosio, Acteal, Atenco, Odebrecht, Ayotzinapa, Estafa Maestra, Segalmex, la vida de lujos de algunos mandos militares.

Urge se combata en serio la corrupción y la impunidad, entre otros asuntos pendientes. Y también se haga efectivo la democracia con justicia y paz social.